Demandan ser reconocidas socialmente por este noble servicio; y, de su familia, requieren contención emocional para expresar sus necesidades y anhelos, compartir sus sentimientos, pedir ayuda, descansar, para cuidar su cuerpo y nutrir su alma.
Por Gloria Huarcaya. 08 marzo, 2022. Publicado en El Tiempo, el 8 de marzo de 2022.En el Día Internacional de la Mujer la atención suele focalizarse en las desigualdades y violencia que atentan contra su dignidad; sin embargo, poco se dice sobre sus reales posibilidades y su aporte específico a la vida social.
A pesar de sus capacidades y de que destacan en todos los campos profesionales, muchas mujeres abandonan el mercado laboral cuando les resulta imposible conciliar una rígida jornada de trabajo con su genuino deseo de cuidar: a sus hijos, familiares enfermos o adultos mayores. Luego, arrastran la culpa por haber descuidado su carrera, o dejan de sentirse plenas porque decidieron priorizar su profesión.
Es una pérdida para todos que el trabajo de cuidar a las personas vulnerables y el servicio doméstico gocen de poco prestigio social y escaso reconocimiento económico, que no exista mayor flexibilidad laboral (desde jornadas reducidas hasta permisos específicos), o subsidios públicos para estas labores, que permitan a mujeres -y también a los varones- hacerse más corresponsables de la vida en común y del exigente desafío que significa sacar adelante una familia.
Como bien anota Isabel Sánchez, en su libro “Mujeres brújula en un bosque de retos” (2020), la tarea de cuidar a los demás implica gran demanda de fuerza física, emocional, conocimientos y habilidades, y una gran dosis de ternura. “Para cuidar y curar se requiere una fortaleza extraordinaria”. No es una tarea de mujeres ni de varones débiles. Tampoco es una tarea solo de mujeres, aunque el que haya más mujeres haciendo esta labor es un indicador de que su naturaleza está dispuesta, que está preparada para cuidar de la vida.
Felicidades a todas las mujeres cuidadoras por su gran coraje: a las madres de familia por su extraordinaria labor, a las amas de casa y trabajadoras domésticas por su ayuda “silenciosa”, a todas las que se dedican profesionalmente a cuidar de otros, como las enfermeras, doctoras y maestras.
Las mujeres saben cuidar, pero no pueden ni deben hacerlo solas. Necesitan también ser cuidadas y protegidas. Demandan ser reconocidas socialmente por este noble servicio; y, de su familia, requieren contención emocional para expresar sus necesidades y anhelos, compartir sus sentimientos, pedir ayuda, descansar, para cuidar su cuerpo y nutrir su alma. Ayudará también reconocer los gestos de amor y lealtad -más allá de las palabras- de su cónyuge y de los varones que la sostienen. Que esta fecha sea un recordatorio de la gratitud que debemos a quienes nos ayudan a crecer de manera más humana y solidaria.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.