Imaginemos el esfuerzo del hombre de las cavernas por plasmar sus actividades en cuevas rocosas. Volvamos al siglo XXI, la imagen está por todas partes. ¿Sigue siendo cultura, legado, arte?
Por Elena Belletich Ruiz. 25 septiembre, 2015.Imaginemos por un momento el desborde de creatividad del hombre de las cavernas en aquellas asombrosas líneas, trazos e imágenes que han sobrevivido por miles de años. Imaginemos su esfuerzo por plasmar sus actividades en aquellas cuevas rocosas y superficies imperfectas. Volvamos al siglo XXI, la imagen está por todas partes, también con sonido; pero, ¿sigue siendo cultura, legado, arte?
Desde las pinturas rupestres a nuestros días han pasado más de 40 000 años y, con ellos, miles de descubrimientos de toda índole y algunas revoluciones tecnológicas. En pleno siglo XXI vivimos quizá una de las más grandes de todas: la digital. Veamos cómo es hoy, por ejemplo, el llamado séptimo arte: el Cine y, en general, el mundo audiovisual.
Los tradicionales códigos de información han cambiado. El Periodismo, la Comunicación, la Publicidad, el Marketing y casi todas las actividades humanas, incluyendo las científicas, necesitan de la imagen, las consumen, las utilizan. Una empresa moderna no es tal si no ha pasado de la imagen impresa a la televisiva, a la audiovisual y, de estas, a la digital.
Pero, ¿cómo hacer que esta imagen tenga vida, la transmita y trascienda, haciendo que no sea solo un rápido y fugaz contacto con la realidad o una captura instantánea para un selfie que se publica en el Facebook? Se debe cuidar su contenido, su lenguaje y estética, sin despegar la imagen de su matriz: la Comunicación. Frank Capra, uno de los más grandes directores cinematográficos, destacó alguna vez el poder que tienen los cineastas de hablar en la oscuridad, durante dos horas, a miles de personas. Pues, bien, este es el mismo poder que tienen los responsables y realizadores de otros productos audiovisuales: atraer multitudes, captar su atención a través de documentales, programas familiares, deportivos, de farándula, y hasta de los noticiarios, programas políticos y materiales de marketing. Nadie duda de ese poder, pero, ¿está siendo bien utilizado?, ¿se cumple alguna función formativa a través de la imagen?, ¿el mensaje es positivo o construye algo?
Lo audiovisual: ¿más o menos comunicación?
Vivimos en un mundo audiovisual, confirma Alejandro Machacuay, magíster en Historia y Estética Cinematográfica y docente de la Universidad de Piura (UDEP). “A diario consumimos productos audiovisuales, no solo de los medios clásicos (cine o TV) sino también en los smartphones, tabletas, laptops, dice. Convivimos con ellos y los consumimos más que nunca”. De ahí que, señala Machacuay, sea tan importante el conocimiento del lenguaje audiovisual porque “un buen espectador reconoce, entiende, interpreta y valora los elementos del lenguaje audiovisual que utiliza el realizador o el director para transmitir su mensaje. Este conocimiento le permitirá apreciar, contemplar, criticar o rechazar los contenidos audiovisuales”, anota.
Esta proliferación de medios y la abundante oferta de mensajes audiovisuales traen también “programas considerados telebasura, originados por el mercantilismo, en los que solo interesa el rating. Existe una crisis del espectador que, ante la avalancha de programas de pobre contenido, corre el riesgo de corromper su mirada, de perder la sensibilidad ante la belleza fílmica que, por el contrario, forma y humaniza”, indica el experto.
Para él, una de las soluciones sería el estudio del lenguaje cinematográfico. “Hace falta tomar medidas para mejorar la comprensión audiovisual. Así como se aprende el lenguaje escrito, se debe enseñar qué es el lenguaje audiovisual, desde que un niño inicia sus estudios. Y, así como el gusto de la lectura se incentiva con un buen libro, el gusto por el audiovisual se incentiva con una buena obra de este tipo; con espacios diversos para apreciarla; con la crítica y la promoción de un buen producto; con espacios de apreciación cinematográfica como el Cine fórum que promueve la UDEP”, menciona.
“Francia, desde hace tiempo incluyó dentro de su currículo escolar la enseñanza del cine y del lenguaje audiovisual. Actualmente, hay cineastas que perciben y son conscientes de esta crisis del espectador, como el director, productor, actor y guionista Martín Escorsese, quien es un gran promotor de la enseñanza de lo audiovisual en las escuelas”, comenta Machacuay.
Recuerda a Frank Capra, quien decía que sabiendo que las películas llegan a gran público es fundamental contar buenas historias que ayuden y eduquen. De ahí que tenga películas tan buenas y aleccionadoras, consideradas obras maestras del Cine como: Qué bello es vivir, Caballero sin espada, Sucedió una noche, Vive como quieras, en las que el lenguaje audiovisual se eleva a una categoría artística. Así como él, anota el docente, hay directores que piensan en el público. Menciona a Steven Spilberg y Clint Eastwood que abordan y promueven grandes temas humanos. En pocas palabras, urge aprender a contar buenas historias.
El profesor Machacuay refiere que: “una película es buena cuando hay coherencia entre el fondo y la forma; es decir, entre los temas que aborda (el mensaje) y el tratamiento visual. Debe haber un equilibrio entre ambos. Puede ser que una película tenga buenos temas pero que no funcione cinematográficamente (en el uso de los planos, montaje, música etc.); o, por el contrario, que haya un buen trabajo visual que esconda alguna ideología en el mensaje o una intención manipuladora. En resumen, como señalan los expertos, hay que buscar la coherencia entre ética y estética”.
