17

Jun

2016

Francisco Bobadilla

“La dama del alba va a las últimas realidades de lo humano: la vida y la muerte”

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El vicerrector adjunto de campus Lima, Francisco Bobadilla Rodríguez analiza la obra ‘La dama del alba’ a propósito de la Semana de teatro que se celebra en Campus Lima.

Por Ioanna Gallo. 17 junio, 2016.

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Para Francisco Bobadilla, de las obras de teatro de Alejandro Casona, La dama del alba es la que más le ha hecho pensar, “la profundidad es mayor porque se va a las últimas realidades de lo humano: la vida y la muerte”.

“Casona ha conseguido acercar la muerte a la vida, realidades ambas inseparables de la aventura humana. La muerte de Angélica será el desenlace feliz al nuevo escenario en la familia y a los nuevos enamorados. Esta obra de Casona todavía es una obra de final feliz pese al dramatismo de la trama”, abrevió el docente.

El argumento

La obra presenta un encuentro con la muerte, en contrapunto constante entre el temor y la resignación.

“Los que conocen la obra recordarán que la Peregrina aparece una noche en el pueblo y se dirige a la casa de los protagonistas, llega a buscar a uno de ellos. La figura de la muerte en Casona no es de horror.  Es más bien una mujer, inexpresiva al inicio, siempre calculadora y, en muchas ocasiones, frágil. Cuando se encuentra con los niños de la casa es capaz de sentir las alegrías y los goces de la vida que ella ciega. Se da cuenta de su vacío y de la incapacidad de amar y ser amada”, señaló Bobadilla.

Uno de los diálogos que muestra la humanidad de la muerte es el que la Peregrina tiene con el abuelo. Al respecto el profesor precisa: “Particularmente, me parece que uno de los momentos de mayor intensidad del drama es cuando el abuelo reconoce en la Peregrina a la muerte. Es la intuición de quien la ha visto cerca en tantas ocasiones y un día la tiene en frente. Otro momento de especial tensión es aquel en el que la Peregrina se asombra cuando en ella descubre los afectos de la condición humana, hasta sonríe y le cuenta sus traumas al abuelo: “cuando toco algo bello, lo mato. No puedo amar”.

La historia avanza. La Peregrina viene a buscar, no a los que están vivos en la casa, sino a la hija que ellos ya creían muerta, Angélica.

“Angélica justo regresa en la noche de la fiesta del pueblo. La casa está vacía. Todos están festejando la fiesta popular. Angélica se encuentra con la Peregrina y empieza un diálogo en el que Angélica se adentra en los pliegues de su propia intimidad. Ella se da cuenta que ya no pertenece a este mundo. La casa, el hogar, la familia, los hermanos y los amigos que un día dejó, llevada por la pasión, ya los había perdido.”

Lealtad, amor y familia

La Dama del alba muestra un caso de lealtad y de amor. Bobadilla remarca que “Martín, el esposo de Angélica decide guardar silencio sobre la fuga de su esposa. Deja correr la historia que el pueblo acogió como cierta aquella noche fatídica: Angélica había muerto en las aguas del río. Lo que Martín hizo fue mantener la buena fama de Angélica, en su casa y en el pueblo: mantuvo en secreto la infidelidad de Angélica al fugarse con su amante. Fue leal al recuerdo de la esposa y al cariño de los suegros.”

Finalmente, sobre la llegada del nuevo amor, Francisco Bobadilla indica: “Cuando Adela aparece en la casa la alegría regresa al hogar. Martín vuelve a descubrir la calidez del amor. Un amor que al inicio le suena a traición y por eso intenta apartarse afectivamente. Sin embargo, el corazón pudo más y el cariño une a la familia y a los enamorados. Luego, con esas formas misteriosas que tiene la vida, los papás ven en Adela a la hija que un día perdieron en el río.”

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