02

May

2022

Artículo de opinión

La importancia de habituarse a aprender

El aprendizaje es una actividad que se puede sostener a lo largo de toda la vida. Desde la neurología y la antropología se advierte que el hombre siempre puede aprender, siempre es capaz de encontrar luz para sus problemas.

Por Moises Pariahuache. 02 mayo, 2022. Publicado en El Peruano, el 30 de abril de 2022.

En las escuelas se aprecia una especial dedicación de cada estudiante por forjarse un perfil personal. En el dinamismo propio de la naturaleza humana, cada quien va adquiriendo unas formas de ser; es de esperarse que, con el paso del tiempo y la educación oportuna, cada persona descubra su singularidad y se avoque a adquirir buenos hábitos que perfeccionen su humanidad.

Desde la época de los pensadores antiguos, como Aristóteles, se entendía a los hábitos como los mejores “haberes” que puede poseer la persona. Así, por ejemplo, la persona honesta siempre dará batalla por serlo en cualquier circunstancia. Las virtudes describen en gran medida lo que un ser es; esos modos de buen obrar se realizan por propia iniciativa. En cambio, existen otros “haberes”, como la tenencia material, que pueden ser vulnerados por factores ajenos al sujeto; por ejemplo, una cosa puede perecer o ser arrebatada. Resulta evidente, por tanto, que la valía de una persona está constituida por el conjunto de hábitos. A esto, Aristóteles lo llama segunda naturaleza y lo consideraba como el principal resultado de la educación.

Otro clásico, Confucio, al apreciar la realidad humana, sostenía que lo más distintivo entre las personas no es lo dado -la vida recibida-, sino lo ganado -la cultura adquirida-. En ese sentido, las escuelas, como parte de su misión de ayudar a crecer a los estudiantes, debe prestar especial énfasis a los aprendizajes capaces de configurar el carácter de una persona.

Con mucha certeza, y a veces por intuición, nuestros antepasados promovían la formación de hábitos siempre valiosos, tales como ser: agradecido, laborioso, solidario, cordial, honrado, entre otros; esos valores trascendían la esfera personal y familiar y caracterizaban la cultura de una comunidad. Actualmente, además de esas buenas formas de ser, las personas tienen necesidad de nuevos aprendizajes para lograr una adecuada interacción.

En el Perú, la educación debería convertirse en el medio de democratización y ascenso social. Analizando los indicadores de logro, se aprecian diferencias en ciertos grupos, por ejemplo: entre estudiantes de zona urbana frente a los de zona rural o entre los de la costa y los de la selva. En todos los escenarios hay posibilidades de mejora y se debería trabajar sistemáticamente para que todos los niños gocen del derecho a una educación de calidad. Desde el trabajo del docente se puede contribuir haciendo que los estudiantes se habitúen a aprender a aprender.

Antes de la pandemia, existían unas metas de tiempo de clases; por ejemplo, en la educación Secundaria se proyectaba 1200 horas al año; y en los colegios del Modelo de Jornada Escolar Completa se preveían 1400 horas; eso, por ahora es muy difícil de lograr; no obstante, la formación de la persona también es posible en otros ámbitos.

Creo que es oportuno confiar en el trabajo de la escuela; sin embargo, también resulta interesante comprometerse a edificar una sociedad educadora que garantice la integridad del niño y ofrezca escenarios de crecimiento. Además, es necesario un cambio de paradigma en el estudiante; que su fuente de crecimiento mire más allá de las actividades escolares. Si aprende a estudiar aprovechará mejor los diferentes ámbitos de formación.

El habituarse a ‘aprender a aprender’ es una capacidad estratégica que implica: desarrollar capacidades cognitivas que permitan una aprehensión amplia y profunda de la realidad; manejar técnicas de estudio sistemático que faciliten la comprensión del saber; poseer fuerza de voluntad para ser consecuente con las verdades encontradas; tener apertura para comunicar lo aprendido y ejercitar el juicio crítico para aprovechar el conocimiento en el perfeccionamiento del ser.

El aprendizaje es una actividad que se puede sostener a lo largo de toda la vida. Desde la neurología y la antropología se advierte que el hombre siempre puede aprender, siempre es capaz de encontrar luz para sus problemas; para eso es necesario perfeccionar gradualmente las capacidades racionales, avanzando desde operaciones básicas a procesos más complejos; una idea que grafica lo afirmado es lo que sostiene Arthur Conan, a través del personaje Sherlock Holmes cuando este le advierte a su amigo: “usted ve, pero no observa”. No basta ver, es necesario aprender a observar, contemplar y sentir y ese aprendizaje es ilimitado.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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