Llegó a Piura en 1967 para colaborar con el proyecto fundacional de la UDEP. En 1987, iniciaría sus años como docente entre las aulas universitarias, creando imborrables vivencias que hoy, desde su retiro, recuerda.
Por Daniela Cerna. 11 junio, 2020.En el marco de la Semana de Ingeniería y Arquitectura, el doctor Ignacio Benavent, exdocente y pionero de nuestra universidad, recuerda los inicios de una facultad que nació con el fin de contribuir con el crecimiento industrial, económico y social de la región Piura y del país.
Ha sido miembro del grupo promotor de la UDEP, la Asociación para el Desarrollo de la Enseñanza Universitaria, ADEU; luego, profesor e investigador de la Facultad de ingeniería y director del Instituto de Hidráulica, Hidrología e Ingeniería sanitaria (IHHS). Ya jubilado, saluda el buen desempeño de quienes fueron parte de los inicios y de aquellos que continuarán con dicho legado.
¿Cómo inició su relación con la Universidad de Piura?
Hacia 1967 viajé a Lima y por una u otra razón tomé contacto con ADEU, el grupo promotor que se encontraba trabajando en la formación de la Universidad de Piura. Esta agrupación estaba conformada en ese tiempo por el ingeniero Ricardo Rey Polis, los doctores José Navarro Pascual, José Agustín de la Puente, César Pacheco Vélez, Ramón Mugica Martínez; el padre Javier Cheesman, entre otros.
Ese mismo año comencé a apoyar en el proyecto, con intensidad variable, conforme las cosas iban tomando su rumbo; hasta que, en algún momento, me trasladé a la oficina de ADEU, cuyo jefe era el ingeniero Eugenio Giménez Martínez de Carvajal, quien había llegado desde España para ayudar en la iniciativa.
¿Cómo recuerda los inicios de la Facultad de Ingeniería?
La Universidad de Piura inició con dos programas académicos: Ingeniería y Artes liberales, en este último estaban las carreras de Comunicación y la de Administración de Empresas.. No era un abanico muy amplio, pero eran posibilidades básicas para una sociedad, teniendo en cuenta las limitaciones propias de los comienzos.
Paralelamente, el grupo promotor iba consiguiendo metas valiosas. Se entró en contacto con el gobierno Alemán, que aprobó su apoyo para la creación de un Instituto de Hidráulica, Hidrología e Ingeniería Sanitaria. Asimismo, se preparó todo un sistema de posgrados de Ingeniería con la Universidad British Columbia, de Vancouver. Finalmente, se consiguió el apoyo italiano de voluntarios seleccionados por el Istituto per la Cooperazione Universitaria – ICU, dirigido por el doctor Umberto Farri.
ICU fue enviando en el tiempo un buen número de voluntarios italianos a la UDEP, todos ellos jóvenes graduados de buen nivel académico y profesional.
Eran gente de impecable calidad, cuyo objetivo era enseñar a trabajar bien a los nuevos alumnos. Las clases se dictaban en un edificio nuevo que acogía el Rectorado, las tres carreras, las oficinas de decanos, de administración y todos los servicios. El edificio, muy sobrio y funcional, fue diseñado por el arquitecto Fernando Pérez Rosas.
En los años que trabajó en la Facultad de Ingeniería, ¿cuáles considera que fueron los proyectos más importantes?
Pienso que el Instituto de Hidráulica, Hidrología e Ingeniería sanitaria (IHHS) es un proyecto de gran importancia, donde tuve el privilegio de trabajar. Está bien instalado y cuenta con amplias áreas para trabajar varios proyectos a la vez. Cuenta también con un excelente laboratorio de Hidrología.
Desde 1987, el instituto ha venido trabajando en un número significativo de obras hidráulicas de importancia. La primera de ellas fue el desripiador y desarenador del Proyecto Chavimoçhic (Trujillo), en la cuenca del río Santa.
El IHHS ha tenido transcendencia fuera de las fronteras del Perú. Ha trabajado en el Ecuador, Colombia, Haití, en Centroamérica. Recuerdo el proyecto de Sabana Yegua, en Santo Domingo, en una zona de huracanes. Les contestamos que teníamos experiencia en Mecánica de fluidos y en sedimentos. Y salió.
¿De qué manera el trabajo de esta facultad ha aportado en el desarrollo económico y social de la región Piura?
El desarrollo cabal de los pueblos, según el pensamiento del doctor Federico Prieto Celi, exprofesor de la universidad, necesita de una clase media de calidad, bien formada y con un criterio cristiano de personas y actitudes.
La UDEP, en general, y su Facultad de Ingeniería, en particular, están contribuyendo, a lo largo de sus más de cincuenta años de existencia, a dinamizar el crecimiento de esta clase media, no solo en Piura, sino en cuanto lugar han trabajado los egresados de la UDEP.
La importancia que la universidad dio no solo a la formación académica, sino en valores, constituye un aporte de gran nivel al progreso de los pueblos.
¿Cuáles son las principales fortalezas de los ingenieros egresados de la UDEP?
El buen hacer es la principal fortaleza de los ingenieros UDEP, el sentir horror a “la criollada”, a lo mal hecho con apariencia de bien hecho. Trabajar bien. No actuar así es un fracaso en Ingeniería. Un fracaso, generalmente muy caro, difícil de componer.
En segundo lugar, muy unido al anterior, es la sinceridad. Las cosas como son, algo esencial para proyectar bien. En tercer lugar, el espíritu de lucha. Me remito a los festivales anuales de la UDEP. Todos trabajan bien, pero Ingeniería siempre se las arregla para ponerse retos difíciles y empujarlos hasta el final.
¿Cuál ha sido su mejor experiencia en la Facultad de Ingeniería?
Trabajar en el Instituto Regional de apoyo a la Gestión de los Recursos Hídricos (Irager), fundado en 1994.
El objetivo del Irager era estudiar la gestión de las cuencas hidrográficas del Perú, algo reconocidamente importante por las autoridades del agua, pero en lo cual no se daban pasos significativamente importantes.Cuando empezamos a trabajar, con ocasión del último conflicto con el Ecuador, los hidrólogos comprendieron que no se habría dado tal conflicto, con tantas muertes, si se hubiera hecho una buena gestión de las cuencas fronterizas.
Como resultado de este entendimiento, desde Loja en el Ecuador, se creó un instituto paralelo al Irager, el CEEC. Finalmente, y después de seis reuniones “binacionales”, ambas organizaciones se fusionaron, creándose el CEEC – Irager con un directorio común. La paz quedaría asegurada entre ambos países.
Lamentablemente, el tiempo pasó y el nivel de perseverancia no era excelente. Sin embargo, conseguimos algo: mirarnos como hermanos hidrólogos de ambos países.