Por mucho tiempo, se pensó que procrastinar derivaba del mal manejo del tiempo o de la dificultad para planificar y que, con el uso de herramientas como una agenda, esto se resolvería.
Por Renzo Villanueva. 13 diciembre, 2022. Publicado en Correo, el 10 de diciembre de 2022.
Sin embargo, la evidencia apunta a que la causa predominante de la procrastinación sería el mal manejo emocional.
Un estudio de la Universidad de Ottawa encontró que la procrastinación es un acto que aminorar el estado de ánimo “negativo” generado por la tarea impuesta antes que buscar resolver dicha tarea. Por ejemplo, si la tarea es hacer un ensayo acerca de una lectura densa y aburrida, el ánimo decaerá, y habrá poca motivación. Frente a ello, se buscarán actividades más divertidas, como mirar el celular, ver alguna serie o chatear con amigos. Estos actos, finalmente, se traducirán en postergar la realización de un deber: procrastinar.
Se ha reportado que factores como la baja autoestima, pensar que la exigencia de la actividad es más compleja de lo que en realidad es (distorsión cognitiva), el predominio de rasgos inmaduros, entre otros, podrían contribuir a la tendencia a procrastinar.
Anteponer una responsabilidad (reto o exigencia) y dejar de lado una actividad placentera que no demande exigencia es posible si se ha adquirido, progresivamente, habilidades de autocontrol. Este se reforzará con la madurez que va adquiriendo el cerebro a medida que crece.
Las destrezas de autocontrol se van formando desde la crianza: enseñar a hacer lo que se debe antes de recibir el premio, por ejemplo, o no responder a todos los caprichos, son prácticas diarias que contribuyen a desarrollar autocontrol.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.
