En estos días, Piura cumple 490 años de fundada. A solo diez años de su quinto centenario, es buen momento para retomar la reflexión sobre la importancia de dicha fundación y ver cómo estamos.
Por Pavel Elías. 15 agosto, 2022. Publicado en el suplemento Semana, de El Tiempo, el 14 de agosto.La fundación de la ciudad de Piura se inserta dentro de la coyuntura de la llegada de la hueste hispana, liderada por el extremeño Francisco Pizarro, a territorio del Tahuantinsuyo, con la posterior caída, derrota y conquista del mismo. Sin negar lo problemático, complicado e injusto que resultó para las sociedades andinas -incas y no incas- esta conquista, debemos ir más allá y reparar en algo vital para nosotros hoy y para nuestro futuro como sociedad: lo que sucede a partir de 1532 en estos territorios marca el inicio del Perú y de nuestra Piura modernos, en definitiva, de la nación peruana. Se empieza a gestar una nueva sociedad que con sus virtudes, aciertos, errores e imperfecciones (estos dos últimos que debemos superar) se reconoce hoy como mestiza en sus dos ámbitos, el físico y el cultural o espiritual. Somos resultado de la convivencia difícil y complicada entre el hombre andino, occidental castellano y africano, cada cual con su cultura, que con el paso de las décadas y siglos fueron configurando un pueblo enteramente nuevo. A partir del siglo XIX, se añadirán otros legados y aportes, como el asiático (chino, japonés), el italiano, entre otros, que han tenido y siguen teniendo presencia e influencia en nuestra nación.
¿Cómo está San Miguel de Piura hoy?, ¿se han superado los problemas y dificultades que se han ido presentando a lo largo de todo este tiempo? En estos 490 años de existencia, Piura ha podido afrontar y superar una serie de problemas; sin embargo, lamentablemente, aún nos quedan otros por derrotar y erradicar definitivamente.
Un ejemplo de esto último está relacionado con la naturaleza, que nos golpea recurrentemente con el denominado fenómeno “El Niño”, el cual produce una serie excesiva de lluvias que aún hoy, en el siglo XXI, sigue provocando desolación y desgracia entre nosotros y poco es lo que se hace para prevenir el desastre que este conlleva. La sequía en nuestra región también deja sus secuelas entre los piuranos, causando gran perjuicio principalmente en el mundo rural de la costa y sierra piuranas.
Pero estos inconvenientes no son los únicos que superar. Sabemos que aún hay muchas problemáticas no resueltas y que las generaciones de hoy deberían tomar nota de ellas y afrontar su resolución como un imperativo, porque de ello depende el gran cambio que nuestra sociedad en general está esperando desde hace mucho tiempo. Temas como la desigualdad, el racismo, la discriminación, la corrupción, el abuso contra la mujer, el maltrato y desnutrición infantil, entre otros, lamentablemente no han desaparecido y son realidades negativas aún por eliminar debido a que se encuentran enquistadas en nuestra cotidianidad y se ven incluso, por algunos, como normales, cuando debería ser todo lo contrario
Nuestros jóvenes piuranos que advierten y son testigos de estas problemáticas tienen que ser los emprendedores del cambio. No deben cometer el error de las generaciones anteriores, de dejar la respuesta y solución de dichos problemas a las siguientes generaciones, porque esto lleva -como en efecto así ha sucedido- a que esos problemas subsistan entre nosotros.
Considero que, en la coyuntura actual de crisis, a pesar de nuestras discrepancias en diferentes ámbitos, el amor por nuestra patria chica, así como el reconocernos como mestizos o “cholos”, debería movernos a hacer prevalecer el interés general −ese que busca el beneficio y bien común de todos− por sobre los intereses personales o de un grupo determinado, como lamentablemente lo vemos. De esta manera, estaremos dando un gran paso en el perfeccionamiento de nuestra nación para lograr una mayor concordia y fraternidad entre todos los piuranos y peruanos en general.
Debemos buscar superar los enconos y pugnas entre nosotros. Es válida la discrepancia con el otro, pero siempre dentro del respeto mutuo. Hay que apuntar a mejorar nuestra convivencia y de esta manera mirar juntos con optimismo el futuro, a pesar del desánimo que cunde hoy. Ha habido en estos 490 años momentos más complicados y difíciles que los que ahora afrontamos y, que han puesto en riesgo la existencia de nuestra ciudad y de los pueblos que hoy conforman nuestro departamento, pero gracias al empuje, esfuerzo y al trabajo diario y perenne de los piuranos que nos han antecedido, se han logrado superar. Ese ejemplo debe servirnos hoy para mirar el futuro con optimismo, y también con responsabilidad. Si ayer el hombre piurano pudo vencer las adversidades, hoy lo puede hacer también. Es el homenaje que Piura y su gente merecen en estos casi quinientos años de existencia.