Ambos partidos han usado estrategias, como la impugnación de votos o la solicitud de nulidad de actas que, si bien son acciones que están dentro de la ley, dilatarán de manera significativa el conteo.
Por Germán Vega. 16 junio, 2021. Publicado en El TiempoEn el momento en el cual escribo esta columna, aún no se ha declarado al ganador de la segunda vuelta electoral. Ambos partidos han usado estrategias, como la impugnación de votos o la solicitud de nulidad de actas que, si bien son acciones que están dentro de la ley, dilatarán de manera significativa el conteo. Por lo tanto, con mucha seguridad aún tendremos que esperar para conocer los resultados oficiales de las elecciones presidenciales.
Sin embargo, este proceso ya nos ha dejado algunas cosas muy significativas. En primer lugar, una clara división de la preferencia electoral. Si bien el resultado nacional es muy ajustado, en casi todas las regiones existe un ganador claro. Tanto así que si tuviésemos un sistema electoral como el de Estados Unidos en el cual pesa el ganador por región/estado, el proceso ya habría acabado.
Eso nos lleva al segundo punto, la extrema polarización. Normalmente, en una segunda vuelta los candidatos buscan girar de manera importante hacia el centro de las preferencias electorales y así ganar el mayor porcentaje de votantes. Esta vez, salvo intentos aislados o improvisados, la tendencia fue mantener su posición original. El resultado: la población dividida en dos bandos y pensando lo peor del otro. Tanto así, que no solo se exigía tener la misma preferencia electoral, sino también defenderla con la misma intensidad. De lo contrario, eras cómplice del otro lado.
Como tercer punto, aparece la dificultad de tender puentes. Pasada la elección, todos volvemos a estar en el mismo de país y de alguna manera debemos llegar a consensos para avanzar.
La dilatación del proceso, sumada a la extrema polarización, pues no deja mucho espacio de maniobra. Antes que buscar dialogar, la intención parece ser descalificar al otro. Curiosamente, en este escenario, los miedos de la parte perdedora podrían volverse realidad.
Ante ello, será importante que agentes independientes busquen tender estos puentes. En paralelo, los medios deben informar responsablemente antes que dejar deslizar noticias falsas e inexactas.
No podemos darnos el lujo de llegar al 28 de julio sin que se dé el cambio de mando, con un Gobierno reconocido por todo el país. Es más, sería imposible centrarnos en criticar el equipo de gobierno, y los riesgos de sus propuestas, si sencillamente no sabemos o aceptamos quién ganó.
La economía no podrá avanzar si la inestabilidad política vuelve a ser nuestra tendencia.
Llamemos a la responsabilidad, cada uno desde nuestro lugar. Y, aceptemos al ganador, sea cual fuere, una vez que sea proclamado de manera oficial.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.