En nuestro contexto, de polarización política y corrupción, las familias se ven más desamparadas, por lo que todos sus integrantes necesitamos renovar nuestro propósito desde adentro
Por Gloria Huarcaya. 11 marzo, 2021.Próximos a cumplir un año desde la declaración del estado de emergencia, debemos considerarnos realmente afortunados si a nuestros hogares no ha llegado aún la muerte, la enfermedad o el desempleo. Sin embargo, son amplios y variadas los efectos, que de manera resiliente –y silenciosa– estamos enfrentando todos (padres, madres, adultos, niños y adolescentes), como ha revelado un estudio de la Universidad de la Sabana, aplicado también en el Perú.
Agotamiento físico y mental, insomnio y disminución de la calidad del sueño, creciente percepción de incompetencia de los roles parentales, reducción de la actividad física, incremento de la violencia doméstica y las tensiones en el hogar, sobrecarga de trabajo doméstico para las mujeres, elevado nivel de ansiedad, depresión y estrés, hijos fuera de control, problemas de disciplina, pérdida de relacionamiento social, etc.
Y, aunque los indicadores pueden parecer abrumadores, la misma encuesta revela las ingeniosas maneras con las cuales las familias se han defendido de la pandemia: afrontamiento activo, apego a la religión, planificación y encuadre positivo.
Como comenta Ignacio Socías, director de Family Watch, la pandemia ha resultado una “tormenta perfecta”, pues ha fortalecido a las familias que ya eran sólidas y ha debilitado aún más aquellas vulnerables, como las familias de bajos ingresos, o familias con relaciones inestables. Las familias, que tienen una energía propia para proteger a sus miembros, han demostrado ir por delante en la defensa de la vida y de la salud. Sin embargo, en tiempos de crisis como esta, necesitan ser ayudadas, para cumplir sus funciones de protección social, a través de las políticas públicas y privadas, que incluyen transferencias monetarias, medidas de conciliación trabajo familia, ampliación de los servicios de salud, entre otras.
En nuestro contexto, de polarización política y corrupción, las familias se ven más desamparadas, por lo que todos sus integrantes necesitamos renovar nuestro propósito desde adentro, cuidando la calidad de nuestros vínculos familiares: ofreciendo siempre (a pesar de las tensiones) un trato cálido y respetuoso, abriéndonos al perdón, la acogida del otro y las múltiples expresiones de cariño que todos necesitamos.
El acompañamiento y consejería familiar, el soporte emocional, que profesionales preparados pueden ofrecer, también forman parte de las ayudas que las familias están demandando, según revela la investigación “Vida familiar durante la pandemia en América Latina”.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.