Deyvi Saavedra, egresado de Historia y Gestión Cultural, comenta las posibilidades de los llamados emprendimientos culturales en Perú.
Por Cristhian Rojas. 26 septiembre, 2014.Deyvi Saavedra egresó de la Universidad de Piura en el 2011; sin embargo, su trabajo en el sector cultural empezó desde su tercer año de carrera, cuando, junto a otros compañeros, formó “Gextores de la Cultura”. Hoy, además de dirigir esta empresa, trabaja en el Instituto de Pastoral Andina (Cusco), en el área de investigación. Durante una visita a la UDEP, comentó sobre las posibilidades de combinar cultura y empresa. En un país donde hay problemas para apreciar lo propio, ¿qué debe saberse sobre los “emprendimientos culturales”?
Según el diccionario de la Real Academia Española, “emprender” significa, en su primera acepción, “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Lo cierto es que, al vender cultura, dicha dificultad suele ser mayor. Al respecto, Deyvi Saavedra opina que lo que diferencia a los emprendimientos culturales es su objeto de negocio, que es intangible. “Por más que uno se siente orgulloso, los beneficios no son claros para el consumidor, y piensan que no son urgentes y que no vale la pena invertir en ellos”, explica.
Apostar por la cultura
Este egresado de Historia y Gestión Cultural ya lleva varios años en la planificación y ejecución de proyectos culturales. Cree que, para hacerlos atractivos -ya sea al sector público o privado-, es importante sacar a la luz los múltiples beneficios de la cultura, que son de tipo social, económico e incluso político.
Para ejemplificar, menciona un recorrido por Simbilá, un pueblo a escasos 7 kilómetros de Piura, conocido por ser tierra de alfareros. Es fácil detectar los beneficios sociales: el reconocimiento de la propia identidad, por citar uno. Pero a ello hay que agregar que una ruta por el lugar dinamiza el territorio, y aumenta la venta de artesanías. Asimismo, el político que apuesta por el proyecto mejora su imagen, y la de su gestión.
En el caso de la empresa privada, Saavedra explica que los proyectos culturales pueden ser parte de los programas de responsabilidad social, y pueden mejorar la percepción de la organización por parte de los pobladores. “Se trabaja con guiados en lugares de interpretación, o un proyecto para que los escolares descubran la riqueza del territorio, a través de la cultura viva y de las tradiciones. Con ello nace una semilla”, expone.
Una visión global
“En ‘Gextores’ lo que vendemos al final es contenido histórico”, manifesta Saavedra, pero, para hacerlo, dice que en todo proyecto cultural se debe considerar dos cuestiones: la metodología y la verdad. Y, en este punto, es clave la formación que reciben los alumnos de Historia y Gestión Cultural, que combina ambos aspectos.
“La metodología de los guías de turismo, por ejemplo, es distinta a la nuestra, porque el de turismo trata de vender ‘lo mejor de lo mejor’ que hubo en un espacio, y lo que nosotros vendemos es la verdad -aunque duela-, pero de forma atractiva, tratando de comprender ese momento, ese personaje”, declara.
Señala, además, que el trabajo del gestor cultural es mucho amplio que el de otros actores del sector, e incluye tres dimensiones: educación, turismo y desarrollo e inclusión social. Para Deyvi, el problema es que algunos emprendedores culturales solo ven una perspectiva, más no toda la torta.
Y es que, según el director de “Gextores de la Cultura”, la finalidad de un itinerario cultural, por ejemplo, no es precisamente generar ganancias a partir de los participantes sino que estos aprendan a valorar el patrimonio. “El punto es que se valore lo que tienes ahí y que se conserve sin necesidad de recurrir a una institución o a un guía para que el sitio no sea invadido o dañado”, menciona.
Oportunidades en el mercado
Deyvi Saavedra añade que en la actualidad hay mayor demanda, por parte de entidades públicas, de centros interpretativos. “Han captado la idea que lo interpretativo es atractivo para el turista”, señala; sin embargo, aún tienen problemas para diferenciar con claridad qué es interpretativo y qué es mero entretenimiento.
En ese contexto, quienes están detrás de proyectos culturales deben competir, entre otros actores, con los administradores de turismo. Para él, el atributo competitivo del gestor cultural es su metodología. “Lo interpretativo es una metodología para generar un mensaje. Y, cuando uno lo vende de esa manera, resulta atractivo y lo compran”, finaliza.
Más sobre “Gextores de la cultura”
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