Desde la Facultad de Medicina queremos recordarlos como médicos ejemplares en el servicio a los demás y en la integridad de sus convicciones.
Por Diego Vega Foelsche. 27 septiembre, 2019.Los santos Cosme y Damián, médicos de profesión, nacieron en Arabia en el siglo III d.C. Se cree que eran hermanos gemelos y tanto ellos como sus otros tres hermanos perdieron a su padre cuando eran pequeños. Su madre, una mujer de grandes virtudes cristianas, los educó en la fe cristiana.
Nos cuenta la tradición que ambos aprendieron medicina en Siria, y que ejercieron esta noble profesión en Egea (hoy Ayás), Cilicia. Allí aplicaron sus conocimientos médicos tanto a personas como a animales y con gran pericia curaban las enfermedades. Muchas veces cuando todo les fallaba, su fe en Dios y sus virtudes cristianas demostradas en su actuar médico, les ayudaba a continuar con su deber médico. Esta forma de actuar atrajo a muchas personas deseosas de curarse, fuesen estas cristianas o no. De hecho, muchos de sus pacientes no creyentes se convirtieron a la fe cristiana después de su curación.
Los hermanos vivieron en tiempos del emperador Diocleciano (284-305), uno de los mayores perseguidores que ha conocido la historia del cristianismo. En esta época, Lisias, el gobernador de Egea, estaba bajo órdenes estrictas de Diocleciano de neutralizar a los cristianos. Por ello, siguiendo el edicto en contra de los cristianos decretado por Diocleciano, Lisias les dio la opción de negar su fe o morir. Los hermanos fueron sometidos a toda clase de torturas, físicas y morales, y fallecieron por decapitación.
Posteriormente, a lo largo de los siglos, se les han dedicado numerosas iglesias en el mundo y se crearon cofradías para recordar sus buenas obras y pedirles su intercesión.