Me vino a la cabeza que, con pequeños detalles como esos (que no son nada especial), y que sin duda muchas otras personas tienen, seguramente ellas irán a trabajar cada día con más alegría.
Por Ricardo González Gatica. 30 noviembre, 2020.Acabo de publicar en Facebook, para amigos de Piura, el post que transcribo ahora, porque algunos me han animado a hacerlo. Lo hago con alguna reticencia, pues hay muchas personas que impulsan iniciativas de más envergadura.
Hoy he decidido compartir un “sueño revolucionario” que he tenido estos días. En mi cotidiano caminar por las calles de Piura, es frecuente que me cruce por las mañanas (entre 6 y 6:30 a. m.) con las mismas personas (la mayoría, mujeres) que barren las calles, vestidas con sus trajes amarillos.
Siempre las saludo, y ellas también, muy amablemente, con el tradicional “buenos días de Dios”. Hace poco, se me ocurrió darles un paquete de galletas a dos de ellas, con las que más coincido en mi ruta matutina, por la Av. Cáceres, alrededor del grifo Mega.
Me vino a la cabeza que, con pequeños detalles como esos (que no son nada especial), y que sin duda muchas otras personas tienen, seguramente ellas irán a trabajar cada día con más alegría: si ven que los ciudadanos agradecemos y valoramos su trabajo, que nos beneficia a todos, porque realmente son muy esforzadas.
Todos tenemos esta experiencia: “la limpieza llama a la limpieza”. Cuando algo está limpio, nos sentimos inclinados a mantenerlo así (y sucede al revés con la suciedad o la basura). Pienso (sueño) que así, con ellas trabajando mejor y más contentas, tiraremos menos basura a las calles: papeles, botellas y otros desperdicios, para facilitarles su trabajo.
Si cada uno lo hacemos en la cuadra en que vivimos, (donde sea: Castilla, Piura, 26 de octubre…) mejoraríamos mucho Piura.
Sueño también que este gesto tan sencillo sea compartido por más personas y respaldado por los municipios respectivos. Por ejemplo, podrían poner tachos de basura en todas las esquinas (no solo en el centro de la ciudad), para facilitar el cuidado de la limpieza y concienciar a todos para que no tiren la basura en cualquier sitio. Mejor si esos tachos tienen bolsa dentro, para facilitar la tarea de quienes las recogen después. Pero a estas autoridades deben llegar otros: yo no sé cómo hacerlo.
Este fue mi “sueño revolucionario”: la “revolución del paquete de galletas”. Seguramente es una ingenuidad, una utopía; y no tiene más alcance y aquí se queda, sólo como un sueño. Pero, por qué no hacerlo de aquí a Navidad (y seguir después, si tiene algún efecto positivo).
En cualquier caso, yo pienso seguir haciéndolo con quienes me cruce: al menos, interesándome por ellas.
Hasta aquí fue el post, aunque el sueño continuaba con otras cosas que podría generar esta iniciativa. Se las puedo contar después, cuando ésta sea una realidad.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.