En el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, la Dirección de Comunicación comparte una entrevista realizada al escritor en agosto de 1973, para Amigos.
Por Dirección de Comunicación. 26 agosto, 2014.Cuando Laura Arribas, alumna del Programa Académico de Ciencias de la Información, realizaba un período de práctica en el diario “El Comercio”, el escritor argentino Julio Cortázar pasó por Lima rumbo a Buenos Aires. En el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, descubrió a un Cortázar sencillo, lejano de aquella imagen difundida del escrito difícil y cortante.
La necesidad de comprender y conocer mejor su patria lo hicieron alejarse de ella, y permanecer fuera mucho tiempo. “Los años han demostrado que vivir de punta con un país es la mejor manera de comprenderlo”… [sic] de este alejamiento le surgieron problemas y dudas creadas en los argentinos y franceses. ¿Es Julio Cortázar francés o argentino? Pues ni lo uno ni lo otro; simplemente es del mundo, y su tierra es el mundo. Para el criterio Luis Harss “es un hombre multilateral y de cultura ecléctica”.
Que Cortázar es difícil de entregarse y que mantiene distancia entre extraños, no es del todo cierto. Lo encontré en el aeropuerto –de paso por Lima- frente a una de las mesas de recibo. Una señorita lo atendía sin mostrar ningún gesto de asombro al escuchar su nombre. Sencillo y sincero, profundamente interesado por la situación política de su país, no puso trabas a ninguna pregunta, pero sí, condiciones: que no se publiquen ciertos temas… “esto entre nosotros repetía con frecuencia”.
A los pocos minutos conversábamos en el bar del aeropuerto.
– Mozo, por favor, un “cuba libre” (¿con algún significado o intención?)
Espontaneidad en la literatura
Julio Cortázar es considerado como un gran renovador en la literatura latinoamericana; “es tal vez el primer latino que ha creado una completa metafísica novelesca” afirma Luis Harss.
Imaginativo por excelencia, basa en esto su producción literaria…
– Mi obra es espontánea, escribo según me van saliendo ideas. Yo no pienso casi nunca –dice riendo-, creo que lo básico para hacer literatura es la imaginación. La imaginación para ver realidad y transformarla de mil maneras” [sic].
Imaginación y técnica
– Pero, ¿basta sólo la imaginación para escribir bien?
– Por supuesto que no. El escribir bien responda a toda una técnica con una serie de leyes que vas aprendiendo con el tiempo y la práctica. Cuántas veces he leído lo que escribí en mi juventud, mis primeros escritos y no puedo creer que los haya hecho yo…
Es increíble ver después de algunos años lo que se progresa; pasa a todos los escritores jóvenes. Mira, el “laberinto” –una de las características de mi obra-, lo concebí dentro de un ómnibus y la “Rayuela” es precisamente un laberinto; ese juego, del que los niños son celosos custodios. El laberinto atrae al hombre pues se relaciona con lo más profundo de su ser. Desde la antigüedad los hombres dibujaban laberintos que han llegado hasta nosotros. Así tenemos el laberinto de Creta.
– Y los personajes de tus obras, ¿son reales o imaginarios? La Maga, por ejemplo.
– En principio se basan en una persona que existe en la vida real, pero tienen mucho que es producto de la imaginación.
Seguimos hablando de infinidad de cosas que quedan en mi memoria. Empiezan a llamar a los pasajeros del vuelo 975 con destino a Buenos Aires. Esta interesante e inolvidable experiencia llegaba a su fin.
– Adiós.
Un doble beso y una dirección hará posible un nuevo encuentro, o quizás una comunicación escrita con nuestro amigo Julio Cortázar que nació en 1914, de padres argentinos, en Bruselas.
Sus antepasados fueron vascos, franceses y alemanes. Con su sonrisa de oreja a oreja y su mirada de niño, no presenta los rasgos físicos de un latinoamericano Sumamente alto –llega casi a los dos metros-, flaco, hueso y pecoso como un escoses.
Su obra literaria es escasa pero de gran valor: novelas, poesías y cuentos. Cada obra muestra paso a paso su vertiginosa evolución, como dice Luis Harss en su libro “Los Nuestros”, se trata de un renovador incansable que se reinventa a cada paso.