El docente de literatura de la Facultad de Humanidades, Crisanto Pérez, comenta y recomienda tres libros de este autor a propósito del centenario de su muerte.
Por Ioanna Gallo. 01 marzo, 2016.Otra vuelta de tuerca (1898)
Ofrece una idea precisa sobre cómo la ficción y la realidad se solapan y confunden en la carrera por ver cuál resulta más verosímil. Algo que debemos destacar de esta novela es el propio título, que no hace alusión a ninguno de los personajes ni a la trama misma sino a la propia interpretación de lo que se cuenta.
Por una institutriz sabemos que los niños, que recientemente ha tomado a cargo, ven los fantasmas de su anterior cuidadora –señorita Jessel– y del criado –Peter Quint–, quienes mantuvieron una escabrosa relación y murieron en la vieja mansión en la que viven y transcurre la acción.
Lo interesante en esta novela es que uno no sabe a ciencia cierta si los niños ven los fantasmas, si los fantasmas existen o si tanta fastamagoría ha sido en realidad una recreación de la nueva institutriz. En este caso, la ambigüedad más que un defecto, es el resultado de un equilibrio premeditado y muy calculado por el autor.
El retrato de una dama (1881)
En el libro se observa la fidelidad con que el autor explora e intenta plasmar, por medio de la palabra, el mundo interior de sus protagonistas, casi siempre femeninos.
Esta novela es la crónica de la formación de una dama a la inglesa, de origen neoyorquino, Isabel Archer, quien decide viajar a Londres con una tía suya para evitar a un pretendiente del que no está enamorada. Cuando llega a casa de su tía se encuentra con su tío y con su primo Ralph, ambos enfermos. Ralph se enamora de Isabel y por eso no le habla de su enfermedad. Isabel recibe la propuesta de matrimonio de un amigo de Ralph, Lord Warburton, que rechaza. El padre de Ralph muere, dejando la mitad de su herencia a Isabel, para que ella tenga libertad absoluta a la hora de decidir su futuro sentimental. Isabel viaja a Roma, donde conoce a la señora Merle, que consigue enamorarla de un tal Gilbert Osmond.
Ralph le desaconseja que se case con él pero, pensando que habla por despecho, ignora sus advertencias. Se casa con él y después se dará cuenta de que le hará la vida imposible. Ralph muere y reaparece su primer pretendiente en Londres, quien le aconseja anular su matrimonio para casarse con él pero ella prefiere, por dignidad, aceptar su error y seguir adelante.
Las alas de la paloma (1902)
El autor asume el resultado final de su recreación de la realidad. Descubrimos, a partir de las maniobras de Kate para poder casarse con Merton, la verdadera personalidad manipuladora de la primera frente a la inocencia conflictuada del segundo. Kate Croy, londinense, es la protegida de su tía, la rica Maud Lowder, quien no ve con buenos ojos su relación con el periodista norteamericano Merton Densher. Al darse cuenta de que su tía nunca aceptará esa relación, finge abandonarlo y aceptar que Lord Mark la corteje.
Una antigua amiga de su tía, Susan Stringham, llega a Londres desde Estados Unidos para ser dama de compañía de Milly Theale, heredera única de una gran fortuna de una familia en la que todos sus miembros han ido falleciendo de una extraña enfermedad. Estando ella misma muy enferma, Kate convence a Merton para que se case con ella, de modo que en poco tiempo pueda convertirse en un rico viudo a quien su tía ya no vería con malos ojos. Merton accede, se casa con Milly, quien fallece poco después. Merton, sin embargo, se siente mal por lo hecho y termina renunciando a la herencia y todo el plan de Kate fracasa.
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