La inmovilización social ofrece valiosas posibilidades de crecimiento personal y familiar y hasta un ‘gimnasio para el alma’. Tres psicólogos de la UDEP comentan al respecto.
Por Koko Zavala. 30 marzo, 2020.Con la inmovilización social, niños y adultos se ven afectados de diversas maneras, también emocionalmente. Sin embargo, el encierro ofrece también valiosas posibilidades de crecimiento personal y familiar.
La psicóloga Caridad Ruesta, del Área Departamental de Biomédicas de la Universidad de Piura, señala que actualmente todas las personas del mundo, incluidas (los peruanos y padres de familia) vivimos un tiempo de incertidumbre porque “falta exactitud o control sobre los acontecimientos. No sabemos qué va a pasar, hay muchas posibilidades y ninguna garantía”.
Esta falta de certidumbre por “esta situación que rompe nuestro esquema, nuestro diario vivir, nuestras costumbres, nos genera estados de mucha preocupación, de angustia, de irritabilidad, de agotamiento emocional”. La psicóloga explica que los padres, que vivenciamos este día a día, “se lo trasmitimos a nuestros hijos, Recordemos que somos el referente de ellos, especialmente de los más pequeños”.
Ante ello, recomienda que los adultos trabajen para ampliar su capacidad de autocontrol y el manejo de sus emociones.
Oportunidades que da el encierro
La situación negativa que vivimos, dice la psicóloga, podemos usarla para obtener resultados positivos. Para ello, sugiere a adultos y jóvenes tener mucha paciencia y comprensión, utilizar y potenciar las habilidades adquiridas y saber ver la cuarentena como una oportunidad para el cambio y para salir de la monotonía.
En este sentido, indica que se puede aprovechar el tiempo para “hacer aquello para lo que nunca hemos tenido tiempo” y para trabajar y realizar actividades en familia, con los hijos. Para ello, “debemos organizar nuestras actividades, considerando ocho horas para cada acción: descanso, estudio y recreación, reservando tiempo para hablar, jugar, cocinar juntos, para leer y realizar actividades artísticas: pintura, manualidades”.
Agrega, “en actividades lúdicas, en las noches se puede armar rompecabezas, practicar juegos de mesa con los adolescentes; o ver películas. También hay que considerar las actividades culturales como, por ejemplo, las visitas virtuales a museos”.
Como precaución, recomienda cuidar el tiempo que pasan los niños frente a la TV, la computadora y el celular.
Por su parte, el psicólogo Raúl Franco, director del programa académico de Psicología de la UDEP, señala que el encierro nos da la oportunidad de fortalecer las relaciones familiares. “Se puede compartir más, profundizar y realizar actividades conjuntas. También, se puede sacar lo mejor de todos. Las personas que se quieren pasarán mejor esta cuarentena y podrán superar las dificultades e incomprensiones que aparezcan”, anota.
Un gimnasio del alma
Para el psicólogo Fernando García Diez Torres, docente del mismo programa de la UDEP, “en el encierro prolongado tenemos opciones como el silencio, la conversación, la lectura, la intimidad. Son fuerzas humanas que pueden hacer crecer. Los problemas se pueden transformar en crecimiento. Eso no significa que no sea difícil y hasta doloroso, pero supone también un crecimiento, un gimnasio del alma. Entonces, los podemos incluir como elementos que van a ayudar”.
En el caso del silencio, agrega, “la meditación es muy nutritiva, energizante. Se puede meditar acerca de sí mismo, de quién soy, del sentido de las cosas que hago. Vivimos en un mundo en el que, desde hace tiempo, la persona desconecta con sus intereses, gustos y hace las cosas por hacer. Somos, a veces, demasiado hiperactivos, pero en ocasiones nos es difícil saber si lo que estamos haciendo realmente alimenta nuestra vida y si nos hace crecer. Este tiempo puede hacernos sintonizar un poco más con esas realidades”.
Que no haya “huérfanos emocionales”
Caridad Ruesta destaca también la importancia del apoyo social y el apoyo psicológico, los mismos que ejercen un efecto positivo en el bienestar de todo ser humano.
“El apoyo social genera un sentimiento de pertenencia e identidad a un grupo, permitiendo extender la vida social fuera del núcleo familiar. Y, el apoyo psicológico, es un sentimiento causado al ser querido y cuidado por los demás; esto influye en el autovalor de la persona”. Es muy importante que estos soportes sean permanentes en el diario vivir del individuo, especialmente en época de crisis, pues si faltan es muy probable que hablemos de ‘huérfanos emocionales’, subraya la psicóloga.
En este contexto, es muy importante “expresar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones con los seres más cercanos y la adecuada receptividad de los demás, mediante una escucha activa, aceptando las mínimas expresiones por simples que nos parezcan, y buscando su porqué, para su correcto afrontamiento”.
Al respecto, el psicólogo García Diez Torres comenta: “En estos días, hay personas que han podido charlar más con su pareja, con sus hijos y comprenderlos más. Habitualmente, hay veces en las cuales no podemos ni tomarnos un café con la gente que amamos por lo que debemos hacer el día a día. Este aislamiento nos da esa posibilidad de tener más pausa y tranquilidad para ese tipo de encuentros que son saludables para los humanos”.
Fomentemos habilidades sociales
De lo anterior, indica la psicóloga Ruesta, se deduce que es muy importante fomentar las habilidades sociales en niños y adolescentes, “como la empatía, que es la capacidad ponernos en el lugar del otro y entenderlo; la asertividad, que nos permite expresar lo que sentimos de la manera correcta y con la persona idónea”.
Asimismo, destaca la cooperación, la colaboración en grupo para alcanzar un o un objetivo común; el autocontrol de nuestras emociones y conductas; y la capacidad o habilidades para resolver o afrontar los conflictos, siempre desde una perspectiva positiva.
Alfred Adler decía que los problemas son oportunidades de que crezca el sentimiento de comunidad, explica el psicólogo García Diez Torres. “Hay que estar más unido a los otros y darse cuenta de que la vida se vive en equipo, se vive y se enfrenta con otros; es caminar y avanzar con otros. A veces, también es caer y que a uno lo levanten o levantar a otros, en esto consiste vivir. Uno lo entiende en estas situaciones, quizá con más profundidad porque está continuamente con otros”.
Finalmente, la psicóloga Ruesta exhorta a todos: “Seamos ejemplo de nuestros hijos, mostrémosles estas habilidades a través de nuestras actitudes, reacciones y respuestas; es decir, con el ejemplo. En familia construimos un mundo mejor”.