El Presidente no tiene que opinar sobre todos los temas, más bien debe respetar los fueros de otros poderes e imprimir el mejor ambiente posible para la armonía en el ejercicio de su gobierno
Por Carlos Hakansson. 07 junio, 2018.Las diversas declaraciones a la prensa del Presidente de la República han despertado diferentes opiniones, las más sonoras fueron las siguientes: el retorno a la bicameralidad, preocupación por las decisiones judiciales y la observación de un proyecto de ley que regula la participación política en elecciones generales; todas ellas de profundo contenido político y jurídico, pero quizá poco oportunas dada su débil y relativo respaldo congresal.
El deseo de opinar sobre temas de indudable importancia para fortalecer la democracia, pueden sonar algo “periféricas” en coyunturas crispadas por el descontento ciudadano, sensación de impunidad y carencia de soluciones políticas. Si el jefe de estado tiene la posibilidad de conversar con la prensa a diario, supervisando obras, comprobando el funcionamiento de los servicios públicos y conversando con autoridades, lo más recomendable es que concentre su discurso diario en el objetivo de sus visitas. Lo contrario es resaltar la política doméstica restando importancia a la finalidad de su viaje y, lo peor, ser objeto de respuestas inmediatas de sus opositores en los medios de comunicación, incluso por las redes sociales.
El Presidente no tiene que opinar sobre todos los temas, más bien debe respetar los fueros de otros poderes e imprimir el mejor ambiente posible para la armonía en el ejercicio de su gobierno, por eso preocupa cuando opina sobre el proceder de otros poderes del estado. La frase “en boca cerrada no llegan tuits” se convierte en una práctica política que evita pisar “cáscaras de plátano”.