19

Jul

2021

Los comunicados de “gente de ciencia” -cuando así son suscritos- deben ser efectuados con un cuidado superior pues no son papeles con espíritu de agitación firmados por cualquier ciudadano.

Por Orlando Vignolo. 19 julio, 2021. Publicado en Correo

En esta década se ha despertado un proselitismo extraño. Es un fenómeno de activismo permanente acotado a hechos polémicos, normalmente mediante comunicados, con algún nivel de influencia en muchos medios o redes sociales y ejercitado a través de colectivos de profesores universitarios, otros colaboradores por horas y muchísimos aspirantes. La mayoría de los que participan en estas expresiones políticas -esencialmente de oposición- provienen de los dos últimos grupos de nuestra incipiente profesión universitaria.

Lo particular no es la expresión y contenido de lo que expongan estas agrupaciones (en suma, la práctica de derechos constitucionales que debe ser valorada por la autoridad), sino que las mismas vienen recubiertas del ropaje “universitario” en su firma, defensa y, a veces, imposición mediática ante terceros. Los comunicados de “gente de ciencia” -cuando así son suscritos- deben ser efectuados con un cuidado superior pues no son papeles con espíritu de agitación firmados por cualquier ciudadano. Además, creo que las opiniones de un auténtico profesor universitario se dan en su ciencia de desempeño, bajo esquemas protocolizados de divulgación y asumiendo el recojo y critica justificada de las tesis en contrario, permitiendo así el debate científico. Sin embargo, cuando el sujeto, incluso el más dotado intelectualmente o de mayor jerarquía, cruza el umbral del dato científico y toma ánimo proselitista por una postura, institución, hecho o autoridad, tiene que ser sincero y colgar de inmediato los distintivos universitarios. Es un ciudadano más que patrocina y defiende algo. Es un activista en el sentido más literal del término.

Estas críticas me permiten afirmar si estamos haciéndole bien al oficio universitario con estas actuaciones enrevesadas. O, por el contrario, estamos dándole alas al nacimiento del universitario de ocasión, o si se quiere al “experto” de comunicados sin actuación científica previa y comprobable. También, me pregunto si en el fondo todas estas actividades llaman a olvidar la verdadera esencia de la Universidad como «la forma histórica más perfecta para el cultivo de la ciencia» (A. D’ors). Sólo el tiempo aclarará estas dudas y críticas.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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