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Los medios de comunicación ordinariamente  informan, son fuente de noticia; pero también suelen  hacer  noticia cuando son reconocidos y premiados por su buen hacer o criticados por su mal proceder. Sin embargo hay otro escenario  en el que son cuestionados públicamente por los gobiernos,  que consideran que la labor fiscalizadora de los medios de comunicación […]

Por Rosa Zeta de Pozo. 20 julio, 2015.

Los medios de comunicación ordinariamente  informan, son fuente de noticia; pero también suelen  hacer  noticia cuando son reconocidos y premiados por su buen hacer o criticados por su mal proceder. Sin embargo hay otro escenario  en el que son cuestionados públicamente por los gobiernos,  que consideran que la labor fiscalizadora de los medios de comunicación busca desestabilizar  su mandato presidencial.

Lo curioso de este  último escenario es que el cuestionamiento  tiene como objeto el recto cumplimiento de la función social de los medios  y la trascendencia social del periodismo.

Los medios de comunicación peruanos  son noticia, una vez más, desde el escenario de la crítica gubernamental. El presidente Ollanta  Humala en  declaraciones a  la prensa extranjera, durante su visita oficial  a los reyes de España,  reprochó la actitud de los medios de comunicación:  “Yo creo que hoy ya no pueden poner un Presidente de la República, pero sí pueden desestabilizar, tratar de mover el piso”.

Todos los medios  han recogido las declaraciones.  El Consejo de la Prensa peruana,  en la voz de   Gonzalo Zegarra,   ha rechazado  el desacierto de las declaraciones , refiriendo que el trabajo de la prensa es investigar a los más poderosos y a su entorno.

La crítica ha sido general, no ha dado nombre de medios, aunque se haya referido  al tema de empresas concentradas de medios – léase grupo El Comercio-.

¿Pueden los medios desestabilizar al gobierno?

Las afirmaciones del presidente buscan dejar mal parados a los medios peruanos, sin embargo éstas también afectan al gobierno. En un mundo cada vez más global, las noticias nacionales traspasan fronteras y son conocidas a nivel mundial, minuto a minuto. Son conocidas las acciones positivas o negativos  de  todos los gobernantes. El presidente peruano enfrenta actualmente cuestionamientos no sólo de su gestión, sino también de su esposa, en el ámbito de lo público,  que no han sido oportunamente esclarecidos. La primera dama está concurriendo al Congreso para aclarar los cargos que se le imputan.

Históricamente sabemos  que es un recurso  de  los gobiernos atribuir  malas intenciones a los medios  cuando éstos informan de todas las disfunciones gubernamentales y las encuestas muestran un nivel bajo de aceptación presidencial  en la población.  El presidente tiene una aprobación  baja según las encuestas. Y  es consecuencia de la inseguridad, la corrupción  y la situación económica,  que son percibidas  como las mayores preocupaciones de la población.  Un 64% cree que la economía no se ha reactivado, y solo un 21% cree que el próximo año habrá más inversiones privadas.

Revisando  escritos, encontramos que la misma acusación fue hecha por Alejandro Toledo en el 2005 y que actualmente es usual en los presidentes Correa, Kirchner, o Maduro, en el ámbito latinoamericano.

Pongámonos del lado del  presidente   y abonemos unos medios   favorables a la gestión  gubernamental ¿Favorecerá ésta al gobernante?  No, y más bien lo perjudicaría,  porque  esta información no coincidiría  con la opinión negativa que los diversos sectores de la sociedad  pueden tener  de una labor gubernamental, partiendo de la simple observación de la realidad.  Con el agravante  de que los medios, ante la desinformación,  perderían credibilidad ante la sociedad. Si los medios callan, niegan a la ciudadanía el conocimiento  que le da la capacidad de participar significativamente  en el proceso político y social.

En consecuencia, no son los medios  los que pueden mejorar o desestabilizar al gobierno. Son los propios actos: hacer bien lo que le toca y hacerlo saber  es la cuestión central de las autoridades gubernamentales como  organización en relación a su Imagen

Si hay una buena práctica, que es igual a cumplir bien el cargo  para el que el país lo ha nombrado: trabajar en la defensa, desarrollo, y bienestar del país, velar por una mejor calidad de vida para sus ciudadanos, con obras concretas  a corto, mediano y largo plazo; los medios no podrán informar lo contrario.

Si la práctica es disfuncional, las denuncias y las críticas de los medios resultan  esenciales para que  los funcionarios públicos puedan  captar mejor el sentir de la gente, identificar los aciertos y reconocer y corregir las deficiencias.

La fiscalización de  los medios puede ser un buen elemento de control de la actividad pública en beneficio del bien común de los peruanos. Vemos que la divergencia entre la actuación del gobierno y los fines que le corresponden, genera reacciones sociales  y en consecuencia no se produce  esa identidad  y confianza de la ciudadanía  con sus gobernantes  o autoridades como ellos quisieran. La coherencia entre estos  fines   y su actuación beneficiarían a todos los que atribuyen a  los medios un complot  para desestabilizarlos.

En defensa del periodismo

Los gobernantes siempre querrán  que los medios informen  solo de sus aciertos e intereses; lo que les perjudica no es objeto de información. Ante esta postura recurrente, es necesario poner los puntos sobre las íes, en la labor informativa.

  1. La información es el objeto de un derecho humano y la libertad el único modo de ejercitar con sentido ese derecho. En consecuencia la información pertenece al público en el ámbito jurídico y no a los gobernantes de turno.
  2. La buena imagen de los gobernantes no se cultiva porque los medios los alaban, sino porque hay coherencia entre su actuación y la búsqueda del bien de la comunidad que rige.
  3. El papel del Estado en el ámbito informativo es concreto: Garantizar y respetar la libertad de información, el acceso a la información pública, asumir que los gobernantes están sujetos al control social y mantener una relación abierta con los medios, sin connivencias , ni condicionamientos.
  4. Los periodistas deben estar atentos a las presiones y eso implica responsabilidades en el ejercicio. Sólo siendo independientes del gobierno, de los funcionarios públicos, de los partidos políticos, de los grupos económicos, los medios podrán constituirse en un sistema institucional de control social, ético y confiable, porque goza de credibilidad.

Terminaré con una frase de Francisco Gómez Antón, quien nos acaba de dejar, como agradecimiento  póstumo a sus enseñanzas, en torno a la información y la democracia: “Cuanto mejor  informada esté la sociedad, más inmune se hace a los intentos de manipulación. Y al contrario: la manipulación se hace posible  en la medida que la información pierde altura e independencia.” (Como reconocer  si es una democracia lo que se tiene delante, 1996, p.103)

La sociedad precisa de   un periodismo vigilante y fiscalizador, no cautivo; aunque haya muchas dificultades propias y externas. Todo un reto!

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