Los historiadores Walter Brunke, César Olivera, Jorge Rosales y el exrector, Antonio Mabres participaron en la mesa redonda sobre la figura don Vicente Rodríguez Casado, en el homenaje que le dio la UDEP.
Por Elena Belletich Ruiz. 25 octubre, 2018.“Semblanza de don Vicente” se denominó la actividad centrada en la figura humana del insigne catedrático e historiador que este año hubiera cumplido 100 años de vida. En breve participación, los panelistas mencionaron rasgos peculiares de Don Vicentón, como le conocían sus alumnos de Perú y España.
Walter Brunke señaló que don Vicente se ocupó de su formación histórica, cuando él llegó la Universidad de Piura y que conoció su preocupación por las artes liberales, para que hubiera una visión más amplia de todo el saber.
“Era un gran estratega” desde aquella época sabía perfectamente que esto no podía seguir así, y qué se tenía que hacer. Definía claramente todos los puntos por los cuales debe atravesar el proceso sensato, realista, reformista de la sociedad actual para que la sociedad cambiara”. Estos, dijo, se pueden leer en su libro “Elogio de la libertad social” (UDEP. 1994).
La clave, dijo, es conseguir ver a persona humana en su doble capacidad de autocomprensión y trascendencia, en perfecta sintonía de ambas.
Un auténtico espíritu universitario
El doctor Antonio Mabres resaltó el gran compromiso de don Vicente con el proyecto llamado Universidad de Piura, desde la primera vez que viene a la UDEP (1974). Insistía con tenacidad para hubiera dos cosas fundamentales: las publicaciones, como un gran aporte a la sociedad y que concretó en la colección Biblioteca breve de temas actuales; y una carrera de Historia. “Tenía detallados ya los profesores que se necesitaría, los cursos a dictar; le dolía que en aquel momento no se pudiera iniciar la carrera”.Señaló que en Vicente Rodríguez Casado “estaba encarnado el espíritu genuino del ser universitario y comprendía que lo esencial de la Universidad es la comunidad de discípulos y maestros”.
“Creo que aquí había encontrado la oportunidad de mantener ese genuino espíritu que él sabía vivir tan ejemplarmente”, dijo el doctor Mabres, quien comentó también que Leonardo Polo, insigne filósofo y catedrático, había dicho en alguna oportunidad: “De don Vicente he aprendido a ser universitario”.
Un personaje mítico y atípico
El historiador, y sobrino de don Vicente, César Olivera, lo describió como “un personaje casi mítico en su familia, con infinidad de facetas y cualidades humanas que revelan que era un personaje ‘atípico’”.
Con anécdotas y recuerdos confirmó: “Aunque era un personaje egregio le gustaba estar con gente sencilla y sabía estar en diversos ambientes y situaciones. Le gustaba aprender. Tenía una extraña habilidad para ponerse en los zapatos de otros”. Añadió que le gustaba estar con la juventud pues en ella está la mayor capacidad de descubrir los ideales por los que vale la pena vivir: lo bueno, lo bello y lo verdadero. “Su figura fue decisiva en nuestra formación”, señala el sobrino de tan querido maestro.
En su intervención, el doctor Rosales relató algunas anécdotas que van componiendo la semblanza de este extraordinario ser humano: su alegría, su visión, su sabiduría.
Un universitario y cristiano cabal
“Don Vicente era un hombre, un historiador, universitario y un cristiano cabal. Solo se puede entender esto porque tuvo la inmensa gracia de formar parte de esa primera generación de miembros del Opus Dei que fueron formados por San Josemaría”, dijo el doctor Antonio Abruña, rector de la UDEP, al clausurar el ciclo de homenaje, que duró dos días.Afirmó que el homenajeado honró con sus enseñanzas y su vida aquel privilegio.
En sus palabras, destacó los rasgos característicos relevantes en el trabajo universitario: “su extraordinario buen humor; y que, al mismo tiempo, lograba lo que es un valor intangible: un gran ambiente de libertad, dejaba que nos expresásemos como somos, con virtudes, con defectos, pero ayudando siempre a sacar de nosotros lo mejor”.
Otro rasgo inconfundible “fue su extraordinario talento de formar a los jóvenes, que nacía de su capacidad de querer y de hacerse querer, compartiendo su sabiduría a todos, poniéndola al servicio de los demás. Creando un ambiente agradable alrededor, lograba un efecto multiplicador que atraía y que formaba la vida de quienes lo rodeaban”.
Destacó asimismo el gran realismo con el que sabía enfrentar los retos grandes y pequeños, “pero también con una gran fe, con sencillez y con la vida de confianza en Dios”.
Sin duda, señaló el Rector, cuando la Universidad se acerca a sus 50 años de vida académica, hay que reconocer que muchísimas personas, y de muchos modos, se han beneficiado del magisterio y la gran ejemplaridad de don Vicente Rodríguez Casado.
Antes de la Semblanza, el doctor José de la Puente expuso el tema “Vicente Rodríguez Casado con los historiadores peruanos”, mientras el doctor Jorge Rosales se refirió a “Vicente Rodríguez Casado y los historiadores peruanos en la Universidad de Piura”.