El célebre Franz Liszt, el más grande de los pianistas que han existido, hizo suyo el siguiente pensamiento de Lamennais: “Aunque vuestras ilusiones queden defraudadas no sólo siete veces, si no setenta veces siete, no perdáis nunca la esperanza”.
Por Arturo Hernández. 20 junio, 2022. Publicado en El Tiempo (Suplemento Dominical), el 19 de junio de 2022.
¿Se puede prohibir tener esperanza? Siempre hemos oído decir “La esperanza es lo último que se pierde”. El célebre Franz Liszt, el más grande de los pianistas que han existido, hizo suyo el siguiente pensamiento de Lamennais: “Aunque vuestras ilusiones queden defraudadas no sólo siete veces, si no setenta veces siete, no perdáis nunca la esperanza”.
En la historia de la música popular sucedió algo insólito. Hay una canción del folclore argentino llamada “Zamba de mi esperanza”, muy romántica, compuesta por alguien que no sabía nada de música (Luis Hermenegildo Profili).
La zamba es una danza popular folclórica del noreste argentino que se baila en pareja suelta y con revuelo de pañuelos, se interpreta con bombo y guitarra en compás de seis por ocho.
Luis Profili fue un maestro de obra en construcción civil que, se convirtió en empresario al administrar la constructora de su padre; y se dedicó al cultivo de uva y elaboración de vinos. Además, era muy aficionado a la música argentina y los fines de semana asistía a reuniones de cantantes y bailarines que se daban cita en la casa de la profesora de guitarra y danzas folclóricas Fany Cabut, con quien hizo una gran amistad y pudo compartir su afición: escribir canciones.
Le contó a Fany que había escrito una zamba y que quería que ella la escuchara y diera su opinión. Sacó sus versos y los leyó: “Zamba de mi esperanza amanecida como un querer, sueño, sueño del alma que a veces muere sin florecer.” Fany Cabut tomó su guitarra y puso los acordes de acompañamiento. Ella fue la primera que cantó esta bella zamba, pero como todavía había que hacer reajustes, le sugirieron que pidiese ayuda al destacado músico mendocino Félix Palermo, y la obra quedó lista. Palermo no quiso recibir pago alguno.
Cantantes, en diferentes lugares, la popularizaron. En 1964, mientras Jorge Cafrune -una de las estrellas del folclore argentino-, visitaba la provincia de Mendoza, la escuchó (tocada y cantada por Fanny Cabut) y quedó impresionado y prometió grabarla en su próximo disco. Profili, sorprendido, le propuso a Cafrune que firmara como coautor; pero, este se negó.
El 16 de agosto de 1964, Luis Profili registró “Zamba de mi esperanza” en la Asociación de autores y compositores, después de haber rendido el examen que solicitaban para inscribir una composición. A los pocos meses, salió a la venta el disco de Cafrune titulado: “Emoción, canto y guitarra”, en el cual figuraba “Zamba de mi esperanza”. Esta obra se volvió muy popular en toda Argentina, la cantaba el pueblo con mucha emoción, considerándola como la obra más representativa de su folclore.
Se dice que su éxito se debe a la sencillez de su estructura melódica y al mensaje esperanzador de su poesía, por lo que la gente la considera un canto a la vida, a la esperanza.
Lamentablemente, “Zamba de mi esperanza” al igual que el pueblo argentino, sufrió los tiempos más violentos de su historia. La dictadura militar de 1976 la prohibió, por considerarla peligrosa y subversiva, por cantarle a la esperanza. Ninguna radio ni televisión podían transmitirla, y mucho menos podía ser cantada por algún artista.
Jorge Cafrune fue el artista que tuvo la valentía de cantarla en un concierto, mostrando así su rebeldía contra la absurda disposición del gobierno de facto. Durante su recital, en el escenario mayor de Cosquín, su público le pedía “Zamba de mi esperanza”. Cafrune, se plantó y dijo: “Aunque la zamba esté prohibida, si el público me lo pide, voy a cantarla”, y lo hizo. La ovación estalló y el público la cantó con él, fue un momento histórico que, lamentablemente, le costó la vida.
Una semana después de su actuación, Cafrune salió en su caballo a Yapeyú, tierra del general San Martín, para rendirle homenaje. Entonces, un joven de 19 años, probablemente, vinculado con una célula paramilitar, atropelló con su camioneta al caballo en el que iba Cafrune y se dio a la fuga. El cantor murió a las pocas horas. El joven se entregó a la policía, pero nunca fue procesado, pues la investigación se cerró casi de inmediato, aduciéndose accidente de tránsito. Se cree que este fue un asesinato ordenado por el gobierno militar.
Aunque callaron al gran cantor, “Zamba de mi esperanza” jamás murió, pues siguió floreciendo en los corazones de toda una nación y se convirtió en el himno de todo pueblo que guarde un rastro de esperanza.
Esta hermosa composición será interpretada el 23 de junio, por el Coro de la Universidad de Piura, en el homenaje a San Josemaría Escrivá, cuya fiesta celebra la Iglesia católica el 26 de junio.
La esperanza seguirá siendo el motivo para la realización de nuestros ideales y de nuestros sueños: “Sueño, sueño del alma, que a veces muere sin florecer, zamba ya no me dejes, yo sin tu canto no vivo más.”