¿Por qué tenemos éxito en fabricar aviones o bicicletas, pero el viaje hacia nuestros ideales y la felicidad parece asentado en tierras movedizas? La respuesta se vislumbra en la nueva publicación del ICF.
Por Elena Belletich Ruiz. 30 octubre, 2018.El libro “Antropología del Amor. Estructura esponsal de la persona”, del Instituto de Ciencias para la Familia (ICF) de la UDEP, fue presentado por partida doble: en Campus de Piura, por la doctora Genara Castillo, docente de la Facultad de Humanidades; y en la primera actividad cultural realizada en la Feria del libro Ricardo Palma, en el parque Kennedy de Miraflores, por el profesor Juan Pablo Viola, de la misma Facultad, Campus Lima.
Esta obra, escrita por los profesores Pedro Juan Viladrich y Blanca Castilla de Cortázar, ambos catedráticos españoles, es un enjundioso estudio sobre la persona en su condición de amador: (amante y amado). Aborda una antropología del amor que es la de cada quién masculino o femenino; en un intento de explicar cómo es esta persona corpórea masculina o femenina, es algo que solo “yo soy” en cuanto a sus vínculos más radicales: sus amores íntimos.
Durante la presentación en Lima, el doctor Viladrich, profesor honorario de la Universidad de Piura, mostró su preocupación por la cantidad de energía que invertimos (hoy más que nunca en la historia), en libros y películas que nos enseñan o nos prometen expectativas de ser felices; sin embargo, dijo, “nuestra existencia cada vez es más frágil”.
Esta preocupación contradictoria subyace en el libro: ¿qué hay debajo de esta extraña paradoja de nuestra cultura, que nos hace dedicar un esfuerzo enorme a producir libros, películas, programas de radio y televisión dedicados a la tarea de hacernos más felices sin lograr su propósito?
En Piura, en un primer momento de su disertación, Viladrich se adentró en la explicación de la persona a partir de su entorno íntimo: el primero es el de la desnudez, donde importa muy poco los “trajes” que tenemos para la sociedad, lo que tenemos o no. El punto extremadamente íntimo de ese escenario solo ocurre, o debiera ocurrir, en familia: donde los lazos son radicalmente íntimos, aseveró.
Anotó que los amores íntimos, son incondicionales y solo se encuentran en la familia: en padres, hermanos, esposa, esposo, abuelos y crean historias que componen la vida. Ellos son el único lugar donde importamos verdaderamente y estos son lazos que componen mi identidad profunda, subrayó. Refirió que cuando por no ser conscientes de lo anterior, padecemos de una enorme pandemia que nos afecta, a nosotros y a nuestros entornos próximos, una pandemia de soledad. Es decir, “a nadie le importo en realidad”.
El profesor indicó que el propósito fundamental de esta publicación es transmitir la relevancia de cuidar la intimidad que tenemos y somos, pues es allí donde se juegan el sentido de la vida y las razones de vivir, “con los íntimos”.
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