El catedrático de Filosofía estuvo en Campus Lima para dictar Metodología de la Investigación, curso del doctorado en Humanidades. En la entrevista, comenta que es necesario incorporar la paz en el estilo de vida contemporáneo.
Por María José Salazar. 19 junio, 2017.Profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Universidad de Navarra, visiting scholar de Harvard University y autor de reconocidos libros como «Vivir, pensar, soñar» y «Convite a pensar», entre otros, Jaime Nubiola dejó a los participantes del doctorado en Humanidades con mención en Estudios sobre Cultura mucho más que lecciones sobre investigación: les abrió un horizonte amplio acerca de cómo hacer las cosas bien y el valor de ello en el mundo de hoy.
Vivimos muy de prisa y a veces parece que lo disfrutamos. ¿Por qué cree que esto sucede?
Se dice que el único placer que ha creado el hombre moderno es la velocidad y la velocidad nos ha dado multilocalidad. Esto ha cambiado nuestra manera de relacionarnos, pero no creo que vayamos más rápido, sino que, sobre todo, ahora es más fácil ser superficial. Tenemos más cosas y prestamos menos atención a cada una de ellas, por la abundancia de opciones.
¿La universidad, por su esencia, debería ser un ejemplo de búsqueda de sosiego?
El papa Francisco dijo hace poco que las universidades no pueden ser fábricas de titulados, sino escuelas de la artesanía del diálogo, donde nos escuchemos unos a otros, donde aprendamos a escuchar otras opiniones. Ello requiere tener cierto dinamismo, pero a la vez hace falta también detenerse y prestar atención.
¿Qué pasa cuando no hay paz?
Para que el tiempo se multiplique, se necesita paz interior. Las personas sin paz interior van muy deprisa sin saber realmente a dónde van. La prisa es mala.
Yo vivo en una ciudad pequeña, puedo ir paseando a mi trabajo y eso para mí es una señal de calidad de vida; creo que en una megalópolis también puede lograrse. Por ejemplo, si alguien tiene que circular dos horas en el tráfico de Lima, no es lo mismo ir gritando todo el camino que disfrutando con buena música.
Entonces, ¿la paz está vinculada a la actitud?
Sí, mucho está en la actitud de las personas. Cuando atendemos a una persona, lo que nos puede pasar es que en nuestra mente ya estemos pensando en la siguiente situación. Sin embargo, poner toda nuestra atención en esa persona es lo que cambia nuestra vida. El secreto de la felicidad es hacer una cosa detrás de otra, en vez de hacerlas simultáneamente.
Pero, las mujeres tenemos el multitasking como virtud.
La multitarea es muy peligrosa. En cambio, hacer una cosa detrás de otra, concentrándose en cada una, ayuda a nuestra salud mental y física. Desaparece la angustia y el agobio por lo que va a venir después. Los filósofos suelen decir que antes de dar importancia al hacer, debemos priorizar el ser. En vez de hacer más cosas, hemos de disfrutar con lo que somos. Leí una frase en Facebook que decía: la gente feliz crea relaciones; la gente infeliz compra cosas.
Ya que dicta en el doctorado en Humanidades, ¿por qué cree que estas son poco valoradas?
Hannah Arendt, una filósofa a la que admiro mucho, tenía un lema: “Lo que quiero es comprender”. Los humanistas son gente que busca comprender lo que pasa, contrariamente a lo que sucede actualmente en el mundo: ni los gobernantes ni las empresas ni las corporaciones quieren que los ciudadanos piensen, lo que quieren más bien es que consuman. Se crean medios de diversión y entretenimiento para anestesiar la dolorosa sensación de soledad por la que muchos atraviesan.
El rechazo de las humanidades es una consecuencia del dominio de esta mentalidad capitalista, consumista, que resulta esclavizante y alienante de los más necesitados. Somos los de Humanidades quienes podemos denunciar esta situación e intentar construir, a base de cariño e inteligencia, una nueva manera de entender las relaciones entre las personas.