Doctor Ralph Coti, presidente del Consejo Directivo del Premio Esteban Campodónico Figallo y director de la Fundación Clover de Nueva York; Excelentísimo vice Gran Canciller de la Universidad de Piura, Padre Emilio Arizmendi; Excelentísimo Embajador de Italia en el Perú, doctor Mauro Marsili; señora Ana María Liliana Sánchez Vargas de Ríos, ministra de Relaciones Exteriores; […]
Por Dirección de Comunicación. 07 septiembre, 2015.Doctor Ralph Coti, presidente del Consejo Directivo del Premio Esteban Campodónico Figallo y director de la Fundación Clover de Nueva York; Excelentísimo vice Gran Canciller de la Universidad de Piura, Padre Emilio Arizmendi; Excelentísimo Embajador de Italia en el Perú, doctor Mauro Marsili; señora Ana María Liliana Sánchez Vargas de Ríos, ministra de Relaciones Exteriores; señor Alcalde de Miraflores, Dr. Jorge Muñoz; Señor Presidente de la Sociedad Italiana de Beneficencia y Asistencia, doctor Italo Cuneo.
Doctor Walter Alva, ganador del Premio Esteban Campodónico 2015; señores miembros del Jurado del Premio Campodónico; ilustres ganadores de ediciones anteriores; señores y señoras, muy buenas noches.
Me complace darles la bienvenida a esta nueva edición de la entrega de los Premios Esteban Campodónico que tiene, por lo menos, dos motivos de especial satisfacción.
Me referiré al primero de ellos: la oportunidad de ser partícipe del reconocimiento que hoy se otorga a la extraordinaria labor desarrollada por don Walter Alva en el descubrimiento y puesta en valor de una porción importante del patrimonio arqueológico del Perú, a través de la cual, el nombre del país ha trascendido las fronteras.
En palabras del historiador y catedrático universitario, Mons. Esteban Puig Tarrats (a quién agradecemos su presencia esta noche), “el descubrimiento de Sipán supuso un enorme hallazgo histórico que aún no se reconoce debidamente. No solo fueron huesos y objetos sino la historia de una cultura que deslumbró al mundo entero, sobre todo, por su ser y quehacer, sus creencias, sus ritos, su vida… Realmente la arqueología en el Perú, una vez desveladas las Tumbas Reales, ha plantado un hito divisorio profundo en la historia y en la Arqueología”.
Nunca tan bien expresada la grandeza de la labor del galardonado de esta edición del Premio. Así de grande y significativo ha sido el aporte dado por el doctor Walter Alva, y el que aún sigue brindando a través de la investigación y su concurso en importantes proyectos arqueológicos y culturales de nuestro país.
Este reconocimiento se otorga, precisamente, en una década en la que se han multiplicado las acciones y actividades que buscan la revalorización del rol de la historia, la arqueología y ciencias afines, en la construcción del desarrollo de un país o de cualquier región.
Hoy en día, son cada vez más numerosas las teorías que vinculan estas ciencias a la construcción del futuro de una nación; así como al conocimiento de su pasado y a la protección y recuperación de su patrimonio cultural, en sus diversas manifestaciones.
Además, se reconoce que el conocimiento del pasado fortalece nuestra identidad y el amor a la patria, en nuestro caso al Perú, que, en palabras del insigne historiador, Don José Agustín de la Puente: “no es un país inconsistente, amorfo, sin personalidad; al contrario, viene de muy respetables y altas culturas con raíces milenarias…”. En otro de sus escritos, el historiador reafirma: “El Perú se ha hecho, se ha formado en la historia a través de siglos y milenios; no es nuestro país una comunidad humana improvisada o fruto de una circunstancia. El Perú es obra de la historia”.
Por ello, es especialmente significativo que un arqueólogo, de la talla del doctor Alva, con más de 35 años de trayectoria profesional, que ha desarrollado la mayor parte de su actividad científica en el norte del país (Lambayeque), a través de la dirección de complejos arqueológicos y de investigaciones diversas, sea el galardonado de esta vigésimo primera edición de los premios.
