Los “ismos” nos hacen daño, vayamos en una sola dirección por ideales comunes: la búsqueda de la justicia, la solidaridad, la empatía y, desde la comunicación, trabajemos por la verdad para lograr vivir en comunidad.

Por Giancarlo Saavedra Chau. 07 junio, 2021. Publicado en El Tiempo (Edición dominical)

En una democracia cada quien vota por quien cree y eso está bien, pues al final el voto se decide desde las necesidades y las formas de pensar propias, y estas no son iguales para todas las personas. Sin embargo, considero que en este último proceso electoral en Perú nos faltó comunicación para mirar el futuro que nos espera como país.

En una de las paredes del edificio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura se puede leer “Sin comunicación no hay comunidad”, palabras del doctor José María Desantes, profesor español de Derecho de la Información. Comunicación es lo que ha faltado estos días electorales y, por ende, comunidad es lo que menos hemos configurado, si es que entendemos a esta como la célula básica de la democracia.

Llegados a hoy, 6 de junio, ambos candidatos han buscado posicionarse por oposición: yo soy la negación del contrincante. Dos discursos construidos sobre lo negativo del otro nos han llevado a creer en un Perú irreconciliable. Más allá de quien gane estas elecciones como ciudadanos tenemos derechos que hacer respetar y, sobre todo, deberes que cumplir.

Comunicar es proposición no oposición

Considero que el primer reto es construir el espacio público. A diferencia de nuestros candidatos electorales, debemos dejar atrás la comunicación por oposición y comunicar con proposición. No podemos seguir dialogando poco y proponiendo nada.

Salvando las brechas digitales, somos una sociedad más interconectada; sin embargo, hemos llegado al domingo como caballos en una carrera, sin mirar a los costados, sin valorar y respetar las ideas del otro. Es así que un deber que tenemos que sumar es aprender a utilizar las redes sociales para dialogar. Estas son el espacio público por excelencia, pero no les sacamos partido. Entramos a WhatsApp y Facebook a esconder la verdad y compartir muy rápido las mentiras.

Si seguimos entendiendo que nuestra comunidad de amigos en redes sociales configura la opinión pública, probablemente esta noche o mañana estés sorprendido de que no haya ganado tu candidato que siempre lideraba las encuestas de Twitter. Debemos aprender que las encuestas o sondeos electorales en redes sociales nos dan marcos de interpretación, pero no representatividad. El número de ‘me gusta’, publicaciones compartidas o historias vistas no lo son todo.

Estas elecciones han dejado en claro que varias figuras públicas legitimadas por algunos medios de comunicación han perdido credibilidad y es momento de aprender a legitimar nuestra voz. Recordemos que la comunidad está hecha de opiniones distintas y eso, verdaderamente, construye. Ahora, más que nunca, hay voces que hasta hace unos meses desconocíamos y otras que silenciamos porque no pensaban como nosotros. Si ya estamos cerca a quienes piensan igual que nosotros, acerquémonos más a quienes piensan distinto. Desarrollemos la capacidad de abrazar al “otro”.

Acercarnos al ‘otro’

El acercarnos al “otro” no es aceptarle todo, sino saber escuchar lo que dice. Para dialogar se necesitan dos partes con ánimos de hacerse entender. Que las opiniones sean distintas no significa que no sean válidas. No disgreguemos el Perú. Apuntemos a la comunicación dialógica.

Un proceso electoral puede entenderse como un conflicto intratable, de nunca acabar; y por lo tanto, las partes buscarán centrar el acto comunicativo no en transmitir información sino en mantener el conflicto en funcionamiento para su conveniencia y adaptarse a la lógica de los medios.

Aprovechemos la comunicación para hacer sentir la voz de protesta como un derecho legítimo. Hoy, más que nunca, debemos de luchar por seguir siendo un país democrático. Solo guardemos distancia para protegernos de la COVID-19; pero, unámonos para vacunarnos contra esta enfermedad y combatir los mil vicios que rondan los pasillos de nuestras instituciones públicas.

El Bicentenario

Evitemos la corrupción y no desdibujemos el Bicentenario del Perú. Démosle color y reconstruyamos la confianza perdida. No olvidemos que, mientras lee esta columna, la historia del Perú continua, no se detiene y nosotros estamos aquí.

Si aún tienes la posibilidad de ir a votar, hazlo, vota libre y con convicción. De eso se trata la democracia, de tener la cartilla y decidir lo que quieres para ti. Y, si no sale elegido quien querías pues trabaja por reconciliar aquello que los candidatos han polarizado. Los “ismos” nos hacen daño, vayamos en una sola dirección por ideales comunes como la búsqueda de la justicia, la solidaridad, la empatía y, desde la comunicación, trabajemos por la verdad para así lograr vivir en comunidad.

En este año del Bicentenario conviene recordar el poema “El Perú”, de nuestro paisano piurano Marco Martos. Pase lo que pase hoy domingo en nuestro país, este seguirá siendo nuestro; y desde donde estemos, asumamos el compromiso de construir nuestros sueños y los de los “otros”.

No es este tu país

porque conozcas sus linderos,

ni por el idioma común,

ni por los nombres de los muertos.

Es este tu país,

porque si tuvieras que hacerlo,

lo elegirías de nuevo

para construir aquí

todos tus sueños.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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