Columna de Opinión escrita por Pablo Dominguez, docente del Programa Especializado en Retos de la Empresa Familiar. Publicada en el Diario Gestión, el 01 de junio de 2018. En una oportunidad un joven empresario me comentó que cuando su padre inició el proceso de sucesión, de la empresa por la que había luchado tantos años, fueron momentos […]
Por Posgrado y Extensión. 01 junio, 2018.Columna de Opinión escrita por Pablo Dominguez, docente del Programa Especializado en Retos de la Empresa Familiar. Publicada en el Diario Gestión, el 01 de junio de 2018.
En una oportunidad un joven empresario me comentó que cuando su padre inició el proceso de sucesión, de la empresa por la que había luchado tantos años, fueron momentos tan complicado para él que tuvo que decirle a su padre que ya no quería ser el sucesor. Pues si bien le cedió su oficina de gerente general lo llamaba cada tres horas para preguntarle “cómo iba”.
La sucesión no es un evento automático sino un proceso que puede tomar tiempo y hay que prepararlo. Muchas veces nos centramos en el sucesor, pero ¿qué pasa con el predecesor?
El sentimiento de incertidumbre que genera tener que pensar en dejar el negocio, que vio crecer y que sacó adelante a su familia por tanto tiempo, donde vivió éxitos y fracasos, donde pasó la mayor parte del tiempo, es muy fuerte. Pensar que dentro de muy pocos años tendrá que dar un paso al costado para apostar por la siguiente generación, que podrían ser sus hijos o no, genera temor.
Por ello, hay que planificar esta próxima etapa teniendo en cuenta no solo la formación académica y laboral por la que pasará el sucesor, sino también hay que pensar en qué hará el predecesor luego de que se retire, ¿tendrá otra actividad, deporte, pasatiempo? ¿Cuáles son sus expectativas?
¿Qué puede hacer el predecesor? Hay muchas posibilidades como seguir invirtiendo, desarrollar nuevos emprendimientos, desempolvar un hobby, organizar las asambleas familiares, participar en el directorio como presidente para orientar la siguiente generación, desarrollar una actividad nueva, convertirse en la imagen institucional de la empresa enseñar sobre su experiencia, hacer deporte, dedicarse más a la familia o alguna actividad social, pero nunca decir: “nada”; sobre todo porque el fundador-empresario es normalmente una persona muy activa, visionaria, emprendedora, y lo seguirá siendo hasta el final de su vida.
Los predecesores tienen la responsabilidad de preparar bien la sucesión y disponer las medidas para que la empresa familiar continúe y la sucesión no seas imprevista y realizada de manera apresurada por circunstancias no deseadas como una enfermedad, muerte, etcétera. Les sugerimos no agotar a la nueva generación con una supervisión desmedida, dejarlos tomar decisiones, orientarlos, que se ganen el liderazgo de los colaboradores, no los frenen sino apalanquen para que la empresa familiar continúe creciendo.