Los medios de comunicación están dictando a nuestros niños y jóvenes cómo deben comportarse, en qué se deben convertir y qué deben conseguir. Sin embargo, casi ninguno de los modelos que les proponen tiene como objetivo formarlos como ciudadanos de bien, sino más bien, convertirlos en máquinas perfectas de consumo. Facultad de Comunicación. Universidad de […]
Por Juan Carlos More. 12 agosto, 2015.Los medios de comunicación están dictando a nuestros niños y jóvenes cómo deben comportarse, en qué se deben convertir y qué deben conseguir. Sin embargo, casi ninguno de los modelos que les proponen tiene como objetivo formarlos como ciudadanos de bien, sino más bien, convertirlos en máquinas perfectas de consumo.
Facultad de Comunicación. Universidad de Piura
Estas nuevas generaciones se inventan una fiesta casi por cualquier motivo, hasta por el más descabellado. Tratan de convertir las fechas ordinarias en pequeñas campañas navideñas (venta de cosas y entrega de regalos) sin una reflexión trascendente sobre el ser humano. La responsabilidad de guiarlos adecuadamente es de los padres, que deben velar por el futuro de sus hijos, y por los ciudadanos en los que se van a convertir.
Impacta percibir el nivel de insensibilidad al que estamos llegando ante los contenidos que recibimos a través de los medios, especialmente a través de las imágenes. El viernes 7 de agosto, las pantallas y medios amanecieron con una trágica y cruda imagen de una mujer que fue decapitada por un helicóptero; en algunos medios, la imagen estaba pixelada, en otros no. Es un ejemplo del nivel de morbo que los medios buscan despertar en el público.
No hay un mínimo respeto por el dolor ajeno; pero nos escandalizamos cuando no se respeta el nuestro. Esto ocurre con el gremio periodístico. El 2013, un reportero gráfico de un medio nacional fue asesinado. Otro medio mostró imágenes, como suelen hacerlo con cualquier otro ciudadano. Y el gremio protestó para repudiar la falta de respeto a la dignidad del compañero fallecido y por el morbo visual del que hacía gala el canal. Inclusive promovieron un boicot para que nadie sintonizara el programa en el que se transmitirían estas imágenes. Qué bueno sería que esto se hiciera con todos los casos.
No debería ser un negocio
Si analizamos las imágenes y modelos de comportamiento que se exhiben en los medios de comunicación y entretenimiento, tal vez entenderíamos mejor los problemas de la sociedad. Estos medios coinciden en los estereotipos de hombre y de mujer que promueven. Los bloques de entretenimiento, ocupan cada vez más espacio en los noticieros. ¿Por qué? ¿Hay acaso un movimiento cultural creciente en el teatro, cine, danza y televisión? No; sino que los grupos de comunicación han fusionado a los canales con diarios importantes, que son medios predominantemente informativo, pero, contrariamente a lo que se podría pensar, la cantidad y calidad de información no son mayores.
Los espacios ganados promocionan los propios programas de estos grupos e incluso, ganan rating con escándalos de la farándula del propio canal y de otros. Después de todo lo que interesa es vender; y el rating es dinero. Lo pagan los anunciantes por cada segundo en pantalla, en los programas que captan la mayor cantidad de público frente a sus pantallas.
Ojalá que los canales, obligados a sacar nuevas licencias para la nueva etapa de la televisión digital terrestre, recuerden que están haciendo uso de un bien público y que tienen la responsabilidad de informar (para asegurar una democracia saludable), entretener y educar, no solo con programas educativos, sino a través de verdaderos modelos de comportamiento.
La violencia y la sensualidad son baratas
El nivel de contenidos de violencia en las pantallas y la cosificación de la figura femenina y masculina en los protagonistas de cualquier programa televisivo, no requieren de un equipo talentoso de guionistas. Tampoco de un estudio de mercado o un test para ver si el producto se venderá o no. Es un producto que muy probablemente genere rating, porque el morbo es algo natural en el ser humano.
