En emotivas ceremonias, realizadas en Piura y Lima los profesores Rosales y González, respectivamente, recibieron esta distinción por su trayectoria profesional. Estuvieron acompañados de sus colegas y familiares.
Por Dirección de Comunicación. 16 diciembre, 2021.Los actos se desarrollaron el 10 y el 14 de diciembre. En ellos, la Facultad de Humanidades concedió, por acuerdo del Consejo Superior de la Universidad de Piura, este reconocimiento al prestigio y la experiencia en el ámbito académico y profesional de los destacados profesores universitarios.
El maestro historiador
En la ceremonia, el magíster Pavel Elías, profesor de la Facultad de Humanidades, leyó una semblanza del licenciado Jorge Rosales Aguirre, en la que resumió aspectos relevantes de su vida académica e intelectual como docente, historiador y abogado. Durante los primeros años, el profesor Rosales ejerció la docencia en su alma mater, la Pontificia Universidad Católica del Perú. Luego, retornó a Piura, para incorporarse a tiempo completo al claustro de profesores de la UDEP e impartir su conocimiento en las facultades de Ciencias y Humanidades (hoy Humanidades) y Derecho.
Pocos años después de su llegada a la universidad, se le encargó fundamentar la creación de una especialidad de Historia, tarea que cumplió a cabalidad. Asimismo, fue uno de los forjadores del tradicional Coloquio de Estudiantes de Historia de la Universidad de Piura que, desde setiembre de 1997, reunió anualmente a la comunidad universitaria en un ambiente de cordialidad y de aprendizaje, en el que los estudiantes han sido los protagonistas presentando los resultados de sus primeras investigaciones históricas.
“Tanto el coloquio como la especialidad de Historia han dado como fruto estudios rigurosos sobre la Historia de nuestra región, que se han incorporado al corpus historiográfico que tenemos actualmente”, dijo el profesor Pavel Elías.
El profesor Rosales es un hombre humilde, sostuvo Elías, al que muchos de sus exalumnos lo consideran su maestro, porque no solo “enseña, ayuda a desarrollar habilidades y transmite conocimientos” sino que también trasciende como “un modelo que deja huella permanente en sus discípulos”.
Además, acotó que su trabajo se caracteriza por su seriedad, precisión y perfeccionamiento. Asumió el quehacer de la docencia con vocación y compromiso, dando a conocer el Perú mestizo, uninacional, pluricultural y multilingüe, así como también la idea de Peruanidad.
Por su parte, el profesor Rosales agradeció el reconocimiento y refirió: “esta inmerecida distinción responde, más que a los méritos de mi persona, a la generosidad de una universidad que ha convertido un árido desierto en una fuente inagotable de vida y de saber”.
Agregó que la labor que ha realizado no ha sido otra cosa que el cumplimiento del deber, tal como se lo inculcaron sus padres en el hogar, en las tertulias de sobremesa, los paseos domingueros y las visitas a su abuelo paterno, donde seguramente nació su “inquietud por la memoria histórica de nuestra ciudad, de nuestra gente y de nuestra nación”.
Sobre el amor por la Historia, indicó que no hay una edad concreta o específica para empezar a amarla, especialmente la del propio país porque amarlo y amar su historia constituyen un solo proceso natural que comienza desde los primeros años.
“Hagamos todos nuestros actos conforme a la tradición y al destino que nos marca la peruanidad, vivamos al ritmo de sus latidos, porque la peruanidad, como he señalado muchas veces, es un inmenso corazón que nos une a todos con sus fervientes latidos de recuerdo y de esperanza, de recuerdo de los momentos que forjaron nuestra nación o la reconfirmaron; de esperanza en un mañana mejor, siempre peruano y respetuoso de las esencias que nos distinguen”, expresó.
Pionera del “milagro en el desierto”
En una íntima y emotiva ceremonia, Melissa Llauce, profesora de la Facultad de Humanidades, leyó la semblanza que homenajeaba a la doctora Luz González, gran maestra, amiga y entrañable colega de tantos profesores, alumnos y trabajadores que han transitado por los pasillos de la universidad.
“Doctora en Educación y en Filosofía, Luz González llegó en el año 1969 a la Universidad de Piura, empezando así una travesía personal, profesional y académica cuyos efectos harían eco en muchos jóvenes que apostaban por un sueño: un milagro en el desierto”.
A lo largo de su trayectoria, la doctora González se desempeñó como vicerrectora de la universidad, decana de la Facultad de Humanidades y como profesora, formando a generaciones de estudiantes con una visión amplia y sobrenatural de la realidad, destacó Melissa Llauce. Asimismo, en coherencia con su firme defensa del valor de la vida y la importancia de la familia, la doctora promovió el Instituto de Ciencias para la Familia desde sus inicios.
También, “ha dirigido desde sus orígenes la Colección Algarrobo, así como los inolvidables coloquios de Filosofía realizados anualmente, durante, aproximadamente 15 años”, recordó la profesora.
Su profundo amor por el arte la llevó a ser la espectadora más entusiasta de las sesiones de ensayo y conciertos del coro universitario. “Cada vez que podía, ingresaba al aula 123 y se quedaba a escuchar las piezas que el coro -dirigido por el maestro Arturo Hernández- estaba interpretando en ese momento (…) con una fina sensibilidad y un amplio conocimiento artístico, nos brindaba siempre su cariño y alentaba a seguir en el cultivo de la música”.
Quienes la conocen, descubren en la doctora González su entrega a los demás y su preocupación genuina por la totalidad de la persona, en sus dimensiones profesional y espiritual, su desapego de las cosas materiales, su sobriedad y su voluntad por pasar desapercibida y trabajar en silencio, a pesar de haber promovido innumerables proyectos importantes.
La doctora Susana Vegas, vicerrectora académica de la UDEP, recordó sus primeras experiencias de aprendizaje al lado de Luz González cuando, siendo todavía una estudiante, participó en la organización de un concurso de pintura bajo la guía de la doctora. “Una de las cosas que yo recuerdo es que corrían los años 90 y la situación económica de la universidad no era la mejor, pero ella nos animaba a no preocuparnos, porque con ingenio, con ganas y con ayuda de la Divina Providencia todo saldría bien”, relató la vicerrectora. Este espíritu confiado y aventurero que caracterizaba a los pioneros de la universidad y, muy especialmente, a la doctora González, explica la existencia de la UDEP.
“Doctora Luz, usted es la Universidad de Piura; sin usted, probablemente, mucho de lo que ahora existe no existiría”, concluyó la vicerrectora.
En su agradecimiento, con la delicadeza y elocuencia que la caracteriza, la doctora González destacó que la Universidad de Piura, ahora más que nunca, devuelve “la noción de Dios, la claridad y el entendimiento” al desierto que es el mundo contemporáneo. Ante el reconocimiento y las palabras de sus amigas y compañeras, y en compañía de su familia, reconoció que ser parte de la Universidad de Piura “es lo mejor que yo he podido encontrar en mi vida, y que he utilizado y utilizo para hacer felices a otras personas”.