Añade que, más que nunca, se requiere promover los principios y valores y dar un tratamiento creativo al lenguaje audiovisual, de modo que se exija esfuerzo intelectual al televidente, ante el producto: noticia, película, documental, etc. Inclusive, señala que la preocupación por la mejora del cine ha llevado a algunos a querer que los directores pasen a hacer televisión, que es donde menos se cultiva la estética audiovisual.
Lo audiovisual desde las aulas
El docente Juan Carlos More Mori, director del área académica de la carrera de Comunicación Audiovisual de la UDEP, citando a George Gerbner, el iniciador de la teoría del cultivo o Mean world syndrome, señala que ni la familia ni la iglesia ni la escuela tienen la oportunidad de estar tanto tiempo en contacto con la juventud, como los medios de comunicación. Por ello, es tan importante elevar el nivel y la calidad de lo que se proyecta y transmite a través de las pantallas: información, entretenimiento, ficción, cultura, etc.
Hace falta también que en las universidades se cultive la Comunicación audiovisual, para formar al alumno y enseñarle cada uno de los elementos de la producción audiovisual, basados, lógicamente, en lo que es la estética audiovisual. “Ese buen gusto se complementa con los otros conocimientos y tipos de comunicación; no nace de la noche a la mañana. Una buena forma de cultivarlo es conociendo el lenguaje cinematográfico, viendo buenas obras y creciendo en lo espiritual. No basta con ver y conocer buenas películas sino que hay que saber de la vida”, explica el Mgtr. Machacuay.
En su génesis, a través de la Facultad de Comunicación, la Universidad de Piura buscó influir positivamente en la sociedad, con la formación de profesionales que eleven el nivel del periodismo. Hoy, las nuevas tendencias, los nuevos medios y las nuevas crisis, la han llevado a poner especial cuidado también en la Comunicación audiovisual, por el desarrollo tecnológico, el cambio en la forma de consumo de medios y el crecimiento del entretenimiento y la ficción a nivel mundial que se ha generado. “La nueva carrera permitirá que los estudiantes orienten mejor su perfil profesional, profundizando en los ámbitos de sus preferencias y potenciando su talento y habilidades en la aplicación práctica de la teoría”, expresa More Mori.
Sostiene que, en este tiempo de cambios, hace falta atender las tendencias que van surgiendo; por un lado, la especialización en los perfiles profesionales (periodismo, comunicación audiovisual y comunicaciones de marketing); y por otro, la integración de las plataformas. “Hoy se habla de una comunicación de convergencia y ‘transmedia’. En este sentido, un comunicador audiovisual no solo tiene que dominar las narrativas del cine o la televisión, sino también las redes sociales y la gestión de contenidos off line, por ejemplo”, remarca.
Por su parte, Machacuay Arévalo señala que todo lo que hagan los directores y productores de audiovisuales, las universidades y las familias, por ofrecer productos de calidad a los espectadores para que puedan elegir lo bueno, entre una oferta muy diversa, debe ir acompañado de políticas de las instituciones gubernamentales. “Estos temas son tan importantes como los que se discuten en otras áreas. La estética y el buen gusto parecen ser temas triviales, pero si todo el mundo los tuviera, no tendrían éxito esos productos malos que ofrece la televisión (de farándula, violencia y excesiva sensualidad). Estos, al ser tan consumidos y muy rentables, no son combatidos sino que se promueven más”.
Los porqués del poder de la imagen
Demos una mirada a lo que nos rodea y veremos que las imágenes están en todas partes: en una PC, en el móvil, en las calles, en la TV, en paneles digitales, en la Internet, las redes… No se podría vivir sin ellas.
Para el doctor Francisco Arbaiza, experto en Comunicaciones de marketing y docente de la Facultad de Comunicación de la UDEP, la razón de esta globalización de la imagen y de su ‘intromisión’ en nuestras vidas es simple: “diversos expertos del estudio del consumidor han demostrado, desde hace algún tiempo, que el 90% de la información que procesa el cerebro es visual. Por ello, la mayoría de las personas es capaz de recordar el 80% de las imágenes, y solo el 20% del texto o el 10% del sonido”. Señala que hay otro dato interesante que conviene tener en cuenta: “el cerebro humano procesa una imagen 60 000 veces más rápido que el texto”.
Por estas razones, Arbaiza, también experto en comportamiento del consumidor, no duda en afirmar que al consumidor de hoy se le conquista por los ojos y que esta nueva generación es la que está formando la llamada sociedad de la imagen. Una imagen vale más que mil palabras decimos a menudo y escuchamos repetir por doquier. Al hacerlo, no exageramos.
Arbaiza, indica además, que el valor y poder de la imagen “nace del conocimiento de que el 40% de los consumidores reaccionan mejor ante un contenido en formato imagen, que ante el texto plano. Entonces, si queremos que nuestro mensaje resalte, es fundamental crear un buen contenido visual. Una prueba del impacto de las imágenes es la gran acogida de las infografías en Internet o los memes en las redes sociales. Se ha comprobado que, en los últimos tres años, la demanda de este tipo de contenido, de carácter principalmente visual, ha aumentado un 800%”, anota.
Ocurre el mismo fenómeno con respecto al consumo. “Al buscar información, una imagen ‘vende’ más que mil palabras. Por ello, lo visual resulta cada vez más relevante para las estrategias de marketing. Un estudio realizado recientemente indica que el 65% de los usuarios considera más útil ver fotos del producto al detalle (en varias posiciones y con distintas aplicaciones), que una descripción pormenorizada del mismo. Es una tendencia recurrente en las generaciones más jóvenes”, puntualiza.