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Nov

2021

Artículo de opinión

El mundo hacia el futuro: ciudades saludables

El enfoque de ciudades saludables, iniciado por la OMS, busca colocar la salud en un lugar destacado de la agenda política y social de las ciudades, y construir un movimiento fuerte por la salud pública a nivel local.

Por Stella Schroeder. 29 noviembre, 2021. Publicado en El Peruano, el 27 de noviembre de 2021.

Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. La ONU estima que, para el 2050, este número aumentará a aproximadamente dos tercios de la población mundial. Como resultado, las ciudades del mañana serán densas y, sobre todo, congestionadas. De modo que, no es posible lograr un desarrollo sostenible y saludable si no cambiamos la forma en que organizamos y construimos nuestras ciudades.

La salud es mucho más que la salud física o el tratamiento en el sistema de atención médica, esta comienza con la cobertura de las necesidades básicas, tales como: ropa, refugio, comida, transporte y empleo. El entorno cotidiano juega un papel fundamental en la configuración de nuestra salud, como individuos y como comunidades.

Ciertamente, una ciudad saludable no es una ciudad llena de hospitales, sino una cuyo entorno facilita y fomenta un estilo de vida pleno y saludable, desde el punto de vista físico y emocional. Igualmente, la calidad de nuestro aire, agua y alimentos está determinada por la geografía, el desarrollo, la infraestructura circundante y más.

Necesitamos maneras de expresarnos, de estar seguros e incluidos en la ciudad; la cual determina, en un grado importante, nuestra susceptibilidad a problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión, influenciados por factores tan amplios como los estresores urbanos o la presencia de vegetación cerca de nuestros hogares.

Adicional a ello, el lugar donde vivimos influye en la calidad de educación y acceso a oportunidades económicas a largo plazo; señala nuestra capacidad para acceder y beneficiarnos de calles seguras, grandes parques urbanos, redes de transporte de calidad o participación pública, que nos hace más o menos activos física y socialmente comprometidos. Día a día, factores como el número de interacciones sociales que experimentamos o la cantidad de minutos que pasamos en el transporte, se convierten en los pilares de una buena salud. Es así, como nos referimos a una “Ciudad por el buen vivir”, señalando que una ciudad saludable se basa en el compromiso de mejorar las condiciones de bienestar de todos sus habitantes.

Debido a las diferencias de las condiciones locales, el concepto “saludable” puede tomar diferentes significados, lo que implica distintos enfoques y áreas prioritarias. Por ejemplo, los países pueden enfocarse en la limpieza de ciudades y en aumentar la recolección de residuos reciclables; otros priorizan el consumo de alimentos saludables o levantan campañas para reducir el alcoholismo o las altas tasas de criminalidad.

El enfoque de ciudades saludables, iniciado por la Organización Mundial de Salud, busca colocar la salud en un lugar destacado de la agenda política y social de las ciudades, y construir un movimiento fuerte por la salud pública a nivel local. Enfatiza enérgicamente en la equidad, la gobernanza participativa y la solidaridad, la colaboración intersectorial y la acción para abordar los determinantes de la salud. En ese sentido, se reconoce la necesidad de trabajar en colaboración con las organizaciones del sector público, privado, voluntario y comunitario.

Esta forma de trabajar y pensar incluye involucrar a la gente local en la toma de decisiones, requiere de compromiso político y desarrollo organizacional y comunitario; y reconoce que el proceso es tan importante como los resultados. A nivel mundial, existe un compromiso claro de fortalecer los esfuerzos locales para construir ciudades y comunidades más saludables, que se puede ver regionalmente en la Declaración de Santiago, en América Latina y el Caribe.

Sin embargo, en la práctica, muchas de nuestras ciudades continúan siendo planificadas y diseñadas sin considerar a todos los usuarios ni a todas las escalas de bienestar. No existe un marco común. Las disparidades e inequidades en la salud, a menudo se relacionan con factores como el acceso y la calidad de los espacios públicos disponibles, el grado de representación y participación en los procesos de configuración, y mantenimiento del entorno urbano. No obstante, existen estudios que analizan diferentes indicadores en ciudades de todo el mundo. Copenhague es una ciudad con gente feliz; Japón tiene ciudades de muchas personas mayores; Vancouver es una ciudad con mucho espacio verde; y, Melbourne es una ciudad amigable. Con base en ello, podemos comenzar nuestro análisis desde diferentes perspectivas enfocándonos en las cualidades, buscando oportunidades y entendiendo los problemas como nuevos desafíos, sin perder la vista de un trabajo multisectorial.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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