La educación online tiene muchas ventajas, pero de ninguna manera podrá remplazar las ventajas que ofrece la formación personal a través de la educación presencial de personas formando personas.
Por Edgar Tejada. 02 junio, 2020.La terrible pandemia que actualmente azota el mundo ha traído múltiples consecuencias a toda la población. Uno de los aspectos críticos del aislamiento social necesario ha sido la imposibilidad de brindar clases presenciales a los alumnos de todos los niveles, desde educación inicial hasta superior, como la universitaria.
Para solucionar este problema, la mayoría de las instituciones educativas han implementado clases virtuales a través de distintos medios, algunos improvisados y otros perfeccionados. Si bien la educación presencial no reemplazará nunca a la online, en la facultad donde enseño, se han logrado avances sorprendentes con la instrucción por vía internet: clases teóricas, conversatorios clínicos, simulaciones de cardiología e, inclusive, prácticas de cursos como matemáticas, física, química, biología e histología. En esta situación de emergencia, hemos alcanzado un nivel muy bueno en la enseñanza de los temas gracias a la gran colaboración de los profesores y a la participación muy activa de los alumnos. Se ha recurrido, por ejemplo, al auxilio técnico de material publicado para este fin por universidades de mucho renombre internacional.
En las últimas semanas, han aparecido publicaciones que muestran la opinión de algunas personas que creen que esta forma de enseñanza es la óptima y que debería permanecer así por siempre. Plantean que, en el futuro, podría no ser necesario volver a la forma de enseñanza tradicional y seguir por siempre usando exclusivamente los medios virtuales. Abonan este concepto con ideas de ahorro de locales, de gastos de movilidad, de ropa y por la comodidad de los educandos.
Si bien es cierto que a través de la educación online hemos alcanzado objetivos de enseñanza satisfactorios, la educación virtual exclusiva nunca podrá reemplazar, por medio de una pantalla, el contacto personal que el profesor logra con sus alumnos durante clases presenciales, el poder ver el rostro de cada uno de ellos, observar en sus ojos la reacción frente a los conocimientos que se les brinda, percibir la actitud personal de aprobación o de duda de cada uno como respuesta a la vivencia que se les transmite. Un alumno no es un recipiente en el que tenemos que vaciar conocimientos, es una persona que tiene que interactuar a la enseñanza de cada profesor. Ellos deben ejercitar su capacidad de crítica, con su mirada, gestos y actitud, ejerciendo relaciones humanas reales en el encuentro profesor-alumno en las aulas.
La educación presencial, basada en la relación personal profesor-alumno es, desde hace casi veinticinco siglos, el llamado Método Socrático o mayéutica, que plantea que el educador debe descubrir las capacidades y las virtudes del alumno por sí mismo y por el contacto de persona a persona. Este método destaca la importancia del contacto directo del profesor con sus alumnos, mirándolos a los ojos y apreciando en sus expresiones faciales y corporales lo positivo o lo negativo de su enseñanza, algo que no podría lograrse a través de una fría pantalla.
Es cierto que la crisis de salud que estamos viviendo nos ha obligado a recurrir a la técnica de la educación online, y lo hemos venimos haciendo satisfactoriamente, pero reitero la importancia de retornar a las aulas y retomar el contacto de persona a persona, un aspecto que nuestros educandos requieren para completar su formación profesional y humana.
La educación online tiene muchas ventajas, ayuda en la educación universitaria y es sumamente útil en circunstancias de emergencia como la que estamos viviendo, pero de ninguna manera podrá remplazar las ventajas que ofrece la formación personal a través de la educación presencial de personas formando personas.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.