Dicen que hay que estar locos para meterse en política, pero, también es cierto que en realidad la mayoría no queremos ser gobernados por un loco o loca, alguien que –según el diccionario de la RAE– ha perdido la razón, tiene poco juicio es disparatado e imprudente. Si bien, hasta hoy, al menos en la […]
Por Elena Belletich Ruiz. 15 septiembre, 2014.Dicen que hay que estar locos para meterse en política, pero, también es cierto que en realidad la mayoría no queremos ser gobernados por un loco o loca, alguien que –según el diccionario de la RAE– ha perdido la razón, tiene poco juicio es disparatado e imprudente. Si bien, hasta hoy, al menos en la historia política que conozco, no ha habido un gobernante que haya sido declarado ‘loco’ (aunque ha habido varios imprudentes y algunos disparatados), sí hemos tenido a más de uno con algún problema sicológico o adicción a algún vicio (como al alcohol o a la mentira) y uno declarado ‘moralmente incapaz’.
En el actual proceso electoral, hay más de dos mil candidatos que han sido condenados por distintos delitos. Algunos, (sino todos) se relacionan con problemas sicológicos o patologías graves: violadores, terroristas, acusados de violencia familiar, etc.
Para salvaguardar y augurar un Buen gobierno un candidato debería contar con una evaluación sicológica, realizada por un equipo de expertos intachables. En una reunión con periodistas, la psicóloga Caridad Ruesta, del Policlínico de la Universidad de Piura indicó que para gobernar un país, ciudad o región “se necesitan personas muy equilibradas emocionalmente. Hay test psicológicos que evalúan el aspecto intelectual, emocional y social, que nos darían un perfil psicológico del candidato y nos podría dar una mayor certeza al elegir”.
La Psicóloga de la UDEP anota también que el gobernante debe ser un líder, con las virtudes, habilidades y capacidades para dirigir el destino de una población; capaz de trabajar en equipo y de afrontar las dificultades. No son candidatos ideales las “personas autoritarias, con poder coercitivo, con una imagen negativa en su pasado o en anteriores actuaciones; quien utilice la fuerza, la corrupción, el chantaje y el soborno para manipular e intervenir de forma poco escrupulosa”.
En resumen, indica, en un líder debe predominar un adecuado manejo de su inteligencia emocional; una visión clara y un fuerte compromiso para cumplirla, sobre todo, sirviendo a los demás mediante el logro de un propósito trascendente. ¿Habrá alguno así en Piura?