Si vemos qué llena las pantallas, veremos que no es la variedad ni de formatos ni en los estilos, ni siquiera en las estrategias de comunicación. No hay creatividad ni innovación.. La publicación de que la Rana René (Kermit the Frog) y Miss Piggy (o la señorita Piggy) han roto su relación, justo antes del estreno de la nueva serie de los Muppets, no es sino un guiño a la industria y al público.
No debe sorprender que muchos de los formatos más criticados tengan éxito y se vendan incluso fuera del país. Los productores se aseguran de no fracasar, contratando o comprando algo que ya ha funcionado y que está probado con un público y durante un tiempo comercialmente prudencial.
Más costoso y arriesgado sería convocar a talento joven de las universidades del país para que generen contenido de vanguardia que promuevan historias de calidad, con contenidos universales y sin los anzuelos baratos del sensualismo, la violencia o lo más retorcido del género humano.
Los formatos ya no son lo que eran antes
La falta de calidad está en todos los tipos de contenidos; y, el informativo no es la excepción. El formato de la entrevista, hecha por un periodista bien preparado e informado, está casi en desuso. Hay pocos entrevistadores. Y no se ven muchas buenas entrevistas al aire. De la misma manera que los debates de candidatos presidenciales, han perdido su propósito, porque nadie debate en política. El formato ha degenerado en el enfrentamiento televisado de candidatos que se atacan desempolvando o insinuando debilidades personales, partidarias o calaveras en los roperos. Pero no hay debate, argumentación de ideas que refuten las del oponente. Y, sin embargo, lo seguimos llamando debate. La Real Academia Española debería añadir una acepción nueva para este tipo de ‘debate’.
Las noticias, para que no palidezcan frente al entretenimiento y la ficción, ahora se musicalizan e incluso tienen introducciones cada vez más llamativas; la radio también vive este fenómeno. Hace unos meses unos delincuentes atacaron buses interprovinciales en pleno movimiento. Esta modalidad es denominada “la patineta” por los policías. Una radio nacional, y con ella muchos otros medios que nos informaron al respecto, decidieron denominarlos “a lo rápidos y furiosos”, como la franquicia de películas de Hollywood. Y, por supuesto, para dar la noticia, esta radio y varios canales de televisión, utilizaron varios segundos de música de la película para informar al respecto, contribuyendo a la glamourización del comportamiento delincuencial de esta banda y mostrando una deformación más para el panorama de nuestra sociedad.
Si se ven las noticias en las que se informa sobre un ataque de sicarios, las imágenes que veremos serán de los cadáveres, la mayor cantidad del tiempo posible. Pixelando algunas pequeñas partes de la pantalla, se pretende cumplir con el respeto que se le debe a la memoria de la víctima y al público. Lo mismo ocurre con las noticias sobre violaciones. Vemos imágenes de las víctimas y también dramatizaciones. Si se trata de menores de edad, se les cubre los ojos con una franja negra, pero se muestra a sus padres parados frente a la puerta de sus casas.
En cualquier caso, lo que nunca tendremos será un análisis de la problemática social o del incremento de la violencia ni sus posibles causas. De hecho, cuando un político, autoridad o candidato habla de (in)seguridad ciudadana, habla de cuántas cámaras, patrulleros inteligentes, motos, armas, armas no letales, se piensa comprar. A nadie le interesa hablar sobre generaciones de jóvenes que no ven su futuro con esperanza, ni con la ilusión de construir un país y un futuro mejor ni interesa explicar a los jóvenes porqué no se ven a sí mismos esforzándose por lograr metas o por alcanzar el éxito. Éxito en todo el sentido de la palabra.
Hace algunos años uno aparecía en televisión porque se había hecho famoso, gracias a su talento. Hoy, parece ser, que uno se hace famoso porque aparece en televisión. ¿La razón? no importa. Lo único que importa es aparecer y hacerse famoso (porque esto no requiere esfuerzo), lo demás viene con la fama.
Hoy, destacar por la inteligencia y el esfuerzo, sólo asegura el bullying, y en la pantalla se valora más el cuerpo que el talento, el disfrutar hoy y ahora más que el esfuerzo por la meta de mañana. Que no nos sorprenda entonces la sociedad que estamos consiguiendo. Porque si no hacemos nada al respecto, nosotros también somos parte del problema.