¿Acaso los grandes filósofos griegos contaban con tal tecnología? Evidentemente que no y, sin embargo, no fue impedimento para una eficaz transferencia del conocimiento que es el fin último, creo yo, de la docencia.
Por Eugenio Alvarado. 16 agosto, 2021. Publicado en El TiempoHace un par de días, escuchaba la conferencia “Los métodos tradicionales y los del aprendizaje activo: balance y perspectivas”, de un distinguido catedrático de la Universidad de Navarra, quien compartía sus más de 30 años de experiencia como profesor de la referida y muy prestigiosa universidad europea.
Es indudable que, hoy, la tecnología nos permite hacer muchas cosas; entre ellas: presentaciones con animaciones, videos, música, juegos (sí, juegos, como el famoso Kahoot), encuestas y cuestionarios. Pero ¿acaso los grandes filósofos griegos contaban con tal tecnología? Evidentemente que no y, sin embargo, no fue impedimento para una eficaz transferencia del conocimiento que es el fin último, creo yo, de la docencia.
Una frase que se me quedó grabada y me inspiró a escribir este pequeño artículo, resume muy bien el nuevo paradigma del aprendizaje activo: decir “¿me he explicado?”, en vez de “¿me entendieron?”. Existe una diferencia muy sutil entre ambas expresiones y es que el modelo tradicional implica un profesor como fuente de conocimiento, el que todo lo sabe y no se le discute. Bajo el modelo activo, el profesor debe ser un guía y no una fuente; mis alumnos se desconciertan cuando el primer día de clases les digo “en realidad yo no les voy a enseñar, ustedes van a aprender”.
Y es que, es muy común en la actualidad perder el foco de lo que importa realmente. No es la tecnología lo que importa (las famosas TIC), estas son sólo el medio; lo importante es el mensaje y no el mensajero o el vehículo que este use para entregárnoslo.
El método tradicional (narrativo) no funciona en una formación no presencial, el alumno podría estar tirado en su cama, chateando y revisando sus redes sociales mientras su laptop último modelo, con la última y mejor versión de Zoom, está abandonada a su suerte… El reto es entonces ¿cómo atraer la atención de nuestros alumnos en una realidad rodeada de distracciones y acostumbrados a cortar y pegar? la respuesta es: hay que involucrar a los alumnos en el proceso, como lo explicaba el profesor de la conferencia, “imagina que el público no está en las graderías, sino en el escenario, al lado tuyo”.
Hay que hacerlos pensar y no memorizar. Al salón de clases se llega a discutir ideas y no a leerles a los alumnos powerpoints atiborrados de texto, o separatas para que resalten frases con diferentes colores. Si nuestros alumnos no aprenden a aprender, habremos fallado en nuestra misión. Termino con una frase de Benjamín Franklin: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.