26

Ago

2019

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Concertar y no confrontar

"Lo que se trata es buscar puntos de coincidencia para establecer una agenda común que permita la estabilidad y gobernabilidad hasta julio de 2021", indicó Carlos Hakansson, docente de Derecho de la UDEP.

Por Carlos Hakansson. 26 agosto, 2019.

Fuente: Diario Correo

Martín Vizcarra, presidente de la República, y Pedro Olaechea, presidente del Congreso.

La propuesta de diálogo formulada por el Presidente del Congreso al jefe de estado es una oportunidad que muchos gobernantes desearían aprovechar en similares coyunturas, especialmente cuando se carece de mayoría o, lo peor, de una bancada parlamentaria. Por eso, la actitud del ejecutivo resulta atípica en términos políticos, pues, de lo que se trata es buscar puntos de coincidencia para establecer una agenda común que permita la estabilidad y gobernabilidad hasta julio de 2021.

Un antecedente para recordar se produjo en el Semipresidencialismo francés, el Presidente François Mitterrand tuvo que nombrar a Jacques Chirac, líder de la oposición, como primer ministro en vista que carecía de mayoría legislativa para gobernar (1986), una decisión que la prensa apodó con el nombre de cohabitación política. En la coyuntura nacional es casi improbable nombrar un primer ministro proveniente de la oposición, pero sí un político de consenso entre varias bancadas parlamentarias; los casos de Beatriz Merino, Yehude Simon, incluso Pedro Cateriano, durante los gobiernos de Toledo, García y Humala, respectivamente, todos ellos ajenos a sus filas políticas, ocuparon la presidencia del Consejo de Ministros en tiempos de crispación.

El problema de fondo del ejecutivo pasa más por el deseo de confrontar que concertar, es más, pareciera que desea evitarse cualquier acercamiento entre ambos poderes o, de cara a la ciudadanía, convertirlo con ayuda de sus aliados en una reunión protocolar sin intención de diálogo, toma de acuerdos y ruta para recibir el bicentenario, pero sí con saludos, sonrisas y foto para el recuerdo; si fuese el caso, lo único que queda es que fuera de cámaras los titulares de ambos poderes se reunan, conversen, y que al final cada uno tenga claro en qué atenerse con el otro. Al final, todo parece indicar que el ejecutivo carece de libertad para decidir con autonomía.

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