El médico, filósofo, educador y psicopedagogo refiere que la educación es y será siempre muy importante para la sociedad y el país. Sus 45 años en la docencia lo autorizan a hablar sobre este tema.
Por Lady Olivares. 01 abril, 2019.Más de 30 años formando educadores en la Universidad de Piura, y más de 45 en la docencia universitaria, validan al doctor Pablo Pérez para analizar el sistema educativo actual que, por lo general, enfoca al hombre hacia la obtención de un oficio y no a su formación como tal.
El profesor universitarios refiere que la educación es y será siempre muy importante para la sociedad: “Es lo fundamental para hacer hombres. Leía ayer cosas de la educación china y de la educación antigua en general, y la entendían como algo que intenta formar hombres, fundamentalmente. Hoy, se ha transformado en algo que pretende una formación técnica profesional y claro, ha hecho que todo sea una preparación para la futura actividad laboral, por lo que se educa en función de la carrera universitaria, transformada en el aprendizaje de una actividad profesional; pero, lo fundamental de la educación es formar hombres”, subraya.
¿Esta formación técnica sería una de las causas de los tiempos difíciles que atraviesa la educación en nuestro país?
Los tiempos difíciles pueden pasar por muchas cosas o pueden tener muchos orígenes. En la sociedad actual son causados por la visión del hombre y del mundo, por lo que ambos entienden como lo más valioso. Y es claro que es el desarrollo económico, no la integridad del hombre en sus diversos aspectos. La formación técnica es la consecuencia de esa visión del hombre, y la sociedad, de la vida y de lo que hay que conseguir. A esos intereses apunta la educación. Por lo tanto, no es problema de la educación sino de las metas personales y sociales.
La educación tiene que engendrar de nuevo a los hombres y hacer que tengan unas determinadas ilusiones. En la sociedad actual parece que a los hombres los forma la técnica profesional sea del abogado, del arquitecto, del ingeniero, etc., cuando el hombre como tal, los principios que lo mueven, se forman antes. El formar pensando en la universidad y en la profesión ha hecho que esa educación primera no cumpla su objetivo, lo cual es catastrófico. Pero esa mentalidad también la tiene el profesorado. Y en el momento que lo más importante no sea formar un hombre sino enseñar un oficio, estamos perdidos, se educa para aprender un oficio y ganar dinero, y eso produce un hombre y una sociedad con problemas y sin grandes ideales.
¿Quiere decir que estamos perdiendo la batalla ante el incontenible avance de la tecnología aplicada en la educación?
Estamos perdiéndola, incluso, cuando se escucha hablar de educación, se habla de tecnología, como si fuera el camino para arreglar la educación y de hacer hombres. La tecnología nos ayuda para otras cosas, no para hacer hombres. Es la educación en la verdad la que tiene que hacer hombres.
En este punto, ¿cuál es el rol que le compete a la Universidad?
Yo creo que la Universidad, que la institución universitaria, es sobre todo un conjunto de profesores y de alumnos; pero, evidentemente, lo más importante en ella son los profesores, pues son los que van a hacer que los alumnos puedan adquirir la madurez para que sepan y quieran sacar el mundo adelante. Incluso diría que los profesores universitarios e investigadores de alto nivel son los que sacan al país adelante con el nivel adecuado.
¿Cree usted que gran parte del sistema universitario tiene ese rumbo?
Actualmente, existe un problema moderno terrible y es que la Universidad ha pasado a ser una empresa en la que muchos hacen un trabajo de empleados, en lugar de realizar y desarrollar su labor con verdadera vocación investigadora y docente, con grandes deseos de mejora, de sacar adelante algo que es propio.
Tenemos que hacer una universidad donde todos tengamos un ideal de realizar un trabajo que nos entusiasme, y no el trabajo que nos encomiendan, donde somos empleados para hacer lo que nos digan. La Universidad no es una empresa que te contrata para vivir, sino que es una tarea que tú quieres hacer; y, la investigación y la formación es una cosa muy personal no es una tarea que a uno le imponen, yo creo que eso es lo fundamental para que la Universidad conserve su espíritu.
Respecto a la Universidad de Piura, ¿en qué momento se vincula usted con ella, con la Educación?
Yo llegué a la Universidad de Piura en el 71, pero me animaron a venir y lo decidí en el 69. Estaba en la Universidad de Navarra y la ilusión de venir al Perú a hacer una universidad que se pareciera a aquella imagino que es lo que me convenció de venir. En ese entonces, (1969) estaba haciendo mi tesis doctoral y la terminé en mayo del 70. Una vez culminada, arreglé todo y vine en febrero de 1971.
¿Cómo era el ambiente académico de entonces?
Cuando llegué, yo era un médico dedicado a la investigación bioquímica, sabía que al venir a Perú tenía que colgar la Bioquímica. Ya en la UDEP, me encontré que tenían a Mons. Juan Antonio Ugarte como profesor de Química, yo ocupé el vacío que dejó al irse. Los primeros años, estuve en Ingeniería aprendiendo química. Sabía la química de la Bioquímica, pero no la de ingenieros. Los primeros años fueron de un nuevo aprendizaje para conseguir ponerme al nivel de los ingenieros.
¿Cómo era la relación profesor-alumno?
En aquel entonces éramos muy poquitos. La vida universitaria era de mucha cercanía con los alumnos, no solo con los que les dictabas clases, sino con todos; y, es que, en general, casi enseñabas a la mayoría. Yo dicté a todos los alumnos de Ingeniería, a una gran parte de los de Administración y Ciencias de la Información. Entonces, éramos gente conocida que nos queríamos. Yo siempre digo que el cambio de la Universidad lo describo diciendo que primero conocía a todos, después a todos los profesores y todos los alumnos me conocían a mí, más tarde, los profesores me conocían pero no todos los alumnos, y después ni los profesores ni los alumnos me conocían a mí. Ha ido cambiando conforme ha ido creciendo, pero tú lo recordarás también, ¿no?