Estamos hablando de cómo se puede desarrollar la cultura en unas circunstancias comunes en muchos rincones del mundo. Ese es solo un caso, de los muchos ejemplos de municipalidades de tipo medio que desarrollan una importante vida cultural.
Por Enrique Banús, Felipe Beytía y Franco Montoro. 08 febrero, 2023. Publicado en Semana, el 6 de febrero de 2023.Estimado lector, tenemos la siguiente pregunta: ¿En qué ciudad del mundo los barquillos y los biscochos forman parte del patrimonio cultural? Se trata de una ciudad de unos 400 000 habitantes -como Chimbote-, en un país de Asia que tiene un PBI per cápita semejante al del Perú.
En su sitio web, la municipalidad de esa ciudad registra 73 atractivos culturales, 15 festivales y eventos destacados, así como 26 objetos de especial interés, entre otros temas relacionados con la cultura. No se trata de una gran metrópoli ni de un país de muchos recursos.
Estamos hablando de cómo se puede desarrollar la cultura en unas circunstancias comunes en muchos rincones del mundo. Ese es solo un caso, de los muchos ejemplos de municipalidades de tipo medio que desarrollan una importante vida cultural.
Viajando por aquí y por allá, analicemos algunas otras comunas, siempre en países cuyas condiciones económicas son similares a las del nuestro. Así, por ejemplo, si nos desplazamos unos 11 000 kilómetros hacia el este, nos encontramos con una ciudad de unos 93 000 habitantes -pocos menos que Talara-, nuevamente en un país de condiciones económicas comparables. Aquí, el sitio web de su municipalidad, da cuenta de numerosas actividades en la biblioteca municipal y en sus más de 50 parques, incluyendo uno dedicado específicamente a narrar la historia de la ciudad, facilitando la integración de los pobladores en su entorno.
Si viajamos esa misma distancia, pero en dirección contraria, estaremos en una ciudad de 161 000 habitantes -comparable con Puno-, en un país que, recientemente, ha sufrido una desgarradora guerra. Su departamento de cultura organiza constantes encuentros con la sociedad civil, con el fin de avanzar, desarrollar y promover no sólo la cultura sino esa capacidad que tiene esta de crear cohesión, e incluso de superar divisiones y tensiones.
Sin embargo, no es requisito viajar tan lejos para descubrir ejemplos. En nuestro vecino sureño, encontramos una ciudad con 172 000 habitantes -poco menos que Huacho-, que no solo dispone de un teatro y una orquesta municipales, sino que, también, organiza diversas actividades, siendo la más reciente la que busca promover el freestyle como forma de expresión en los jóvenes.
¡Y qué decir de una ciudad en nuestro vecino del norte, con más o menos el mismo número de habitantes que la citada anteriormente o, si añadimos la zona rural, poco más de 210 000! Con las dimensiones de Chincha Alta, más o menos, esta ciudad cuenta con un grupo folclórico, una rondalla, dos orquestas sinfónicas, una de estas infantil; una orquesta tropical, una compañía de teatro, un circo social y un coro polifónico, vale señalar que todo ello es de titularidad municipal -y sólo estamos mencionando las agrupaciones-.
¿Cuáles son estas ciudades? Aquella donde los barquillos y los biscochos son patrimonio cultural es Iloilo, en Filipinas. Luego, hablamos de Suva, capital de las islas Fiji; Pristina, en el Kosovo y, finalmente, Quilpué y Loja, en Chile y Ecuador, respectivamente. Y recordamos que están situadas no en los países súper-desarrollados o millonarios del mundo, sino en aquellos cuyos Producto Interno Bruto es similar al del Perú.
¿Por qué contamos todo esto? Los nuevos alcaldes acaban de asumir sus funciones, han formado sus equipos y presentado sus prioridades; pero, aún están a tiempo de orientar muchas líneas de trabajo para los próximos años.
En ese contexto, nos gustaría que entendieran que en las ciudades hay vida cultural no cuando ya todos los demás temas están resueltos porque no hay estrecheces económicas, sino que la hay cuando se quiere que la haya, porque se ha demostrado la importancia que tiene para darle calidad de vida y desarrollo a la ciudadanía. La vida cultural no se trata de un entretenimiento o un capricho de algunos, sino que -como se dice en un documento de la Unesco de ya hace algunos años- es el objetivo del desarrollo.
Cuando se ha entendido esto, no es difícil organizar las cosas para que se cumpla ese objetivo, no es muy difícil gobernar en temas de cultura: gestionar los fondos propios de la municipalidad, llegar a alianzas con otros actores y apoyar tantas iniciativas ciudadanas que trabajan con entusiasmo y dedicación en el campo de la cultura y el patrimonio cultural.
La clave está en organizarse un poco, por ejemplo, estableciendo una gerencia específica de cultura y nombrando un buen gerente y un equipo de especialistas.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.