El Diccionario de Peruanismos muestra palabras y locuciones creadas por los peruanos y aceptadas por la comunidad. Sus páginas son una pequeña muestra de la lengua nacional.
Por Tania Elías. 23 mayo, 2016.“Qué buena raza”, “quemarse las pestañas”, “romper el chanchito”, “saludo a la bandera” “alanismo”, “fujimorismo”, “margarito”… La expresividad que caracteriza la manera de hablar del peruano se reúne, por primera vez de una forma académica, en DiPerú. Este Diccionario de Peruanismos muestra palabras y locuciones creadas por los peruanos y aceptadas por la comunidad. En sus páginas, que son una pequeña muestra de la lengua nacional; lo coloquial y culto reflejan su cultura y realidad.
La Academia Peruana de la Lengua y la Compañía de Minas Buenaventura S.A.A. presentó, el 6 de mayo, el “DiPerú, Diccionario de Peruanismos”. En la revisión final de las entradas de esta obra participó la Universidad de Piura, a través de las profesoras Susana Terrones, de la Facultad de Comunicación; Claudia Mezones, de Ciencias de la Educación; Shirley Cortez, Carola Tueros y Eliana Gonzales de Humanidades. El trabajo se coordinó con el lingüista y director técnico de la investigación, el doctor Julio Calvo Pérez.
La profesora Eliana Gonzáles señala que la publicación es una obra valiosa porque es el primer diccionario académico del Perú. “Lo que hemos tenido hasta ahora han sido repertorios léxicos, importantes claro, pero no de esta envergadura”, dice. Entre ellos menciona los trabajos de Juan de Arona, Ricardo Palma, Miguel Ugarte Chamorro, Juan Álvarez Vita, Martha Hildebrandt, entre otros.
Para la docente Shirley Cortez, DiPerú es una muestra de la riqueza léxica del país, pero no la totalidad. “Partimos de la idea que ningún diccionario va a incluir todas las palabras de una lengua. Al revisarlo encontraremos varias que reconocemos como nuestras y otras que, pese a serlo, no han sido incluidas. Es forzoso hacer una selección que trate de representar todas las partes del español peruano: costeño, amazónico y andino”, explica.
Habla, pues…
El DiPerú reúne al cholo, al chocherita, al churre, al calato; a la ocopa, al ociosear, al menestrón, la menudencia, el melcochudo… al mermelero. “Todas son frases y palabras comunes en las regiones o en todo el país. Uno de los requisitos para incluirlas era que tengan una extensión en el uso bastante amplia, que sean conocidas”, señala Shirley Cortez.
Estas se propusieron por un espacio de 10 años. En el diccionario van acompañadas de una marca que señala el registro de uso; es decir, si se emplea en el ámbito coloquial, popular, vulgar, etc.; en otros casos, aparece una marca diatópica cuando se trata de un uso de alcance regional.
Matrisuicidarse, por ejemplo, tiene la marca de festivo. Se entiende que se utiliza en son de broma, en un contexto familiar o entre amigos, para referirse a la celebración de un matrimonio. Matagente hace referencia al juego infantil; churre, marcado como coloquial y piurano, designa a una persona que está en la niñez; chiquiviejo, al joven que se comporta o tiene rasgos de una persona mayor.
Los encargados de trabajar la propuesta también han prestado atención a las palabras más actuales, como cuyada, que –según el DiPerú- es un término que describe la actividad social donde se consume cuy frito (que está en la línea de pollada o parrillada) con el fin de conseguir fondos económicos.
Se incluyen voces propias como balay, cariche, combinado, coreuta, datero, interclubes... y expresiones coloquiales, tales como asu mare, estar con roche, hijito de mamá, hilar fino, jalarse de los pelos, pasar piola, sacar el ancho, naca la pirinaca…
No falta el machetear. Este término incluye dos entradas que lo explican: ‘Herir o matar a alguien con un machete’ o ‘burlarse irónicamente de alguien’. El ejemplo que incluye esta entrada en el diccionario resume lo que se espera no se diga de esta publicación. “¿Por qué siempre tenemos que machetear lo peruano en vez de resaltar el esfuerzo…?”.
Así surgen las palabras
Las palabras responden a las necesidades de cada comunidad y están estrechamente vinculadas a un momento histórico, cultural, político. “Esto ha permitido que voces como alanismo, fujimorismo, senderista, emerretista, margarito…, formen parte del léxico peruano y aparezcan recogidas en DiPerú”, señala Eliana Gonzales.
Afirma que otras, en cambio, han sido desplazadas por unas más modernas. “Así, los profesores hemos pasado a ser facilitadores; mimosa circula ahora con el mismo significado que lo hacía antes serena. Habrá palabras que irán cayendo en el olvido como ícaro (‘antiguo autobús de dos módulos articulados’) y malón para referirse al inesperado ‘ataque de indios, generalmente contra poblaciones de mestizos”, refiere.
Está apafa, pero no apamafa, que ya empieza a circular cada vez con más fuerza. Lo mismo pasa con pichanga que sí ha sido incluida, pero no la más popular pichanguita. “El peruano se decanta por cuentero, en lugar de la forma común cuentista. Se ha impuesto dalina para cualquier animadora infantil y chérry ha pasado a ser la ‘propaganda que realiza espontáneamente el individuo a un programa’ radial o televisivo”, enumera.
Asentadas ya e inamovibles del ámbito peruano, dice, están sánguche, sanguchería y sanguchero, aunque la norma culta insista en sándwich y sandwichería. Lo mismo ocurre con dos voces que el peruano las siente muy nacionales y que no se recogen ni en el Diccionario de Americanismos (2010) ni en ningún otro.
“Los profesores de Lengua insistimos en las reglas de tildación y remitimos a que revisen los solucionarios. Esto demuestra que si una palabra no aparece en un diccionario no significa que no exista. Claro que existe: en boca de los hablantes. Esto último deberán tenerlo en cuenta los sullanenses, gentilicio que no aparece en DiPerú, pues al no ponerse de acuerdo los propios pobladores, es válido al igual que sullanero”, anota la docente.