La pandemia desnudó muchas de las carencias del sector salud. Al respecto, el doctor José Carlos Del Carmen Sara señala que, para solucionarlas, urge abordar el problema de la fragmentación de los servicios de salud que se brindan.
Por Elena Belletich Ruiz. 16 enero, 2023. Publicado en el suplemento Semana, del El Tiempo, el 15 de enero de 2023.José Del Carmen, neurólogo, doctor en Salud Pública y profesor de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad de Piura, refiere que, actualmente, en el sistema de servicios de salud hay factores estructurales que debilitan su capacidad de respuesta y generan brechas en las condiciones de acceso y la calidad de los servicios que se brindan. Uno de estos factores, dice, es la “fragmentación” de la prestación de todos estos servicios que brindan distintas instituciones en el país.
El ex viceministro de Salud y ex superintendente nacional de salud indica: “Esta fragmentación constituye la principal causa de ineficiencia e inequidad, para resolver de manera oportuna y eficaz los problemas de salud que afectan a nuestra población”.
¿En los últimos años ha aumentado o disminuido la inequidad en el sector Salud?
En el último quinquenio, se han incorporado dos elementos que han acentuado las debilidades del sector: la grave inestabilidad política y la pandemia del COVID 19 que, sumados a las limitaciones presupuestales que suelen afectar al sector salud, han generado un mayor debilitamiento de este.
A pesar de ello, es destacable el invalorable aporte de los profesionales y trabajadores de salud, que supieron afrontar y sostener desde sus bases y puestos de trabajo, las principales actividades e intervenciones requeridas para enfrentar esta grave crisis y cautelar la vida de la población.
Los sectores con mayores carencias, en cuanto a atención, prevención y cuidado de la salud, son las zonas rurales, las ciudades más pobres, ¿cómo cerrar la brecha existente con las demás ciudades?
La existencia de grandes brechas sociales, económicas, de condiciones de vida, de acceso al trabajo formal, a vivienda y servicios básicos, entre otros, condicionó en nuestro país el mayor o menor riesgo de muerte de importantes sectores de nuestra población, durante la pandemia. Nunca como en esta dura etapa, ha sido tan evidente la necesidad de reconocer que los llamados “determinantes sociales de la salud”, pueden realmente definir la posibilidad de vivir o morir de una persona; y, ello tiene que ver con la pobreza, las condiciones de vida, etc.
En este contexto, resulta indispensable priorizar un abordaje eficaz y sostenido, de “lucha contra la pobreza”, de carácter intersectorial e intergubernamental, que involucre a los gobiernos regionales y a todos los actores que puedan contribuir a generar polos de desarrollo en las regiones con mayores carencias y necesidades, como las del sur del país y, en general, las zonas más pobres y marginadas.
¿Qué implica esto?
Establecer una “política de estado”, que trascienda el periodo de cada gobierno, o de los réditos políticos que le pudiese proporcionar al partido que lo representa. Debe buscar generar cambios estructurales en cada una de las regiones priorizadas, a fin de crear condiciones para fomentar el desarrollo humano, que no consiste solo en la distribución de bonos o de apoyo alimentario, sino que debe ir acompañado con la generación de capacidades productivas, acceso a la educación, servicios de salud, a una vivienda y a un trabajo dignos.
Esta es una tarea impostergable, que debe ser emprendida en el más breve plazo y sostenida por un tejido social que cautele su ejecución responsable y combata cualquier acto de corrupción.
¿Qué medidas urge adoptar para tener un acceso a la salud más equitativo, en el país?
El objetivo inicial debe ser apuntar a la integración de los diferentes segmentos de nuestro sistema de servicios de salud, materializando la implementación de verdaderas “redes integradas de estos servicios”, constituidas no solo por los establecimientos públicos a cargo del Minsa o de los gobiernos regionales, sino que integre a los servicios que brindan EsSalud, las Fuerzas Armadas y Policiales, los municipios, la Iglesia o congregaciones religiosas y el sector privado, en el marco de un enfoque territorial.
