De generación en generación, las madres de Narihualá conservan la técnica de tejido fino en paja toquilla. Hoy ya no trabajan solo sombreros. Tampoco tejen solo mujeres. A 20 minutos de Piura, se alistan futuros maestros.
Por Evelyn Coloma. 07 mayo, 2014.Maribel tiene 22 años y su mamá le enseñó a tejer cuando tenía 15. En ese entonces, no se animaba a hacer sombreros; tejía canastas que vendía en la calle Comercio de Catacaos para comprar algunos útiles escolares y ayudar a su mamá. “Hacer sombreros es más difícil. La primera vez que hice uno me demoré un mes”, comenta cerca de su casa en el caserío La Campiña – Narihualá.
Al igual que otras diez jóvenes de entre 16 y 25 años, Maribel lleva sobre su ropa un chaleco marrón que tiene bordado el nombre “Alma Tallán”. Así se llama el proyecto que reúne cada semana a unos 50 jóvenes de los caseríos Narihualá, Pedregal Grande y Pedregal Chico, con el fin de mantener las tradiciones artesanales de la región. Y ellas son las representantes de este grupo para la inauguración de su centro de operaciones.
“Con el proyecto Alma Tallán aprendí a tejer sombreros. Esa era mi meta. Pero también teníamos clases sobre cultura. Visitamos las ruinas de Narihualá”, cuenta Maribel. Y resalta que el grupo era mixto. “Los chicos también vienen. Hay algunos que tejen para ayudar a pagar su pensión (…) Alex estudia Farmacia y Junior va a ser chef”, recuerda, mientras sus compañeras de chaleco marrón la observan sonrientes.
Alma Tallán nació el año pasado, como una iniciativa de la Universidad de Piura (UDEP), impulsada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Dirección Regional de Turismo y Comercio Exterior (Dircetur) y la Municipalidad de Catacaos. La última actividad del proyecto es la que esperan Maribel y sus amigas: la puesta en marcha oficial de su salón de reuniones. No obstante, la más emocionada con el nuevo local se llama Juana Solano.
Cuna de maestros
Juana Solano Chávez es la ganadora del Premio Nacional Amauta de la Artesanía Peruana 2013, otorgado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). También aprendió a tejer de su madre, cuando tenía 12 años. Ahora tiene 40, es la presidenta y fundadora de la Asociación de Artesanas “Virgen del Pilar” y vive en La Campiña-Narihualá.
Como una de las más hábiles tejedoras de la zona, Juana ha sido la encargada de capacitar a los jóvenes en tejido, como parte del proyecto Alma Tallán. Y, hasta la inauguración del local de capacitación, su casa era el punto de reuniones y almacén de los productos terminados.
“Con el nuevo centro, Juana va a dejar de estar prestando sillas para las reuniones. También formaliza el trabajo que se ha hecho con Alma Tallán y va a facilitar que el proyecto siga dando frutos. En un par de años, veremos los reales resultados”, explica Diana Aguirre, docente de la Universidad de Piura y responsable de Alma Tallán.
Lo que se viene
Con el proyecto, los jóvenes viajaron a Lima para la feria Ruraq maki, organizada por el Ministerio de Cultura. Allí, además de presentar sus adornos navideños en paja toquilla, generaron contactos con posibles distribuidores y otras organizaciones interesadas en mover la producción de La Campiña – Narihualá.
De hecho, ahora una ONG sigue capacitando a los jóvenes de Alma Tallán en algunas estrategias de marketing para colocar sus productos. “Tenemos pendiente hacer el Facebook de Alma Tallán con los jóvenes para que más personas conozcan nuestras tradiciones”, destaca Maribel. “No solo tenemos sombreros. Hacemos flores, maceteros, ganchos, pulseras, adornos”.
Juana Solano es también la encargada de recibir los pedidos de compra, tanto para los jóvenes de Alma Tallán, como para su asociación de artesanas. Hasta el momento, sus productos de paja han llegado hasta Lima y Estados Unidos. Por ejemplo, Museo de Arte de Lima (MALI) figura entre sus clientes, para sus conocidas subastas. Y el futuro es prometedor, según las artesanas.
Por su parte, la Universidad de Piura, a través de la carrera de Historia y Gestión Cultural, confía en que este proyecto ha sentado las bases para que los jóvenes asuman el reto de no dejar morir sus tradiciones.
¿Le piensas enseñar a tus hijos a tejer en paja toquilla? “Claro, pues”, responde rápidamente Maribel.