Automedicarse sin el control de un médico, puede llevar a severos efectos que, a la larga, son más peligrosos que el probable riesgo de contagio, porque puede ocultar los verdaderos síntomas de la enfermedad.
Por Edgar Tejada. 25 mayo, 2020.La terrible pandemia que estamos viviendo, y que nos tiene aislados en nuestras casas ya por más de setenta días, trae consigo secuelas psicológicas personales que afectan a todos: irritabilidad, depresión y, probablemente la más dañina de todas, miedo. Miedo ante la incertidumbre de lo que sucederá, a contagiarnos, a la muerte de nuestros seres queridos.
Muchas veces, ese temor lleva a actuar irracionalmente, a tomar medidas impulsivas que podrían ser muy perjudiciales para nosotros y nuestra familia. Ese temor ha hecho que muchas personas preste oídos a rumores, de amigos o medios de comunicación, y tome “medidas de prevención” que implican consumir medicinas, sin el control de un médico, con la esperanza de paliar síntomas, evitar procesos graves propios de la enfermedad o de impedir la muerte, sin tener en cuenta los efectos secundarios ni las consecuencias dolorosas que genera la automedicación, muchas veces peores que la misma infección.
Por ejemplo, en las últimas semanas, se ha popularizado el uso de una medicina antiparasitaria específica, que sirve en la lucha contra el parásito estrongiloides estercoralis, muy raro en nuestro medio. Este fármaco tiene severos efectos secundarios, como mareos, inapetencia, náuseas, vómitos, diarreas, temblores musculares e insomnio. Además, puede producir hinchazones, dolores articulares, inflamación de los ganglios, taquicardias, entre otros.
Otro medicamento que está usándose mucho, sin ningún control médico, es una sustancia que sirve para curar el paludismo, que también puede producir dolores de cabeza, mareos, inapetencia, diarreas, cólicos, vómitos y sarpullidos. Asimismo, se está prescribiendo, empíricamente contra la infección de coronavirus, un medicamento de manejo popular para la fiebre y para el dolor que, por su uso prolongado o por sobredosis, produce severas intoxicaciones hepáticas.
Y, peor aún, se automedican con un antibiótico macrólido muy conocido, específico para infecciones de bacterias en la zona superior del aparato respiratorio. Al tomarlo innecesariamente, se elimina la flora bacteriana normal del sistema, favoreciendo la invasión de cualquier virus, y se genera resistencia bacteriana en el organismo.
Interpretando mal las informaciones de las complicaciones del COVID-19, algunos han iniciado el tratamiento con medicinas anticoagulantes, lo cual ocasiona severos efectos inclusive, en algún caso, la muerte.
Automedicarse sin el control de un médico, puede llevar a severos efectos que, a la larga, son más peligrosos que el probable riesgo de contagio, porque puede ocultar los verdaderos síntomas de la enfermedad y producir severos cuadros de intoxicación. Estamos en una época crítica. Médicos y centros hospitalarios están saturados, debemos hacer todo el esfuerzo posible y utilizar todos los medios que tenemos a nuestro alcance (teléfono, WhatsApp, correo, etc.) para conseguir el consejo de un médico antes de automedicarnos y de iniciar una terapia empírica, con la que podemos producirnos mucho más daño.
(Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor).