Los filósofos del estoicismo tardío; entre los que están Epícteto, Séneca o Marco Aurelio; aplicaron el término persona al ser humano individual, movido por la ley universal del hado o destino.
Por Luis Eguiguren. 17 enero, 2022. Publicado en El Peruano, el 15 de enero de 2022.El sustantivo persona proviene del latín personare, término compuesto por el prefijo per —por, mediante, a través— y el verbo sonare: sonar. Persona tiene equivalencia con el vocablo griego prosopon —de pro, delante; y opsis, mirada—, referido a la máscara de cada actor que identificaba los personajes en la escena de una obra teatral. La máscara además de permitir al público identificar a cada personaje, tenía el efecto de amplificar la voz del actor haciendo que resonara.
Los filósofos del estoicismo tardío; entre los que están Epícteto, Séneca o Marco Aurelio; aplicaron el término persona al ser humano individual, movido por la ley universal del hado o destino.
El derecho romano, por otro lado, llamaba persona al sujeto de derechos, en oposición al esclavo y a las cosas.
El sentido filosófico de persona se fue esclareciendo posteriormente con el desarrollo de las discusiones teológicas trinitarias y cristológicas del cristianismo antiguo, buscando aclarar en qué sentido hay un sólo Dios en tres personas distintas o en qué sentido puede decirse que Dios se ha encarnado.
Al concepto latino de persona y griego de prosopon, se añade el de hipóstasis, o sujeto subsistente en una naturaleza. Al respecto, el concilio ecuménico de Nicea (325 d.C.) sostuvo que en Cristo hay dos naturalezas (humana y divina) pero una sola persona divina subsistente, y en la Trinidad, una sola naturaleza (divina) y tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
El término griego de hipóstasis (sustrato, subsistencia o supuesto) se tradujo al latín por suppositum, pero los latinos continuaron aplicando el término persona, dado que suppositum significaba tanto «subsistencia», esto es, sujeto, como «esencia», esto es, naturaleza; indefinición o ambigüedad que se prestaba para errores. Boecio (477-524 d.C), sabio introductor de términos filosóficos y teológicos al latín desde el griego, presentó la primera definición formal de persona: «Persona es la sustancia individual de la naturaleza racional». A esta definición se añade otra clásica, de Ricardo de San Victor: existencia incomunicable de la naturaleza intelectual. Ambas definiciones destacan, junto con la naturaleza racional, el carácter de individuo y la autonomía de lo que llamamos persona. Con el racionalismo y el empirismo modernos se introduce en su concepto el de yo o conciencia, sobre todo por los análisis de Locke sobre el concepto de identidad personal o conciencia de la propia identidad a lo largo del tiempo. Kant pone de relieve, a la vez que la racionalidad, la moralidad de la persona, remarcando su autonomía, su libertad y dignidad, y su pertenencia al reino de los fines, en el que cada ser racional es siempre sujeto y nunca objeto de fines.
Hay que distinguir la noción moral —o metafísica—, junto con la jurídica de persona, de la noción psicológica. Aquella es la entidad individual y subsistente por sí misma, consciente de su propia identidad. La psicología experimental, ha introducido la noción de personalidad, referida a las características psíquicas de cada individuo. La noción moral o metafísica de persona es objeto de estudio en la filosofía contemporánea, por parte de corrientes como el psicoanálisis, el existencialismo, el estructuralismo y, particularmente, el personalismo.
Si la persona se da sólo en las sustancias, y éstas racionales, y toda sustancia es naturaleza, y no se da en las nociones universales, sino en los individuos, se ha dado ya con la definición de persona: Persona es la sustancia individual de la naturaleza racional.
Lo antes expuesto permite reconocer que cada ser humano individual es un personaje único, con rasgos muy definidos, como lo son los personajes de las obras de teatro o de las películas cinematográficas. Se encuentra así un fundamento de la dignidad de la persona: su unicidad. La unicidad despierta admiración y respeto. Por esto, por ejemplo, tanto se procura hoy lograr evitar la extinción de las especies de la vida silvestre: se valora cada una por su singularidad o unicidad.
Gabriel Marcel profundizó en lo que significa ser persona por sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial. Como voluntario de la Cruz Roja le correspondió comunicar, a los parientes de los combatientes caídos, el deceso de su familiar. La interacción con los deudos de los caídos en combate lo llevó a admirarse por el rol único en la vida de cada uno de ellos. Llegando a desarrollar una filosofía que propicia reconocer a cada persona como un misterio insondable.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.