El porcentaje de mujeres que trabajan fuera del hogar se ha incrementado en 23,2% en los últimos años, aumentando de 5 637 000 a 6 947 000 mujeres desde el 2005.
Por Luz Pacheco. 08 marzo, 2019.La presencia de la mujer en la vida pública empezó a finales del siglo XIX, cuando en Nueva Zelanda se reconoció el voto femenino, y se extendió al resto del mundo occidental en la primera mitad del siglo XX. En el Perú, los indicadores señalan que estamos avanzando hacia la igualdad de oportunidades.
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Hogares, el porcentaje de mujeres que trabajan fuera del hogar se ha incrementado en 23,2% en los últimos años, aumentando a 6 947 000 mujeres; en el 2005 trabajaban 5 637 000. También creció su cualificación profesional: el 49,7% de las mujeres egresadas tiene título, mientras que sólo el 36,4% de los hombres lo ha logrado. Y, en la cobertura de salud: en el 2005 sólo el 36,5 % de las mujeres la tenía; y el 2016, el 75,5%. El Banco Mundial corrobora estas cifras: en el 2000 la fuerza laboral masculina era de 80% y la femenina, de 55%; y, en el 2017, la masculina llegó a 84,5% y la femenina a 69%; superando los promedios mundiales que ese año fueron de 75,2% y 48,7%, respectivamente.
No obstante, la mayor dificultad para lograr la igualdad de oportunidades son los horarios de trabajo, que impiden armonizar con sosiego las obligaciones familiares con las profesionales. Nuria Chinchilla, la única mujer en la lista de los diez mejores directivos de España, resalta: «El trabajo es un gas que se expande. Si lo dejas, lo invade todo, y restas horas a cualquier hobby o afición, para completar tu tarea”. Añade que 4 de cada 10 mujeres, de entre 35 y 40 años, teme perder su trabajo al ser madres, experimentando tal ansiedad que deriva en tocofobia o miedo al embarazo. Sin embargo, el estudio publicado por Gallup&OIT demuestra que, a escala mundial, “las mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años se inclinan más por hacer ambas cosas – trabajar y cuidar de su familia – que por tener únicamente un trabajo remunerado (el 44% en comparación con el 33%)”. Y que los hombres también prefieren que exista esa combinación.
Se necesita un cambio de mentalidad a tres niveles: de la sociedad civil para defender la primacía de las relaciones familiares sobre las profesionales, como condición imprescindible para desarrollar lazos de solidaridad y respeto mutuo. Las organizaciones serán más productivas si los trabajadores encuentran apoyo para armonizar trabajo y familia. Del Estado y los empresarios, para impulsar la flexibilidad laboral, empleando el teletrabajo como opción para lograr los objetivos empresariales y/u horarios adaptados a las circunstancias de la madre y del padre trabajador. Por último, de los hombres para colaborar activamente en las tareas domésticas, ya que la corresponsabilidad abarca la vida pública y la privada.
El Día Internacional de la Mujer es oportunidad inmejorable para plantearse cómo lograr estos objetivos necesarios para la pacificación y el desarrollo del país.