Hace un año, visitó Campus Piura. Se dio tiempo para buscar y saludar a sus excolegas y exalumnos. Como siempre, llamó a cada uno por su nombre, saludándolos con la cálida sonrisa que la caracterizaba.
Por Elena Belletich Ruiz. 04 abril, 2017.
Thèrese Truel Bressou fue uno de los nueve profesores que empezó está aventura de iniciar una universidad en el desierto. Nació en París y era la tercera de tres hermanas.
Fue la primera docente mujer que llegó a enseñar a la Universidad. Entonces ya estaban los otros ocho profesores: Ricardo Rey Polis (el rector), César Pacheco Vélez, Miguel Samper, Javier Cheesman, Juan Antonio Ugarte, Víctor Morales, Ramón Mugica y José Ramón de Dolarea. En octubre del mismo año llegarían Juan Roselló y la doctora Luz González.
“Llegué un 5 de marzo, hacía calor, los tacos se incrustaban en la acera y la Universidad de Piura estaba lejos. Recuerdo que hacía muchísimo calor; pero prefiero mil veces el calor al frío. Beatriz Podestá (la primera secretaria) ya estaba ahí hacía dos días o tres”, nos dijo Miss Tere en una entrevista que le hicimos en abril del 2015.
Recién había terminado sus estudios de Cultura y Lengua Francesa en la Universidad La Sorbona, de París. Animada por San Josemaría Escrivá, decidió venir al Perú. “Me dijo que íbamos a empezar una universidad en Piura y me preguntó si estaba dispuesta a ir”.
Llegó a Lima 1968. Comenzó a enseñar Historia de la Filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos. En 1969, cuando inician las actividades en la Universidad de Piura, empezó a enseñar inglés. Esta también fue una visión futurista de la universidad, porque hasta ese momento no era importante la enseñanza de este idioma.
Genara Castillo recuerda con mucho cariño como “enseñaba de una manera tan sencilla y alegre, que nos hacía agradable el aprendizaje. Aunque éramos muy jóvenes, todos nos dábamos cuenta de sus esfuerzos para lograr que aprendiéramos. Siempre iba con material en las manos, con dibujos, con juegos, etc.”.
Miss Tere sintió siempre a la Universidad como suya, como su casa y se sintió piurana desde el primer momento. Cuando hablaba de su gente comentaba que era muy acogedora. Una vez le preguntamos: ¿Por qué decidió quedarse en la Universidad cuando llegó? “Me atrajo el cariño, la cordialidad, el sentirme en casa, querer a mis alumnos, quererlos de verdad… Aunque no siempre me acuerdo de los apellidos, me acuerdo de las caras; y los quiero mucho”.
Después de jubilarse, no perdía ocasión para estar en la Universidad (en Piura o Lima): en los encuentros con exalumnos, en las celebraciones por los 40 años, hasta en una última visita a Campus Piura en el 2016.
Su carisma y gentileza hacían que cada uno de sus amigos y colegas; y de sus alumnos la quisiéramos y recordáramos con inmenso cariño. Nos llamaba la atención de todos, cómo se acordaba de nuestros nombres. Esta fue una de las primeras lecciones que aprendió al llegar a la Universidad, de quien fuera su primer rector, el ingeniero Ricardo Rey Polis. Él la aconsejó: “a los alumnos hay que tratarlos con gran respeto y por su nombre”.
A la vuelta de los años comentaba orgullosa cómo se había desarrollado la Universidad: “del arenal en el que habíamos estado, donde silbaba y ululaban los vientos en la noche, a un vergel por donde hay tantos pajaritos, animalitos que pasan o viven ahí. Y, en cuanto a lo intelectual, hay gente muy capacitada. Hay intelectos tan valiosos que se pueden ir formando a base de darles oportunidades, porque no es la plata lo que hace al sabio sino el interés por aprender más. La gente que va a la Universidad está interesada por mejorar el intelecto y mejorar el Perú. Monseñor Escrivá decía que hay que darles esa oportunidad, para que no tengan que salir de Piura para obtener un título”.
Tenía una gran memoria: no solo para recordar las caras de sus exalumnos sino los detalles, hasta de sus estudiantes más inquietos, como Rosendo Lee Rubio. “Era un alumno que pintaba. Alguna vez me hizo una caricatura en la pizarra. Me hice la que no había visto nada. Venía a mi oficina a preguntarme cosas que no tenía mucho que ver con el curso, pero pintaba regio. Entonces le dije – tú de verdad quieres ser ingeniero?, ¿por qué no eres pintar?”.
“Él tenía ascendencia China, se fue con una beca a ese país. Después de un tiempo me encontré con que él, se había ido a vivir al sur de Francia, donde pintaba y se había casado con una francesa. Dibujaba y hacia unas caricaturas fabulosas. Me enseñó su álbum de trazos. Se sentó a la Plaza de armas y había dibujado hasta el silbido de los lustras botas”, recordaba Miss Tere.
Muy valiosos consejos
Con la mirada puesta en los cincuenta años, preguntamos a Miss Tere que pediría para la Universidad de Piura en esa fecha tan redonda y me contestó, con su habitual sonrisa: que siempre sea gente que haga bien su trabajo con cariño y que haga buen uso de su libertad, para que de esta manera sean felices.
Al preguntarle, ¿cuál es su secreto para haberse hecho querer tanto por sus alumnos? “Querer a la gente. Cuando uno quiere a la gente de verdad, quiere a cada uno como él o ella es; entonces, eso hace que haya empatía, es como darse con naturalidad sin cosa ficticia. Yo trataba de hacer mi trabajo como Dios manda. Desde el inicio hacía un plan y luego lo ponía en práctica con gente amiga, para que estuvieran contentos, satisfechos con lo que se lograba. Trataba que quisieran lo que estaban haciendo, no por el trato con la persona “x”, sino porque eso conviene para él o para ella.
A mis alumnos los quería muchísimo. Yo creo, que para tener un trato con una persona, necesitas entrar primero con naturalidad, sin poses; y, lo demás, después sale solo”.
Misas en Piura y Lima
Hoy se cumplen nueve días de la partida de Miss Tere Truel. Con este motivo, en Campus Lima y en Campus Piura se ofrecerá la Santa Misa, de las 12:55 p. m., por su eterno descanso. Estamos seguros de que su sonrisa seguirá acompañando a Piura, a sus exalumnos, excolegas y, especialmente el quehacer de la Universidad de Piura. ¡Hasta siempre Miss Tere!