No se quedó con los brazos cruzados. Sus alumnos necesitaban aprender y por radio no lograban el objetivo. Por ello, Rogey decidió alquilar una moto y llevarles la formación a sus casas.
Por Elena Belletich Ruiz. 26 junio, 2020.Rogey Zurita Gil, natural de Cajamarca, egresó el 2019 de la especialidad de Matemáticas y Física de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UDEP, después de alcanzar su sueño de ser maestro gracias a la Beca Vocación de Maestro del Pronabec.
Este año, y tras obtener una vacante para enseñar en el Colegio Santa Rosa del Caserío Tuluce, en el distrito de Sóndor (Huancabamba, Piura), Rogey tuvo que adaptarse, como todos los docentes del país, a la modalidad de educación virtual, por el aislamiento social obligado por la pandemia del coronavirus.
En la zona, muchas familias no tienen radio, televisión y menos Internet. Algunos no cuentan ni con un celular básico para realizar llamadas e interactuar, nos cuenta Rogey.
“Las dos primeras semanas intenté llamar a mis estudiantes (102). Solo pude interactuar con 12. Pensaba en otras estrategias, hasta que decidí alquilar una motocicleta para repartir los materiales, explicarles la clase y asignarles trabajos a mis alumnos. Los resultados fueron satisfactorios: había logrado interactuar con casi todos y pude, por fin, iniciar mi labor docente que tanto me apasiona”.
Ahora, Rogey mantiene contacto presencial con 98 de sus estudiantes. “Con los 4 restantes, que están en Lima, Chiclayo y la Selva, nos comunicamos por WhatsApp”,refiere.
Con la prevención combaten el COVID
Rogey comenta que sus estudiantes son muy responsables no solo con sus estudios y trabajos de Matemáticas, sino en todo. “Gracias a las charlas recibidas sobre cómo prevenir el COVID-19, practicamos y respetamos todas las medidas preventivas. Algunos padres de familia reciben también orientaciones. Además, al entregarles los materiales, cada estudiante se lava las manos, cumpliendo las medidas preventivas. Hasta ahora, no hay contagios, en estas zonas tan alejadas y frías; esperamos que esta pandemia no llegue aquí”, dice el joven maestro, de apenas 23 años.
Una vocación nacida en Huaduillo
En este caserío del distrito de Huarango (San Igancio-Cajamarca) nació Rogey. Ahí creció, al lado de sus 5 hermanos, saboreando el amor a la tierra que sus padres le inculcaron: “ellos son agricultores, que se dedican con amor al cultivo de la chacra”, comenta.
Cuando tuvo la oportunidad, el 2014, gracias a la convocatoria de la Beca Vocación de Maestro, decidió estudiar en la Universidad de Piura. “Me atrajeron su prestigio académico, la calidad de sus profesores y sus logros a nivel nacional e internacional; luego, su infraestructura de primer nivel y su campus hermoso”.
Dice que su vocación de maestro surgió cuando aún era un niño. “Me gustaba enseñarles a mis amigos y primos. A veces, me pagaban con una galleta o chupete para ayudarles con sus trabajos y explicarles alguna tarea de Matemáticas. Ayudarles a superar sus dificultades me hizo descubrir mi vocación, un sueño que he cumplido gracias al Pronabec. Ahora, puedo llegar a muchas más personas; pues soy consciente de que gracias a la educación muchos jóvenes podemos desarrollar nuestras capacidades, crecer como persona y lograr nuestras metas”.
“La labor del docente es fundamental en el desarrollo de las personas. Influimos en su crecimiento, con formación en valores éticos y morales. Más allá de las clases impartidas, somos como un segundo padre que guía y orienta a sus alumnos hacia un futuro mejor. También, somos un ejemplo o modelo para la sociedad, porque según nuestras acciones y la calidad de personas que seamos serán nuestros alumnos para el crecimiento del pueblo”.
Las lecciones de la modalidad virtual
Es una etapa dura, sin duda. Pero, Rogey está convencido de que “cuando amamos lo que hacemos no hay excusas, sino que procuramos pensar en las soluciones. Mi vocación me impulsó a llegar a cada estudiante para que no pierda sus clases; a alquilar una motocicleta para llevarles sus clases y tareas”.
“En el Perú recóndito, los estudiantes no tienen los materiales necesarios o básicos para recibir clases; es una cruda realidad que estoy viviendo. Sin embargo, ellos tienen las ganas de seguir creciendo y sus padres hacen lo posible para que sus hijos sigan las clases. No los llevan a trabajar para que escuchen las clases o esperen al profesor; solo les falta mayores oportunidades para alcanzar sus sueños”, comenta Rogey.
Desde las alturas de la serranía piurana, este joven maestro alienta a sus colegas a dar lo mejor de sí a sus alumnos: “Espero que se sientan satisfechos por ser docentes y que disfruten de cada clase y de cada enseñanza que trasmiten para llegar de la mejor manera posible a sus estudiantes. La nuestra es una profesión que requiere de vocación y entrega”.
A sus estudiantes, los exhorta a continuar esforzándose: “gracias a la educación podemos crecer y ser alguien en la vida. Esfuércense por alcanzar alguna de las becas que ofrece el Estado Peruano, porque gracias al Programa de Becas y Crédito Educativo del Perú (Pronabec) podrían cumplir sus sueños de ser profesionales y contribuir con el desarrollo de la sociedad peruana”, acota.