El doctor Viladrich dictó la conferencia “La juventud, edad privilegiada para aprender a amar”, con motivo del inicio de la fase preparatoria del Congreso Internacional Universitario (UNIV 2016).
Por Elena Belletich Ruiz. 15 octubre, 2015.La fragmentación y la soledad que se vive actualmente solo la podrán remediar las mujeres, al igual que podrían también agudizarlas aún más, dijo el doctor Pedro-Juan Viladrich en su conferencia “La juventud, edad privilegiada para aprender a amar”. El experto español desarrolló el tema, ante un grupo de profesoras y universitarias, en el marco de la fase preparatoria del Congreso Internacional Universitario: La huella de la familia. (UNIV 2016), que se realiza cada año en Roma, durante la Semana Santa.
Viladrich, investigador senior del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra, señaló que el rol de la mujer en la sociedad representa lo más humano de lo humano. Es más, “permite que la humanidad sea amable y se encuentre a sí misma, como reflejo del Ser Trino…”. Es la mujer –y solo ella- quien humaniza las relaciones en el hogar, con los amigos, en el trabajo. Ella es la única que posee y representa el seno de la vida: esa dimensión materna que es la capacidad de dar vida. “Toda mujer es madre de la vida, en cuanto la humaniza”, anotó.
El amor que disgusta, no es amor
¿Qué sería de la humanidad sin esa dimensión de afecto tremendamente cálido que irradia la mujer? ¿Qué sería del hombre sin la belleza, apreciada desde el punto de vista de la mujer y que se fija en lo pequeño, en el detalle?, se preguntó el experto en Derecho Canónico. Es evidente que la mujer cumple ese rol único desde el comienzo de la vida, anotó. Viladrich también aconsejó a las universitarias a aprender a descubrir el verdadero amor, que es donación y acogida: “cuando el amar nos disgusta, no es amor. El amor es alegría, disfrute, banquete, apoyo…”.
Asimismo, les recordó que todo ser humano nace necesitado de alimento y también de amar y de ser amados. “Esto forma parte del Dios Uno y Trino, cuya presencia se encuentra en nuestra naturaleza humana”.
En el diálogo que mantuvo con las universitarias, les aconsejó valorar la juventud, que es la mejor edad para aprender a amar, para no perderse y para aprender a hacer el bien en lugar del mal, y para no fragmentarse, señaló.