Tres especialistas del Instituto de Ciencias para la Familia (ICF) brindan pautas para superar, desde un enfoque psicológico y espiritual, el dolor y el duelo que, durante la pandemia, han experimentado muchas personas.
Por Betsy Salazar Guerrero. 04 diciembre, 2020.En el panel virtual “La resiliencia familiar. Cómo sobrellevar el duelo y el dolor durante la pandemia” organizada por el ICF de la Universidad de Piura, María Esther Lozano, docente de la Maestría en Matrimonio y Familia; Angelinna Mazzini, educadora y orientadora familiar; y el padre Carlos Guillén, capellán de la UDEP, brindaron consejos sobre cómo afrontar el dolor ante la muerte de un ser querido.
El COVID-19 ha llevado a que muchas personas se enfrenten con la realidad de la naturaleza humana y su temporalidad. Durante este tiempo, muchos han pasado por sucesos tristes y traumáticos ya sea por la muerte o contagio de un familiar y/o amigo. Para hacer frente a esto, comenta María Lozano, los vínculos familiares son importantes pues ahora que no se pueden tener las relaciones sociales de antes, la familia ayuda a reconstruir un entorno seguro en el que se puede desarrollar la resiliencia.
Lozano indica que para superar este suceso es necesario que las personas entiendan que la muerte es parte de la vida. Al principio, dice, las personas manifiestan una evitación ante la muerte y no quieren confrontar la realidad; pero, luego, tendrán su tiempo para restablecerse y aceptar que la vida continúa. Otra manera de acompañar este duelo, refiere la docente, es mostrando respeto al dolor de cada uno. Se debe validar los sentimientos del otro, acompañarlo y preguntarle sus necesidades.
Por otro lado, Angelinna Mazzini explica que existen diversas formas de manifestar el duelo, tanto las reacciones como la elaboración del mismo son únicos en cada caso y dependerá de los recursos y herramientas personales con las que se cuenta. “No es sencillo aceptar el vacío que deja una pérdida, pero se debe entender que la muerte no puede arrebatar los recuerdos y el cariño que sentías por la persona ausente”, dice.
La orientadora familiar aconseja tomar conciencia de la realidad, haciendo contacto con el vacío, valorar su importancia y tomar acción a partir de ello para aprender de una situación crítica cómo respondemos ante el sufrimiento. Agrega que es importante compartir lo que se piensa y siente, naturalizando la expresión del dolor, en lugar de encerrarse en el sufrimiento; y tener una actitud activa, que conduzca a la reacomodación del dolor para convivir con él, reasignando un nuevo lugar a la persona ausente.
“Se debe salir de la dinámica del por qué me pasa esto a mí y pasar al para qué me pasó, qué aprendo con esto”. Asimismo, se debe aprovechar este tiempo para estar más presente con los seres queridos, aunque sea de forma virtual. Son oportunidades valiosas para agradecer la vida de la persona ausente y reconocer cuánto nos hemos sentido amados por él o ella siendo. Su partida es una oportunidad de transformarnos en mejores personas, más empáticas con quienes sufren pérdidas, más fuertes ante el dolor y más dispuestas a valorar la vida”, enfatiza.
Ayuda espiritual en el duelo
El padre Carlos Guillén, capellán de la Universidad de Piura, trató en su exposición, primero, el misterio de la existencia del mal, recordando que la Iglesia enseña que “Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal” y que todo el conjunto de la fe cristiana se puede considerar una respuesta a esta pregunta. “Dios quiere que llevemos bien hasta las situaciones malas y que, imitando a su Hijo, sepamos convertirlas en camino de santificación”, expresa.
También recuerda que un signo distintivo de los cristianos es la esperanza, basada especialmente en la resurrección de Jesucristo. “Esto nos hace vivir con un sentido positivo del futuro, haciendo más llevadero el presente y dándonos fuerza y motivos para vivir nuestra vida con un sentido más sobrenatural”, menciona.
Para el sacerdote es importante tener presente toda la ayuda espiritual que la Iglesia brinda a sus fieles sufrientes y difuntos, como las indulgencias que el papa Francisco, desde el inicio de la pandemia, puso a disposición de todos los enfermos y de quienes los atienden; así como también para los fieles difuntos, especialmente en el pasado mes de noviembre.