La democracia representativa no se acaba con las proclamaciones de los ganadores. En realidad, con ese acto electoral empieza tu papel de crítico, miembro de la “opinión pública” y ciudadano activo. Que la parsimonia no te gane.
Por Orlando Vignolo. 04 enero, 2022. Publicado en Correo, el 31 de diciembre de 2021.1. Sé leal y defiende hasta la extenuación a tu Constitución. Ese pacto social juridificado es la única diferencia entre ser un ciudadano o un vasallo sojuzgado.
2. Ser ciudadano significa ser sujeto de derechos, pero también ejecutor de múltiples obligaciones. Los deberes generales, esos compromisos permanentes que muchos aborrecen, están al frente de todos y necesitan ser cumplidos para que exista vida en comunidad.
3. La responsabilidad de salvaguardar el interés público es también tuya. Permitir que el bien común sea efectivo no sólo depende de las acciones u omisiones de los políticos o los funcionarios públicos, el ciudadano tiene una participación fundamental y principalísima.
4. Lucha siempre contra esa nociva informalidad que nos carcome por dentro. Ese antivalor que se acrecentó con el constante envanecimiento de la “viveza criolla”. Tenía razón S. Salazar Bondy cuando la describía como una “mixtión, en principio, de inescrupulosidad y cinismo. Por eso en la política donde se aprecia mejor el atributo”.
5. La democracia representativa es tu sistema de expresión general en la vida pública. Tienes que respetarlo, entenderlo y saberlo cuidar. Muchos murieron para legártelo. No lo destruyas detrás de cualquier ideología o los dichos de algún influencer virtual.
6. La democracia representativa no se acaba con las proclamaciones de los ganadores. En realidad, con ese acto electoral empieza tu papel de crítico, miembro de la “opinión pública” y ciudadano activo. Que la parsimonia no te gane.
7. No importa por quien votaste, pero al político elegido se le controla desde el primer día del ejercicio gubernamental, seas de alma oficialista o de oposición.
8. Acepta que en una sociedad plural y democrática existen mayorías, minorías y mucho desacuerdo de opiniones. No todos tienen que seguir a una misma postura. Gracias a Dios no somos parte del magnífico relato de G. Orwell (1984).
9. El ciudadano tiene obediencia debida a la autoridad. Debemos acabar con esa indisciplina social que nos está destruyendo lentamente.
10. Desconfía del político que habla mucho de un tema (corrupción, honestidad, etc.).
11. Al político se le evalúa por lo que hace y consigue como resultados a favor del interés público, no por sus discursos, promesas, declaraciones, mensajes en redes sociales o balbuceos.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.