Ya es tiempo de que la cultura sea puesta en escena al mismo nivel que otros sectores; que se incluya en los planes de desarrollo y, también, en las propuestas de los gobiernos regionales y locales.
Por Alberto Requena. 28 octubre, 2022. Publicado en El Tiempo, el 28 de octubre de 2022.
Hace poco culminó en México la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible de la Unesco (Mondiacult 2022), que convocó a unos 2600 participantes; entre ellos, 135 ministros de cultura. Entre las propuestas, destacaron la inclusión de la cultura como un objetivo específico en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y la creación de un Foro Mundial sobre las políticas culturales a partir del 2025.
A lo largo de su historia, la ONU se ha interesado en proponer diversas iniciativas para erradicar los graves problemas de las personas del mundo. Así, el 2015, planteó unos nuevos retos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que constan de 17 propuestas, que incluyen los Objetivos de Desarrollo Mundial (ODM). Las novedades yacen en temas como agua limpia y saneamiento; trabajo decente y crecimiento económico; reducción de las desigualdades; producción y consumo responsables; vida submarina, paz, justicia e instituciones sólidas entre otros. Sin embargo, la palabra “cultura” no figura.
¿Acaso la cultura necesita más argumentos para considerarse una dimensión clave del desarrollo humano integral? Los economistas han desarrollado desde hace años el campo de la economía de la cultura e inclusive, el de la economía cultural. El primero, registra la evidencia del aporte monetario del sector cultural al PBI de los países, ya sea a través del “consumo” de bienes y servicios culturales o de la generación de empleo del ecosistema de trabajadores de la cultura. Se puede afirmar que la cultura es uno de los activos impulsores de la economía.
Por otro lado, en un informe del 2019, la OMS publicó evidencias sobre el impacto de la cultura en la mejora de la salud y del bienestar. En este sentido, y como ejemplo cercano a todos, ¿no fueron acaso los libros, la música y las películas nuestros mejores aliados durante el aislamiento social vivido durante la pandemia del COVI-19?
Es momento de tomar la cultura en serio. No basta con hablar de indicadores, pues estos no demuestran todo el impacto que puede generar la cultura y pueden quedar cortos, por ejemplo, frente a la riqueza que produce contemplar una obra de arte, degustar un plato tradicional o ver una pieza teatral.
Ya es tiempo de que la cultura sea puesta en escena al mismo nivel que otros sectores; que se incluya en los planes de desarrollo y, también, en las propuestas de los gobiernos regionales y locales, por citar algún ejemplo.
Saludamos la propuesta de inclusión en los ODS de la Agenda 2030 y reconocemos el carácter transversal de la cultura; pero, que este no diluya la presencia de la palabra “cultura” en los objetivos, metas y documentos vinculados con el desarrollo.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.