Quien dirige está llamado a conocer, para superar eficientemente lo pertinente, transformando las limitaciones, esforzándose para delegar mejor, pasando por alto las nimiedades para llevar el talento humano a una nueva orilla.
Por Mariela García Rojas. 24 febrero, 2022. Publicado en Gestión, el 24 de febrero de 2022.Además del amor incondicional en la familia, a lo largo de la vida -la laboral también-, las personas esperan que se confíe en ellas y se les dé una nueva oportunidad. La selección peruana necesita y se motiva al grito de la hinchada: “porque yo creo en ti”.
Cuando los resultados escasean y se acrecienta el incumplimiento de las metas en la empresa, la duda, la desilusión y la incomprensión ante la actuación de los dirigidos, pareciera que el mando está entre la espada y la pared. Las causas de un cuestionable desempeño profesional son múltiples. Habrá que determinar si se trata de falta de competencia -no grave- o responde a carencias y/o desactualización en la formación requerida. La vida del individuo, a lo largo de su historia personal, y los rasgos de la personalidad de los colaboradores, tampoco son aspectos irrelevantes.
Muchos coincidiremos en lo beneficioso que resulta estar al día. Por ello, e conocimiento de las mejores prácticas del entorno, de los avances científicos y de lo que acontece en el sector donde actúa competitivamente la empresa, y, sobre todo, el aprendizaje recibido desde el mando directo no son solo una exigencia, sino una fortuna.
Quien dirige está llamado a conocer, para superar eficientemente lo pertinente, transformando las limitaciones, esforzándose para delegar mejor, pasando por alto las nimiedades para llevar el talento humano a una nueva orilla. El naufragio solo trae desgracias humanas e institucionales.
Los mandos están para contribuir a restaurar la empresa, no solo para detectar los daños. Los protagonistas en la tarea de rehabilitar y reintegrar al talento humano son quienes dirigen. Su guía, orientación y soluciones son inherentes a su labor. Algo de esto revela la conducción de Gareca. El abrazo de Cueva luego del gol determinante ante Colombia y las declaraciones de Flores dan buena cuenta de ello. El aprendizaje es continuo; pero, esto no puede quedarse en una frase cliché.
Además de un renovado ímpetu por la lectura de informes y noticias, el inicio de un nuevo año nos encuentra a todos en actitud vigilante. Revisar proyecciones, estudios y opiniones sobre pronósticos varios (acerca de lo que será la posible ejecución de acciones durante los siguientes meses) debe ser una tarea acuciosa y responsable.
La audacia empresarial para invertir y apostar abarca recursos económicos y materiales, pero también personas. Más allá de ese discernimiento, unas buenas bases para alcanzar los objetivos del plan 2022 reclaman competencia (idoneidad, capacidad) y misericordia (capacidad de sentir la adversidad del subordinado) para apostar por las personas, esclareciendo -junto con ellas- el impacto y el propósito de su trabajo.
Firmes en la esperanza sí; pero, teniendo claro que el buen mando y la calidad directiva siempre apremian.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.