En finanzas no existe una fórmula mágica que permita tomar decisiones acertadas en cuanto a inversiones y financiamientos; pero, sí existen criterios que nos facilitan la toma de decisiones.
Por Jorge Gallo. 30 septiembre, 2021. Publicado en Correo, el 25 de setiembre de 2021.
Por ejemplo, si se requiere financiar una necesidad de corto plazo como un desfase temporal de liquidez, una venta a crédito o la compra de mercadería, debería solicitarse un préstamo o financiamiento de corto plazo.
Imagínese que quiere financiar la compra de mercadería para la cercana campaña navideña. Lo natural sería que el préstamo de la institución financiera (banco, caja, etc.), o el financiamiento directo del proveedor, sea de corto plazo (30, 60 o, tal vez, 90 días), que será el tiempo en que se venderá la mercadería comprada y se cobrarán, incluso, las ventas que pudieran haberse hecho a crédito.
Pero, si se trata de adquirir un vehículo, maquinaria, equipo o inmueble será necesaria una fuente de financiamiento de mediano o largo plazo, pues este tipo de bienes se compran para usar y no para ser vendidos de inmediato. En este caso, es necesario, incluso, tener en cuenta la vida útil de cada uno de ellos para calzarla con el plazo del préstamo o financiamiento. En otras palabras, si se va a comprar una computadora, lo lógico es que se financie a tres años, como máximo, pues esa será su vida útil. Si se trata de un vehículo serán cinco años y si fuera un inmueble, hasta quince o veinte años.
Muchas veces se quiere “empaquetar” la compra de activos fijos con distinta vida útil en un solo préstamo o financiamiento y esto tiene consecuencias funestas para el prestatario, pues podría suceder que el activo fijo que compró ya no esté operativo y él aún continúe pagando el préstamo o financiamiento que le permitió adquirirlo.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.