Su trayectoria y los resultados de su trabajo e investigaciones han trascendido, como ya hemos dicho, las fronteras de la región y del país. Asimismo, su labor ha impulsado la promoción y defensa del patrimonio cultural, la educación, la cultura y proyección de los trabajos de carácter científico y museográfico de gran valor para la cultura y el desarrollo de las regiones, especialmente, las depositarias de herencia histórica, arqueológica, turística, entre otra, etc.
La importancia vital de la defensa del patrimonio cultural es precisamente a la que se refiere el Papa Francisco en su encíclica Laudato si. El Pontífice afirma que además de la amenaza que se cierne sobre el patrimonio natural hay un patrimonio artístico y cultural, igualmente amenazado. Este patrimonio, dice el Papa: “Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio”.
El papa Francisco reclama también atención a las culturas locales de las que dice, “son no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente”. Alerta también que la “visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad”.
Confiamos en el que el doctor Alva, las personas que él ha formado con su ejemplo, sus descubrimientos y estudios, así como los gestores culturales, historiadores, arqueólogos, y todas las personas e instituciones vinculados a la defensa del patrimonio cultural continúen esta valiosa labor, muchas veces silenciosa, y en algunos casos no reconocida, que engrandece más a nuestro Perú y fortalece nuestra identidad.
Al comienzo dije que esta ceremonia es doblemente grata. El segundo motivo de beneplácito es el poder compartir con ustedes la alegría de la celebración de los 150 años del natalicio de don Esteban Campodónico Figallo, cumplidos el 3 de agosto; y alrededor del cual se realizan, desde ya, acciones especiales.
Así, por ejemplo, hace dos años, se ha iniciado una investigación exhaustiva para realizar una biografía documentada del creador del Premio Campodónico. Es una tarea ardua, pero gratificante, que incluye visitas a los archivos de las instituciones a las que don Esteban Campodónico estuvo vinculado en vida: la Facultad de Medicina de San Fernando, la Beneficencia Pública de Lima, la Municipalidad de Lima, la Sociedad Italiana de Beneficencia y Asistencia, la Biblioteca Nacional.
Esperamos que, al compartir los resultados de la investigación, convertida en una publicación de homenaje, podamos también iluminar etapas de la historia y escenarios que, gracias a este filántropo cobran interés, como: el conocimiento de una parte de la historia de la comunidad italiana, de la facultad de medicina, del gobierno municipal en los años 20, de la ocupación de Lima, entre otros; así como el impacto que tuvieron en el país acontecimientos mundiales como la Primera Guerra Mundial.
Sin duda, esta y otras acciones que se irán realizando, constituyen un justo homenaje al médico italiano que llegó al Perú, con apenas 13 años, y dedicó su vida al servicio de la medicina, del Perú, de su gente; de la ciencia y de la humanidad en su conjunto. Y que hoy, después de más de 75 años de su muerte, sigue (a través del Premio Campodónico) promoviendo y alentando el servicio a la sociedad peruana, de personas e instituciones que trabajan en y por el desarrollo del país.
Fue precisamente, por la voluntad testamentaria de este filántropo, que desde 1994, con el mandato y supervisión de las Cortes de Nueva York, la Fundación Clover y la Universidad de Piura asumieron el reto y la gran responsabilidad de organizar cada año este Premio. La Fundación, asumió la tarea de administrar el fondo (que en aquel entonces bordeaba el millón de dólares), custodiado en el City Bank; La Universidad –invitada por la Fundación Clover– asumió la gestión del Premio en el Perú.
A la fecha, 27 personas y 16 instituciones han recibido el Premio. De ellos, 19 en el Área de Actividad Profesional Destacada y 24, en el Área de Servicios Directos a la Sociedad.
Como vemos, el aniversario del natalicio de don Esteban Campodónico Figallo y el reconocimiento al doctor Walter Alva, unidos a la presencia de galardonados de otras ediciones de los Premios y de cada uno de los presentes, hacen que hoy tengamos especiales motivos de alegría y celebración que, con beneplácito, compartimos esta noche con cada uno ustedes.
Les reitero la bienvenida a este Campus de la Universidad de Piura y a la Vigésima primera edición de entrega del Premio Campodónico 2015.
¡Muchas gracias!