29

May

2015

Cynthia Briceño

“‘Platero y yo’ convirtió la felicidad en un compromiso moral”

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El 29 de mayo de 1958 muere Juan Ramón Jiménez, dos años después de recibir el Nobel de Literatura por su poesía lírica. Cynthia Briceño reflexiona sobre esta obra cumbre.

Por Ioanna Gallo. 29 mayo, 2015.

Juan Ramón Jiménez (1881- 1958) fue un poeta  y escritor español. Su obra ‘Platero y yo’ es ubicada, según la crítica, en la primera etapa de su desarrollo literario; una ‘etapa sensitiva’ caracterizada por descripciones de paisajes, sentimientos vagos, melancolía, música y color, recuerdos y ensueños amorosos.

Cynthia Briceño

Cynthia Briceño, docente de Humanidades, brinda su interpretación personal sobre la obra.

¿Cuál es el comentario inmediato que le viene a la mente sobre ‘Platero y yo’?

En esta obra se manifiesta la esencia de su autor, gran parte de su ser. Probablemente, en ‘Platero y yo’ se encuentran las células madres de su producción literaria.

Cuando tenía 11 o 12 años la leí por primera vez y quedé deslumbrada con la idea de que no solo existe un modo de comunicarse con las palabras. Entendí que estas son elementos mágicos, que combinados convenientemente, pueden transmitir una diversidad de significados y generar las emociones más intensas. Podría decir que es allí cuando mi preferencia por el género lírico se reafirmó.  Más adelante, cuando la volví a leer en tiempos de universidad, ‘Platero y yo’ se volvió inolvidable porque reconocí otras manifestaciones del dolor, la felicidad se convirtió en un compromiso moral y la nostalgia en un sentimiento constante.

¿Qué aspectos literarios resalta de la obra?

Platero y yo’ está escrita en prosa poética. Aunque están ausentes la métrica y la rima, en la narración a través del uso de la simbología, metáfora y sinestesia, podemos encontrar conmovedoras expresiones líricas.

Además se evoca al tiempo, a las personas y a los sentimientos. Las experiencias de los personajes acompañadas del recuerdo crean una narración con un profundo y melancólico lirismo.

La poesía en ‘Platero y yo’ imprime rasgos humanos a todo lo existente. Esto hace significativa la interacción del hombre con la naturaleza y provoca que los sentimientos en los personajes se agudicen. Por ejemplo, el protagonista le habla a Platero, y es justamente aquí cuando los monólogos se convierten en espacios de profunda y enriquecedora reflexión. Cuando se cuestiona (sin condenar) el comportamiento de los hombres, el dolor alcanza su mayor intensidad y la lírica ejerce su carácter con el intento de difuminar los efectos de la melancolía.

Tres frases para reflexionar de la obra

PLatero y yo

“Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja; presumen un arroyo, presienten una fronda, y solo tienen que abrir sus alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábado; se bañan en todas partes, a cada momento; aman el amor sin nombre, la amada universal.”

“Este remanso, Platero, era mi corazón antes. Así me lo sentía, bellamente envenenado, en su soledad, de prodigiosas exuberancias detenidas… Cuando el amor humano lo hirió, abriéndose su dique, corrió la sangre corrompida, hasta dejarlo puro, limpio y fácil, como el arroyo de los Llanos, Platero, en la más abierta, dorada y caliente hora de abril”.

“La estación convida a mirarnos el alma, Platero. Ahora tendremos otro amigo: el libro nuevo, escogido y noble”.

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