El Dr. Jaime Rodríguez-Arana, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de La Coruña, brindó algunos alcances de cómo orientar la lucha contra la corrupción y cómo encarar el movimiento migratorio causado por la crisis en su país.
Por Cristhian Rojas. 18 julio, 2014.“Corrupción ha existido siempre en la historia de la humanidad”, es la primera afirmación de Rodríguez-Arana sobre el tema pero, añade, en España ha aflorado más en los últimos meses. “Hay varios miles de casos de corrupción en los juzgados, estos afectan a todos los partidos políticos, desde la derecha hasta la izquierda. No se salva nadie, incluso está imputada la hermana del rey, la infanta Cristina”.
Para el experto, la lucha contra la corrupción debe plantearse desde muchos frentes y cree que la responsabilidad de dicho combate está “en las normas, estableciendo controles más exigentes, reduciendo espacios de discrecionalidad para que los políticos no tengan una larga mano para decidir con pocos controles”. Añade que es primordial la educación porque la corrupción “no se arregla con una varita mágica, no solo se combate con procedimientos, sino con una estrategia educativa de fondo”.
Según Rodríguez-Arana, “la política debe verse como algo que ennoblece a la persona, pero es una cuestión de explicarlo, de hacer pedagogía”. Esta tarea es difícil porque ahora estamos falto de líderes: “No hay líderes que atraigan a la población. Estamos en una crisis de personas que sólo piensan en el hoy”.
La inmigración y el desarrollo humano
La crisis económica –y la corrupción generalizada– ha empujado a varios españoles a salir de su patria en busca de empleo; Perú está entre sus destinos. “Ahora el problema es que España tiene muchos titulados superiores bien formados que no encuentran trabajo y van donde lo hay”, comenta.
En el caso del movimiento migratorio de España a Perú, el beneficio es para ambos países, según Rodríguez. Para él, el trabajo humano es fundamental porque “todas las dimensiones deben buscar que las personas se desarrollen como tal”, y una forma de hacerlo, para los españoles, es ir a países como Perú, Ecuador, Brasil.
En ese sentido, Rodríguez-Arana critica la falta de una visión global de la inmigración por parte de Europa, ya que cada país tiene una política diferente sobre el tema. “Me parece que la situación en Europa se deja a la política nacional, pero se necesita una dimensión supranacional”, y agrega que Europa debe “tener personal preparado en las fronteras, debe tener un análisis serio de cuántas personas pueden ir a cada país”.
Corrupción y modelos a seguir
Según los índices de percepción de la corrupción, este problema no es una cuestión local pues está en todas las latitudes y así es difícil encontrar un referente de una buena administración pública. Sin embargo, en América Latina, resalta a Chile y a Uruguay, mientras que en Europa, los referentes son los países nórdicos como Finlandia, Suecia y Dinamarca. “El sur de Europa es lo peor que hay”, lamenta.
Sobre los países dirigidos por Bachelet y Mujica, Rodriguez menciona que sus políticas públicas son estables y que tienen un sistema de control muy profesionalizado. Puntualiza que en Chile no hay una independencia judicial absoluta, pero “hay una orientación hacia la independencia del poder judicial”.
En cuanto a los países nórdicos, afirma, han conseguido ser modelos a base de mucha cultura y educación. Para él, hay una mayor sensibilidad y un temple ciudadano en relación a la política. La gente participa más: “Si ven a un ministro en la calle, le dicen que algo va mal. Los funcionarios latinos, en cambio, van rodeados de policías, nadie se les puede acercar”.