Para ello, habría que establecer un mecanismo de gobernanza único en cada territorio y esto implica generar acuerdos de orden político entre los gobiernos nacional, regional, local y todos los actores involucrados, a fin de usar los mecanismos existentes o mejorarlos, para hacer posible la compra o pago de servicios a los diferentes prestadores por parte de las instituciones financiadoras del aseguramiento en salud de cada prestador. Así, cada ciudadano podrá acceder al servicio que requiere, independientemente de si es el Estado, la Seguridad Social o un asegurador privado, el responsable de pagar dicho servicio.
Esto requiere de un marco legal…
Ciertamente, se requiere establecer un marco normativo claro que garantice la correcta implementación de dichas acciones, sostenido en un sistema de información sólido y confiable, que permita contar con la información requerida para dar continuidad a la atención de salud de cada poblador y garantizar los flujos de recursos necesarios para la óptima y oportuna prestación que brinden los distintos establecimientos de salud.
A corto plazo, ¿cómo se puede mejorar la atención, promoción y prevención en temas de salud?
Si bien hemos señalado que existen debilidades y deficiencias estructurales que es necesario revertir, el aporte de una gestión técnica y honesta de la autoridades que tienen la responsabilidad de la conducción y gobierno de los servicios de salud en cada región o territorio, puede generar importantes mejoras, no solo en la calidad de la atención, sino en el enfoque del abordaje de los problemas de salud de la población a su cargo, que permita identificar su causa raíz, a fin de afrontarlos entre todos (autoridades civiles, religiosas, sector privado, comunidad organizada, entre otros). Esto implica ejercer un liderazgo transformador que surja de las bases de nuestro sistema de salud y de la sociedad.
¿Hace falta un mayor presupuesto para atender los problemas?
Generalmente, se atribuye a la falta de recursos destinados a la salud, las múltiples carencias que afectan nuestros servicios y los insuficientes resultados alcanzados; sin embargo, si verificamos en el portal de “consulta amigable” del Ministerio de Economía y Finanzas, podemos apreciar que en los últimos 20 años, el porcentaje de presupuesto destinado a salud, en relación con el Presupuesto General de la República, se ha más que duplicado, lo que ha significado un incremento en cifras absolutas de más de 10 veces, en un periodo en que la inflación casi no incidió en el valor del dinero.
Se preguntará entonces, ¿por qué no hemos visto mejorar en esa proporción la infraestructura hospitalaria, su equipamiento, el número y las condiciones en que laboran nuestros recursos humanos en salud, etc.? Sin duda, una gestión técnica y honesta, en todos los niveles de gobierno y de gestión de las instituciones de salud, hubiera podido contribuir a hacer ostensible el impacto de este mayor financiamiento.
¿Quiénes son los responsables de la eficacia y eficiencia de la gestión de la salud?
Las autoridades políticas en cada nivel de gobierno tienen una primera responsabilidad de designar a los profesionales idóneos para asumir la conducción y gestión de las instituciones de salud. Deben evitar ver al sector como un espacio propicio para actividades proselitistas o para dar rienda suelta al clientelismo político.
En este contexto, además, la ciudadanía debe elegir con responsabilidad a sus gobernantes y evitar caer en los efectos del “relativismo” que busca justificar sus motivaciones en expresiones como “roba, pero hace obras”.
Asimismo, las universidades deben incorporar en el currículo de formación de profesionales de la salud, contenidos que les permitan desarrollar capacidades y competencias básicas de gestión; y, fortalecer los programas de especialización en los campos de Salud Pública y Gestión Sanitaria, aunado a una sólida formación ética que oriente su accionar.
Finalmente, los propios profesionales y funcionarios del sector necesitan tomar conciencia de la gran responsabilidad que implica el asumir la conducción del cuidado de la salud de una población o la gestión de un servicio sanitario; ello les debe motivar a la búsqueda de un fortalecimiento de sus capacidades; y, también, a ser capaces de rehusar asumir un cargo para el cual no estén preparados.